lunes, 29 de octubre de 2007

Personaje de novela

El fin de semana pasó volando, al estar borracho el tiempo no se siente. Como todo los lunes a medio día llegué a donde la Moli, ella hacía un caldo levantamuertos de lo mejor. Encontré a Miguel Angel, en la mesa de siempre, emborronando un cuaderno y con una cara de goma que no podía negar los días que llevaba enfuriado. Me senté junto a él y con voz pastosa respondió el saludo. Murmuró algo y siguió escribiendo, haciendo leves pausas mientras respondía mis preguntas.

Siempre decía que estaba escribiendo la novela fundamental de las letras universales, que había inventado un nuevo género literario, pero que por bocón le mencionó la idea a un colombiano y que tenía miedo de que lo plagiara, por eso quería terminar su novela cuanto antes. Según él, ya tenía el ofrecimiento de una editorial para la publicación del libro.

Siempre admiré la capacidad de Miguel Ángel de poner en palabras escritas todo lo que acontecía a su alrededor, por eso me gustaba conversar con él y contarle anécdotas y darle ideas, porque muchas las vi después en sus libros.

Mientras comentábamos lo rico que estaba el caldo, de pronto se quedó callado, muy pensativo, le pregunté que pasaba y me dijo que no sabía qué nombre ponerle a un personaje de su novela.

Me dio algunos detalles y tuve una ocurrencia, entonces le dije que lo que pasaba era que los escritores se complicaban la vida, un nombre se puede sacar de cualquier parte, por ejemplo, hoy es día de reyes, podés utilizar cualquiera de esos tres nombres, pero Melchor y Baltazar no suenan muy chapines, en cambio Gaspar sí, agarrá ese le sugerí. Me miró asintiendo y preguntó: "¿y el apellido qué?"; mirá vos, le dije, estamos donde la Moli, siempre venimos y tenés que hacerle un homenaje en tu libro, porque aquí lo has estado escribiendo y comiendo fiado, pero como Gaspar Moli, no se oye bien, que te parece si lo ponés al contrario, así quedaría, Gaspar Ilom, hasta chilero suena. Tagueno pues, dijo y seguimos platicando.


El pequeño moyas

2 comentarios:

Prado dijo...

Esos mismos caldos mancharon con su grasa el manuscrito de mi obra dogmática. La tinta de difuminó por todo el papel. Pero en vez de sucumbir ante la adversidad y esta suerte de valladar que la vida me impuso, terminé de comerme las verduras y pedí una porción extra de tortillas. Luego, me marché y decidí no juntarme nunca en los lugares de los poetas. Son siempre sucios y no bajan la tapa del inodoro cuando lo usan. Por eso, ahora sólo me dedico a los blogs. Escribirlos y leerlos. Leer el tuyo me refresco, como una sabrosa bolsita de fresco de súchiles, mientras camino sobre la avenida simeón cañas.

Anónimo dijo...

Lo q m encanta de estos blogs es q son tan folkloricos. Yo no soy escritor pero me identifico tanto con esta comunidad de bloggeros chapines. Se les agradece compadres!