La palabra se me hizo atractiva. La tomé entre mi lápiz y empecé a escribirla, lentamente, grandota, grandota; letra por letra, sonido por sonido.
Como niña parvularia, la recorrí despacio, como si fuera de arena. Me concentré en ella y en un momento, no sé cuánto tiempo después, la palabra fue entrando por mi piel, hasta poseerme.
Sentí escalofríos, pequeños temblores; los poros totalmente abiertos, los vellos erizados, después todo se convirtió en calor, pero no sudaba. Recordé mis antiguas sesiones espirituales mientras respiraba despacio, contando hasta cinco en cada aspiración y exhalación. Después ya no fue necesario contar, todo fue más lento y agradable.
Mi cuerpo se hizo ligero, necesitaba alguien con quien compartirlo y te llamé, tengo algo que decirte , ven pronto, dije. Al momento apareciste y nos tomamos de las manos, el primer impulso fue bailar, luego nos abrazamos y ya no pudimos separarnos, hasta despertar juntos, desnudos y felices, al día siguiente.
Hace unos días encontré un libro que contenía la palabra, unida a tu nombre, pensé que contaría nuestra historia, lo compré y leí rápidamente las primeras páginas de algunos capítulos ¡Qué decepción!, no decían nada de lo nuestro.
Así me enteré de la forma tan horrible de tu muerte. Lo más terrible fue enterarme de que la palabra pasión tiene muchos significados, no sólo aquel que aprendimos juntos.
Simplemente María
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3 comentarios:
que bueno, me gusto mucho se me hizo tan natural como suelo escribir yo
Luna, lo natural no tiene sustituto, jeje.
jajajaja
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