domingo, 23 de diciembre de 2007

El pecado original (volumen 2)

Siempre busqué el pecado original, más por curiosidad que por necesidad. Bueno, ¿Quién puede necesitar el pecado original y para qué? Aunque todos hablaban de él, como se habla de las leyendas, para asustar chiquillos inquietos. Desde siempre quise encontrarlo. Me contaron que desde pequeño me lo quitaron, sin siquiera preocuparse por saber si algún día me serviría. Entonces a estas alturas de plano que había de conformarme con uno de segunda mano.
Con el tiempo supe que no a todos se lo quitan. Me entusiasmo la idea de encontrar a alguien al que no le sirviera, para que me lo vendiera, me lo prestara o me lo alquilara y así saber que se siente tenerlo. Resulta que, según la creencia en la que se nace, el pecado original se asigna y se quita.
Supe que los niños cuando nacen lo traen impregnado. Pero ¿dónde? He tenido decenas de niños en los brazos, les he cambiado pañal, bañado y espulgado, sin encontrar algo que les sobre, para que se los quiten. Durante un bautizo, ritual en donde supuestamente quitan el pecado, vi cómo un sacerdote dejaba caer agua en la mollera del niño; después los padres hicieron una gran fiesta, para celebrar haberle quitado el pecado. Yo con un poco de pena, pues no pude ver completamente el acto, cuando todos se fueron, fui a aquella pilita donde tuvieron al niño, pero no vi absolutamente nada, Solo había unun agujero en el fondo. Seguramente por ahí se va el pecado. –Qué desperdicio – dije en voz alta.
Después de una breve investigación descubrí porque este dichoso pecado era tan importante y despreciado a la vez. Resulta que era el secreto para atrapar al sexo opuesto. Razón por la que, al habérmelo quitado, las pavas ni me voltean a ver. Un tal Adán (que no era el tal Iván) hace un buen tiempo nos lo dejó de herencia. Así como se deja un terreno o una casa en la playa. Él tenía una su traida llamada Eva, con la que nada de nada, porque siempre estaban vigilados por la cámara de seguridad del condominio donde vivían. Eran como ratones de laboratorio. El lugar quedaba por Zacapa, se llamaba Eden (según parece a estos tipos les gustan los nombres cortos); entonces Adán vivía en Edén (hasta suena) con Eva. De eso ya hace bastante tiempo. Vivían rodeados de animales y hablaban con ellos, eran sus amigos; por eso el lagarto no se pasaba al jardín del vecino sin permiso. Nadie se estacionaba frente a la salida del otro, el chucho no se propasaba con la hija del vecino, ni el coche se quedaba tirado, de borracho, en la acera de enfrente. No existía, todavía, el problema de que la culebra se quejara, con el encargado del condominio, si uno se comía una que otra manzana del árbol que estaba en el parquecito central, Sucede que el dueño del condominio dio permiso a Adán y Eva de pasearse por todos lados, siempre y cuando no hicieran sus cositas.
Pero llegado el tiempo en el que se pide la prueba de amor, Adán se la pidió a Eva y ella con todo el dolor que implica hacerlo accedió.
Una noche, cuando todos dormían en Edén, una sombra se escabullía por los callejones del condominio. Una puerta se cerraba a lo lejos y el sonido de las hojas del parquecito tomaba un extraño ritmo. Adán esperaba, impaciente, la prueba de Eva, quien agitada le decía que no podía hacerlo. Que, era cierto, todas sus amigas ya lo habían hecho, pero que ella no sabía cómo . -Es simple– dijo Adán, con la experiencia que sólo él podía tener. –Te subes, te agitas un poco y yo hago el resto-.
Ciertamente la operación debía ser así de cómoda y sencilla. Se fueron al parquecito a probar suerte. Lugar dónde todas las parejas del condominio habían estado, para consagrar su unión.
Al primer intento Eva no quiso llegar muy lejos, por temor a que fueran descubiertos. Adán le dijo que no pasaría nada, que era normal su nerviosismo, por ser la primera vez.
Adán recostado sobre el manzano la toma por las caderas y la impulsa hacia arriba, quedando el cuerpo de Eva en el aire, ella logra tomarse de una de las ramas, patalea en el aire por unos momentos y logra subirse, desde ahí ve que la serpiente está dormida cerca de una rama caída, se pone aún más nerviosa, teniendo en cuenta que la prueba de amor consistía en bajar el fruto prohibido. Adán está pendiente de ella por si se resbala.
Eva toma el fruto, en ese momento la rama se quiebra y cae sobre la serpiente, que del susto trata de morderle la pantorrilla, en la confusión ella coloca el pie sobre la cabeza de la serpiente.
Fue tal el escándalo que despertaron al vecindario. En unos pocos segundos todos los vecinos, incluyendo al administrador, estaban en bata y pantuflas viendo la escena. El administrador le pregunta a Adán que sucedió, qué provocó el escándalo. Adán culpa a Eva, ella a su vez, al sentirse centro del incidente, señala a la serpiente como la causante del problema. Ya que, si bien era cierto ella se había caído, no hubiese sido tanto el escándalo si la serpiente no hubiera dado de gritos.
Las reglas eran claras, si alguien tomaba el fruto prohibido era expulsado del Edén, sin derecho a recibir algún tipo de reembolso por la casa en la cual vivían. No había otra regla.
Fueron expulsados del lugar y se fueron a vivir a lugares recónditos . Vivieron un tiempo en el Paraíso, zona 18, finalmente terminaron viviendo en Palestina de los Altos, Quetzaltenango, para sentirse más cerca del cielo.
El pecado original se lo llevaron. Total ya lo habían bajado, ni modo que lo dejaran tirado.
Desde entonces todos sus hijos sufren el mismo destino. Cargar con el estigma de pertenecer al único linaje que ha sido capturado en la prueba de amor, que al final se convirtió en un pecado original.
Pero ¿Aún existe el pecado original, materialmente hablando? Debe existir, de lo contrario no se los quitarían a los niños.
En mi búsqueda, nunca encontré la manzana. Solo una excelente copia californiana, en la sexta avenida, que aunque no tuviera nada de original, se le parecía mucho.

Luz y Fer.

2 comentarios:

Lunatrack dijo...

jajaja a un tal Fer no lo metan, y palesetina era la tierra de mi madre a lo mejor ella vio la manzana.

Johan Bush Walls dijo...

Luna: Una leyenda urbana dice que si uno da una vuelta a la manzana, por allá por el Cerrito Del Carmen, de seguro que se encuentra con el pecado original, ya algo gastado, pero pecado al fin. Yo creo que todo es paja.