jueves, 18 de febrero de 2010

Salmos pajeros VI

XVII
Ella es mi luz

pero le temo

Los malos me acechan

me llevan a lugares de perdición (¡Ah, los amigos!)

¡Oh paradoja de paradojas!

es ahí donde encuentro mi camino

Después tengo que esconder el rostro

no puedo verla

bajo la cabeza

percibo su ira

Salen palabras de mi boca

ten misericordia

Una cosa demando

estar todos los días de mi vida en su casa (Sale caro pagar doble renta)


XVIII
Tributad...oh hijos de los poderosos

porque nosotros

los que andamos a pie (y muchos de los que andan en carro)

no tenemos liquidez (el dinero no alcanza muchá)

Y la voz de la SAT nos hace temblar

como sonido de truenos

con potencia

por eso florece el negocio de las facturas chafa

nadie hace caso (bien por eso)

suficiente con recaudar el IVA

el ISR mes a mes

no a nosotros

Ellos deben pagar


XIX
Si fuera próspero (no Penados Del Barrio)

pagaría

no tendrían que perseguirme

ni llamarme en la madrugada

podría evitar los avisos que anuncian morosidad

En su ira ellos pueden quitarme el sustento

difamarme

¿Qué provecho hay en dejarme sin trabajo?

¿Podrá hacer algo mi cartera vacía?

Como dijo Tevie (el de la película)

Qué de malo habría en que yo tuviera un poco

Jonás Ungido

lunes, 8 de febrero de 2010

¿En el principio?

Cuando Lillith se fué Adán se sintió decepcionado y traicionado por Dios. Eva era hermosa, dulce y sumisa, hacía todo lo que él quería; pero nada se comparaba con la locura sexual de Lilith y sus experimentos en la cama.

Eva siempre lo hacía de la misma forma. Lo esperaba a oscuras, cubierta hasta el cuello con una piel de borrego y una manta tejida, que siempre se negaba a retirar; se tendía placidamente y casi nunca hacía gestos ni sonidos. Adán terminaba decepcionado, extrañaba a Lillith y sus inventos.

Con el paso del tiempo la decepción se transformó en temor, la fertilidad de Eva hacía que quedara embarazada cada vez que tenían sexo; después lo evitaba durante todo el embarazo, su mal humor era insoportable.

El mundo se fué poblando de sus hijos y los hijos de sus hijos. Eva se consumía y Adán perdió el interés en ella.

Un día, en su edad madura, Adán salió a caminar, dispuesto a ver el mundo con otros ojos. Se quedó viendo a un grupo de muchachos, entre quienes sobresalía uno hermoso, de formas perfectas y mirada profunda; lo supo cuando logró que sus ojos se cruzaran, al rato conversaba con él. Algo sucedió, pues ambos quedaron fascinados con el otro, por lo que siguieron encontrándose, se volvieron inseparables.

Esteban descendía de los hijos de Dios que tomaron para sí mujeres hijas de los hombres. Él podía ser dulce como Eva y siniestro, como Lillith; no era como los descendiente de Adán, no lo obedecía ni lo servía, menos reverenciarlo. Adán se sentía retado y atraído.

Aquella mañana salieron de cacería, el sol todavía no calentaba; corrieron detrás de las presas, no tuvieron suerte, por lo que cansados se recostaron bajo una datilera, a la orilla de una cascada, que formaba una poza cristalina. Esteban se tornó servicial, consiguió unos dátiles y los puso en la boca de Adán; dejando, sutilmente, que este le lamiera los dedos.

Luego del descanso Adán quiso nadar. Se hundió en el agua, mientras Esteban lo observaba y pensaba que aquel cuerpo, aunque maduro, revelaba la belleza de la creación. Unos minutos después se metió a la poza, se acercó a Adán y le dijo: No hay duda, en verdad eres creación divina.

Todo terminó en un jugueteo, en el que Adán descubrió que podía tener sexo sin temor a la reproducción, aunque eso implicara sacrificar algún orificio. Ahí quedaron dormidos a la sombra de la datilera.

Adán llevó a Esteban a su casa, como su protegido, fué él quien administró sus bienes cuando sus hijos se mataron entre si.

Eva no tuvo más hijos, por lo que dedicó su tiempo a la alfarería, sus figuras de barro se volvieron famosas y se vendían por montones. La gente daba cualquier cosa por tener una, y las pedían cada vez más grandes.

Billy Granjas

lunes, 1 de febrero de 2010

La pulga

Jamás se nos cruzó por la mente nombrarlo Diego, eso marca a los pibes, Diego solo hay uno, es irrepetible; por eso le pusimos Lionel, para dotarlo de un poder invencibe, además también es nombre de rey, Lionel, Leo, León; nada podría contra él.

Es el deseo de todo padre que su hijo chute la pelota como los dioses, pero con Leo no nos hicimos esperanzas, él nunca fue normal, lo supimos desde el principio, apenas pesó tres libras al nacer, por eso le dimos un nombre poderoso, para ayudarlo un poco al pibe.

No era como los demás, hasta pensamos que era ciego, porque se quedaba mirando fijamente al techo, ahí no había nada, solo una bombita de luz.

En cuanto caminó empezó a golpear el balón, a los cuatro años ya driblaba a todos los del barrio, corría como ningún otro, pero no crecía, pasaban los años y se iba quedando pequeño, por eso se ganó el mote de la pulga.

Se fue a la escuela pero no duró mucho, porque no aprendía, con mucho esfuerzo supo leer y escribir. Lo enviaron con la sicóloga, ella era elegante, pero no tuvo pena cuando dijo: Ché, el pibe es autista, tenés que tener paciencia con él.

Hizo falta más que paciencia, el pibe no aprendía. Eso sí, cuando ibamos para la cancha, viste, el pibe era otro, parecía tener poderes especiales, era un barrilete cósmico, pero era un chiquilín, así nadie lo iba a querer en su equipo.

Quisimos curarlo, al menos hacerlo crecer, pero no había gita y ningún club se quizo hacer cargo, apenas tenían para pagarle a sus jugadores.

Ahora tiene diez y siete años, y la estatura de un pibe de doce, se pasa todo el día con la pelota, nosotros lo dejamos. Sabemos que el nombre no le ayudó en nada, tampoco que nosotros tratáramos de fingir el acento argentino. Si tan solo nuestro patojo hubiera nacido en pibelandia, sería igual que ese chiquitín que juega en el Barça; pero ya se sabe, viviendo acá nadie nos iba a prestar atención; además, de Guatemala no puede salir ningún buen jugador de futbol.

Diego Iespien