martes, 23 de octubre de 2007

Contribuciones a la revolución

Otro trago, pidió Don Carlitos Marx, como único bebedor de una cantina llamada Las cien puertas, localizada en la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

La cantinera, apresurada, le sirvió un trago de una botella que decía vodka, Don Carlitos tomó un enorme trago, pero al sentir un sabor desagradable escupió una parte y luego dijo: "Vaya, la fuerza de trabajo incrustada en esta mercancía es de pésima calidad".

La cantinera olfateo la botella y sonrojada le pidió disculpas, mientras le explicaba que, lamentablemente, le había dado de beber thiner.

Don Carlitos no le hizo caso y le pidió como forma de compensación social un pulmón de indita, mismo que desde hacia dos horas le estaba haciendo ojitos.

No había consumido ni media botella cuando empezó a convulsionar. La cantinera, preocupada, llamó a los servicios de emergencia, uno tras otro; pero lamentablemente no acudieron, estaban en huelga pidiendo mejoras salariales, por lo que Don Carlitos murió en el lugar.

La señora, al no saber qué hacer con el cuerpo de tan ilustre teórico lo enterró ahí mismo, entre la barra y una pared, justo en donde solía sentarse.

En conmemoración a su trágica muerte levantó un altar con las obras que Don Carlitos había escrito, entre ellas resaltaba El capital.

La noticia se corrió y poco a poco los simpatizantes de la izquierda empezaron a llegar a Las cien puertas, para rendir culto a Don Carlitos, discutir sobre sus sabias enseñanzas y discernir sobre la realidad del país.

Todos escriben sus pensamientos mas sesudos sobre la pared. Desde entonces, la revolución guatemalteca se construye y discute en aquella cantina de la zona 1.


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