miércoles, 20 de enero de 2010

CR7

La primera temporada de futbol que vi fue cuando el Real Madrid tenía una colección de muñecos, que comenzaba con David Beckham. Me tiraba todos los partidos en la tele, no me perdía uno, hasta llegué al extremo de hacerme socia del equipo y, por supuesto, ir al Bernabeu a verlos en vivo; ahí conocí a Luis, quien no tenía un cuerpo de colección, pero era coleccionable.

No creo entrar en la categoría de Cougar, aunque paso de los cuarenta, mi posición económica es desahogada, tengo trabajo estable, auto deportivo y cuerpo decente, ni siquiera porque mis parejas usualmente son menores que yo; Luis, por ejemplo, tenía veintiún años cuando lo conocí.

El futbol no era lo mío, pero los hombres si, por eso me hice fan, de esas a las que llaman groupies. En un par de años llegué a tener suficiente influencia en la porra, y con los directivos del equipo, por lo que las invitaciones a los afterparties eran frecuentes.

La experiencia que dan los años me ayudaba a no andar de cacería, las oportunidades llegaban de forma espontánea, cuando sucedían le entraba.

Las jovencitas eran impactantes, muchas de ellas esculturales, yo no; aun así, muchas veces me tocaban los bocados más suculentos, otras tenía que conformarme con alguien más grandecito; doy fe, por ejemplo, que dar cabezazos no es la única habilidad de Zidane, era excelente en otras áreas, y no hablo de cosas relacionadas con futbol.

Mis amigas siempre preguntaban: ¿Cuál es el atractivo?, ¿qué les ves? Nunca me entendían, a pesar de que les enseñaba las fotos de Beckham y los demás.

Cuando apareció Cristiano me quedé helada, el niño es hermoso. Nunca antes vi un cuerpo como el suyo, con esa carita tan dulce.

Tenía que llegar hasta él, no sabía qué hacer, porque la lista de espera era enorme; hasta a Paris Hilton se le antojo, lo montó en su avión y se lo llevó varios días; presumo que la única monta fue la del avión, porque luego dijo que no era su tipo, que le pareció muy femenino.

Lo mejor que pudo pasar, para mí, no para el equipo, fue la lesión de Cristiano. Me las ingenié para hacerle de enfermera; no fue en una fiesta, pero conseguí estar con él, sentir su olor y sus manos; también él sintió las mías, y yo su duro trasero.

Hace unos días, mis amigas volvieron a preguntar: ¿Por qué te hiciste fan?. Les mostré un poster de Cristiano, en el que hace publicidad de ropa interior; les conté de mi experiencia como enfermera y les dije que Paris Hilton tenía razón. Creo que a partir de ahora habrá cinco loquitas más que seguirán al Real Madrid.

Karla Yanina

miércoles, 13 de enero de 2010

Me llamo R

Yo tengo la culpa de todo, estoy aquí sin poder decir nada, todos saben en donde está mi cuerpo, pero no puedo hablar, estoy muerto, de eso no hay duda, lo escuché en las noticias, también supe quienes fueron mis ejecutores, los pude ver aunque esté muerto, no sé cómo explicarlo, se supone que no puedo ver nada, es un misterio.

Me enteré que hubo desórdenes, durante varios días, que las aguas subieron de nivel, pero no pasó a más, no fue suficiente, quizá por eso estuve aquí los meses pasados, era necesario esclarecer mi muerte, para que pudiera descansar. Ahora ya no veo nada, he pasado por un túnel oscuro, para luego salir a la luz; lo último que pude ver fue la conferencia de prensa, la animada alocución con acento español, en la que decían que todo estaba resuelto, que fui yo mismo el que lo planeó todo.

Es imposible negarlo, no tengo voz, he confirmado que los muertos no hablan, sus cuerpos pueden decir cosas, pero nada puede salir de sus bocas, aunque se grite, nadie te escucha; las cosas no son perfectas, debí haber planeado también mi resurrección; lo dicho, no soy perfecto, nunca lo fui, no preví que no hay comunicación desde el más allá.

Los muertos no pueden atacar ni defenderse, esa es mi condición, los vivos tienen creatividad, vean de lo que fui capaz. Nunca pierdan de vista que siempre habrá otros que son más vivos, y algunos que querrán pasarse de vivos, la imaginación no tiene límites; se los digo yo que no puedo hablar, pues algunos imaginaran que soy quien no soy.

Orano Pa Muko

lunes, 11 de enero de 2010

Apretaíto

Parada frente a mí, ella repetía algo que no pude o no quise comprender. El show daría inicio en cinco minutos, no tenía tiempo para escuchar explicaciones, la oportunidad es una, no se tienen más, se toma o se deja; lo único que alcancé a entender fue: No sé qué pasó, lo siento mucho.

Ese día se enfermó Centurión, el vocalista principal del grupo, por lo que me tocaba hacer el solo, recién en ese momento caí en la cuenta, lo que ella decía representaba complicaciones.

De algún lugar saqué valor y dije: ¿qué es lo peor que puede pasar? Ella seguía balbuceando: Podría romperse; ¿y qué? Respondí.

Tenía tanta seguridad en mí mismo que pensé: este cuerpo es perfecto, para qué ocultarlo.

Con esfuerzo pude meterme en el traje, no había tiempo para conseguir otro, en realidad se había encogido un par de tallas.

Los zapatos eran totalmente visilbles, pues el pantalón quedó bastante corto; por fortuna la tela se amoldó a mis caderas, aunque era evidente que estaba constreñida; me pusé la camisa, fue imposible cerrarla, de hacerlo los botones hubieran saltado, quedó abierta casi hasta la cintura; con la chaqueta sucedió lo mismo, apenas logré encajar dos broches; mi forma de caminar resultaba algo afeminada, además tenía el paquete aprisionado, formando un bulto que llamaba la atención.

Sonó la música y me concentré en cantar. Las mujeres se pusieron a gritar, casi al borde de la histeria; el bullicio me animó, entonces intenté moverme como Elvis; a pesar de lo apretado de la ropa, creo que lo hice, al menos se generó el caos. En medio del relajo, unas chicas subieron al escenario, sentí unas manos sobre mis nalgas, besos en el rostro, los de seguridad empujaban, intentando bajarlas. El éxito fue impresionante.

Agradecí a Clarita por haber lavado mi traje. Desde ese día nunca he vuelto a usar ropa de mi talla, me di cuenta que lo apretado me sienta mejor.

Mi amigo el Puma

martes, 5 de enero de 2010

De regreso

La llamó para decirle que regresaría. Se fue hace algunos años, compró un boleto de ida, abordó el bus y dijo en voz alta: Cuando uno no sabe a dónde ir cualquier dirección que se tome es buena.

Se pasó la mano por la calva, pensando en el rumbo que había seguido su vida desde que pronunciara esas palabras.

Hizo el recuento y notó que salía ganando, a pesar de la depresión profunda del inicio, cuando salió de la cama hasta que los piquetes del hambre fueron tantos que se vio forzado a levantarse; a pesar de cómo tuvo que ganarse la vida.

Siempre pensó que aquel momento fue el que determinó todo. Cuando abordó el bus que lo llevaría a la frontera; apenas habían pasado treinta minutos y dos hombres se levantaron gritando: Esto es un asalto; luego escuchó tres disparos, sintió la humedad en el respaldo del asiento, al tiempo que su vecino se recostaba sobre él; minutos después los hombres detuvieron el bus, bajarón y se fueron con el botín.

Le dará gusto verla de nuevo, después de todo este tiempo, le dirá en tono sarcástico, mientras le enseña la maleta llena de dinero, que su ruta no lo llevó al hospital, ni a la cárcel, que cuando no se sabe a dónde ir, cualquier dirección que se tome es buena.

Pancho Pistolas