Número 1000 es un tipo común y corriente, con sueños, aspiraciones, tristezas, decepciones, alegrías, su vida no se parece en nada a la de 900, el famoso pianista. No ha vivido en un barco, no ha subido a un tren, nunca ha viajado en avión. No sabe quien es Henry Chinaski, pero ha sido despedido de tantos trabajos como él; por eso a la fecha no ha logrado conseguir uno bueno. Ha desempeñado mil oficios, pero no ha aprendido ninguno. Por esta temporada se le ha visto empacando manzanas importadas, de las que se venden en lugares exclusivos, de las que se consumen en los hoteles y restaurantes finos, de las que luego adornan las mesas de unos pocos que, según él, de verdad tendrán una feliz navidad.
Hace poco los clientes empezaron a quejarse, pues estaban recibiendo algunas cajas incompletas o mal empacadas, las investigaciones del caso indicaron que Número 1000 era el responsable, por lo que fue despedido de inmediato. Salió de aquel lugar sin reclamar, caminó un rato, de pronto se encontró en la puerta de un ciber café, decidió entrar “de ahora en adelante vagaré en el ciberespacio”, dijo en voz alta. Luego de varias horas de navegar, de saltar de link en link, llegó a un blog en el cual aparecía, al pie de la página, el número 1000 “Vaya que heavy, soy el visitante número mil, igual que mi nombre, debe ser mi día de suerte, algún premio tiene que haber”. Esperó por unos minutos y como nada sucedió escribió un mensaje, para dejar constancia de lo sucedido. Unas horas después abandonó el lugar, convencido de que lo acontecido cambiaría su vida para siempre, era muy supersticioso.
De aquel evento han pasado varios días, su vida no ha cambiado, Número 1000 sigue siendo un anónimo que deambula por la red, no ha encontrado trabajo, pero ahora tiene la esperanza que algo sucedará.
Chepito De la Discordia
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