lunes, 22 de octubre de 2007

Gardenia de Plata

Como todos los días, esa tarde viajaba en autobús de San Marcos a Quetzaltenango. En el asiento de la par, un señor gordito, como de unos treinta años, veía el paisaje, como abstraído, se volteo y me dijo que aquel paraje de Palestina de los Altos, era su favorito.

Empezamos a platicar de todo un poco. Me contó que él componía canciones, que ahora estaba escribiendo una para un concurso, pero apenas tenía el estribillo y una que otra idea. Me mostró el papel en el que garabateaba lo que parecía un poema. Al principio, no le encontré mucho sentido, le pregunté qué significaba la palabra Gardenia. El papel tenía anotaciones por todas las esquinas y en todos los márgenes. Yo no concebía cómo era posible que una persona pudiera sacarle música a las palabras y estuviera días o semanas trabajando un tema musical. Así que me interesó ver como aquella empresa de escribir una canción para un concurso le emocionaba tanto. Hasta le pedí que la tarareara un poco, para saber cómo era la música:

Vengo a Cantarle a mi amada
La Luna xxxxxxx
De mi Xelajú.

Tatatatatatatatatatatatatatatatatatatatataa
.

Ahora que he escuchado tanto ese tema, puedo asegurar que aquella tarde la música ya estaba clara y completa en la cabeza del compositor, pero le faltaba letra. Entonces le conté que yo era un escritor de cartas de amor. Había comprado un libro llamado Cien cartas de amor, de la editorial mexicana Rodríguez Hnos; por lo que en cuanto a lenguaje amoroso se refería yo tenía las capacidades que había ganado con la lectura, aunque realmente no escribía las cartas para nadie en especial.

En el camino fui recordando fragmentos de mis cartas y se los decía al compositor, yo veía que él anotaba algunas cosas en su hoja llena de dobleces; no sé si de algo le habrá servido. Lo que sí puedo decirles es que no le dieron el premio del concurso, pero la canción ahora es conocida como nuestro segundo himno nacional.

Cuando estabamos llegando a Xela y antes de bajarse del bus, frente al Coliseo, me aseguró que, desde ahí, a esa hora la luna se veía esplendorosa, también me dijo que se llamaba Paco Pérez.

Mill Soles

No hay comentarios: