Hoy sábado, 25 de agosto, murió. A partir de ahora la vida será un descanso para ella, que no ha conocido otro hombre que la haya hecho gozar y sufrir tanto. Ella lo amó, él la satisfizo. Por un tiempo creyó ser correspondida, ahora se alegra por su muerte; inexplicablemente, su amor nunca fue bien recibido; después de todo el sacrificio que hizo por él, la forma en que lo cuidó y le sirvió, ese hombre malagradecido llegó a despreciarla.
Ella era dos años menor, le tocó cuidarlo la mayor parte de su vida, sólo su madre comprendió el gran amor que sentía por él. Elizabeth sospechaba que su madre también había sido su amante tenido amores con él, pero no importaba: habían compartido tanto que compartir su gran amor era alcanzar lo sublime.
Siete años antes, Elizabeth pensaba: ¿debo acceder al conocimiento y olvidarme de Dios?, ¿de dios?, ¿qué es lo más sórdido que he hecho?, ¿afirmar mi divinidad?, ¿cumplir con creces uno a uno los siete pecados capitales?, ¿estar enamorada de Federico? Pero no es amor, no puede serlo, es una mezcla de gozo, deseo y adicción. Está loco, me odia y no puedo dejarlo.
Catorce años antes, Federico escribía: "Cuando busco la antítesis más profunda de mí mismo, la incalculable vulgaridad de los instintos, encuentro siempre a mi madre y a mi hermana".
Paco Pericles
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2 comentarios:
Buenas pajas!
gracias Claudia, has cocinado muy buenas historias en tu blog.
sigue visitándonos, y si te gustó...
recomiéndalo.
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