Esa tarde Iba caminando por el Paseo del Prado hacia el Capitolio. Iba pensando en Rei ¿Qué tiene este papito-mamita que me trae perdida? Un imán en alguna parte de su cuerpo… no, Rei es un tipo feo. Tiene algo extraño que me atrae, eso que atrae a... a esos tipos… ¡Coño! No es fácil… ¿por qué me gustas tu, Reisito?
Un grupo de pioneros me saca del soliloquio. Bailan con música que sale de algún lugar. Estos chiquitos me distraen y disfruto verlos. Se me ocurren unos versos, algo así como, a ritmo de pioneros me distraes Prado de la obsesión… ¡jajaja! ¿qué hago yo pensando versos? Es por ti Rei. Tu proximidad me ha hecho acercarme a la poesía. Tomo el sendero de la calle Obispo y llego a la Moderna poesía. Veo hacia adentro y se me antoja sacar el carbón para escribir algo en estas paredes… algo, pero ¿qué? El instinto hace que se muevan mis manos, las que toma Rei, pegándose a mí por atrás y diciéndome suavecito, hola mamita. Me dejo envolver y me pregunta para donde voy. A donde Mirella, quiero hacerme las uñas.
Seguimos por Obispo y nos vamos correteando y gritando. Hoy no vienes tan borracho. No mamita, hoy me tomé la tarde libre. Reímos a carcajadas y la gente nos mira. Me miran a mí, pero más a Rei… ¿en que tú estás pensando, por qué tú traes los labios rojos? Cansancio, mamita, hartazgo… vamos a donde Mirella, también quiero hacerme las uñas. ¡Qué loco, Rei! Si, Elenita… ¿por qué no? ¿Cuándo vas tú a empezar la escultura de las amantes? ¡Qué se yo! Esa escultura es como un lejano sueño ¿Quiénes serán tus modelos? ¿Mirella? Es muy difícil convencer a cualquiera… no sé aun, es difícil…
Vuelvo a sentir la sensación de ricura, nosotros jugando a media calle, la gente moviendo la cabeza nos censuraba… Mirella dice que no es guapo. Parece sospechar que me gusta. ¿Qué? Pues eso, su diferencia, su maldita diferencia, imagínate tú, hacerse el pelo y las uñas… ese arriesgarse y exponerse ante la gente así… también soy diferente… pero valiente solo uno: Rei.
Llegamos a la Plaza de la Catedral y nos sentamos a contar personas. Rei contaba hombres, señalando los que le gustaban con un beso; yo contaba mujeres y le describía las cosas ricas que haría con ellas… Ancianos no contaban. Santeros, tampoco. Nos quedamos pensativos…
Por ahí apareció un mulatito lindo, joven y coqueto… Rei lo vio, lo examinó y gritó ¡tremenda guacha! El muchachito se asustó y caminó más rápido. Nos reímos a carcajadas y luego volvimos a quedar en silencio.
Empieza a correr algo de viento y vamos a buscar la guagua para ir a casa de Mirella. Preguntamos ¿último?. No hay nadie, otra vez carcajadas. Llega la guagua llena. Nos subimos y unos tipos señalan a Rei. Él se mueve entre la gente y al llegar atrás se ha quitado el pintalabios. Al llegar a Playa bajamos y buscamos el paseo. La 5ª avenida está desierta. El paseo está lindo, el viento es fresco. Rei está desquiciado, como siempre y camina rápido, halando mi mano. A una cuadra de la casa de Mirella, le digo detente, papito. ¿Qué pasa, Elenita? Me gustas Rei… ¿qué? No puedo, cosita… lo beso. Rei no hace nada. Le tomo el rostro y lo beso de nuevo… toma mi cintura, después me aprieta y… abro los ojos, Mirella está en la puerta de su casa. Nos ve y luego entra corriendo…
Rei me tomó de la mano para cruzar la calle. Entramos a casa de Mirella, quien nos ofrece café. No quiero, Rei tampoco. Dijo que estaba cansado y se fue a la sala a ver la televisión. Le oímos discutir a solas diciendo que así como iban las cosas nunca vería la TV a colores. Que lo mejor es intentarlo de nuevo, saltar el mar, llegar a tierra firme…
Mirella me ve con una ternura. Ella es un alma y yo la admiro. Vamos a la antesala y empieza a hacerme las uñas ¿por qué quieres que te haga las uñas, si tu eres una artista? No te durarán… Mireydis, linda… ¿no te parece que yo podría cambiar un día, dejar la escuela de artes y hacer otra cosa, como tener un marido? Un maridito a quien cuidar… Elena, ¿Cuántas cosas has dejado para cambiar, para hacer algo diferente? Chica, lo único que a ti te falta es estudiar !ingeniería mecánica! De vez en cuando volteo a la sala y Rei sigue ahí, sentado, discutiendo con el televisor.
Mirella me hizo las uñas esa tarde con el amor más grande que yo he visto. Tierna y firme. Me propuso después un peinado sencillo, para que fuera yo toda una mujercita. Pero esos pantalones no quedan bien, busquemos ropa… me trajo una serie de blusitas ligeras, un pañuelo y un shorsito… esos botines, creo que tampoco… ponte mis chancletas. Luego fuimos con Rei y él me vio con unos ojos…
En este mismo sillón, donde veías la tele en blanco y negro, estoy ahora viéndote, Rei… o más bien, viendo a Javier Bardem. Está guapo, pero le falta eso que solo tú tenías. La película se llama Antes que anochezca, igual que tu libro. Y la veo en colores, como tú soñabas. Mirella y yo estrenamos hoy un aparato para VHS y DVD. Nos llegó tarde la tecnología. Igual que la tolerancia. Para la gente somos dos primas solteronas que se hacen compañía; para ti, la escultura viva de Las amantes.
Elena Habanera
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