viernes, 30 de noviembre de 2007

Tiempo de Diablos y de Bushes

Para mí las vacaciones de la escuela no son para esperar la navidad. En este pueblo, cuando las vacaciones llegan es hora de sacar mi máscara de diablo y una cadena, de esas que se usaban antes para amarrar a los chuchos, entonces salgo con mis amigos a verguear gente, sobre todo a los que me gritan ¡diablo hueco, diablo hueco!, los persigo hasta darles con un chicote de doble punta. Con la cadena no pego, sólo asusto.

No me gusta meterle mano a las chavas, como hacen otros cuates. Talvez porque mi papá, quien fue el mejor diablo que haya existido, me enseñó principios. Cuando es tiempo de diablos tenemos licencia de pegarle a los desconocidos y a los curiosos.

Me dan risa los de la capital, cuando es 7 de diciembre queman su colchón y dicen que quemaron al diablo, quizá porque, según ellos, en la cama se cometen muchos pecados. Quién sabe.

A veces hay algún curioso que no se aguanta la chingadera, nos quita la máscara de diablo y nos taleguea, pero también en ocasiones alguno de los diablos les ha partido la cabeza de un cadenazo.
También aparecen pandillas de bushes o demonios. Sí, el nombre es profético, porque ahora existen dos demonios gringos llamados los Bush, pero no deviene de aquellos, ni tampoco creo que ellos se hayan puesto ese apellido por los bushes sampedranos. Son enmascarados, como los luchadores, tienen capas de nylon que hacen mucho ruido cuando corren, hacen tanto escándalo que los curiosos corren cuando los oyen, aún a dos cuadras de distancia. Cincuenta o sesenta conforman cada pandilla, generalmente no hay peleas entre pandillas. Al mismo tiempo salen muertes, llevando en la mano cañas de maíz que en la punta tienen una aguja capotera, para picarle la panza o las nalgas a todo mundo.

Los diablos siempre vamos con dos o tres amigos que no llevan máscara. Este año voy a estrenar una máscara genial. Creo que voy a ser diablo hasta que me queme y no pueda correr más. Aún me quedan muchos años para seguir siéndolo. En diciembre mi traje rojo es de diablo, no de Santa Claus.

El mejor regalo que me dio mi papá, una navidad, fue una máscara de diablo, hermosa, dijo que me la daba como herencia. Mi viejo profesor de lenguaje dice que las máscaras de diablo entre más feas más bellas.

Esta tradición de los diablos es única y sucede en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos.

All Diablo

1 comentario:

Anónimo dijo...

holaaaaaaaaaa!!!! felicito a quien haya escrito el texto!!!
la verdad es una tradición para muchos preciosa pues es tiempo de hacer ejercicios ya que si los diablos y bushes nos alcanzan jajaja nos pueden dejar hasta marcadas y lo peor las mujeres corremos mayor riesgo. Yo siempre tomo mis precauciones, salgo con varios amigos para evitar...
sandry. san pedro sacatepéquez sm