domingo, 30 de diciembre de 2007

La manzana de la discordia

Tenia la justa dimensión del sentir, lo había construido a su medida, no le provocaba dolor, ni desasosiego, no le hacía esperar, ni desear y le hacía inmensamente feliz, solo con ejercer su voluntad. Lo más importante, no se necesitaba a nadie para sentir. Ni miradas, ni palabras, ni cartas, ni siquiera una imagen. Ante el desconcierto oprimía un botón, al costado del corazón y un chorro de felicidad surgía; sin recurrir, desde luego, a ninguna sustancia prohibida, a ningún estupefaciente. Era un dispositivo que funcionaba con una batería triple A y que no generaba adicción. Lo había construido después de varias terapias de choque, de agónicos desencantos, de brindar su corazón a quien no correspondía. Decidió no hacerlo más, se puso a estudiar anatomía y se dio cuenta de que el cuerpo segregaba una serie de hormonas, que provocaban estado de alegría bajo cierto estímulos. El aparatito tenía finas terminales acabadas en oro, las que colocaba en puntos sensibles de su cuerpo; bajo los ojos, en medio de la lengua, debajo del corazón, cerca del estomago y por supuesto en sus genitales. Provocaba pequeñas descargas que le hacían profundamente dichoso. Por cierto, le puso un nombre cariñoso al aparatito y lo cuidaba con gran empeño. Lo limpiaba, le daba su mantenimiento, lo colocaba en un lugar especial. Una mañana no lo encontró, se puso a buscarlo, enloquecidamente, caminaba de un lugar a otro, revolviendo todo, sin encontrarlo, su corazón se agitó, al punto de estallar. El único lugar en donde podía haberlo dejado era a la par de su cama, en la mesita de noche y no estaba. Hizo recuento de lo que había hecho el día anterior, de la reunión de amigos, alguno de ellos tenía que haber sido; los llamó, a uno por uno, hasta que alguien respondió diciendo que le felicitaba por su maravilloso invento, que debería patentarlo, que haría una fortuna. Salió inmediatamente, fue en busca de su tesoro, conteniendo la ira, tocó la puerta y violentamente arremetió contra la persona que se había llevado su precioso aparatito, le tomo del cuello, mientras gemía "es solo mío, es solo mío". Le cegaron los celos, no estaba en la disposición de compartir su felicidad.

Poncho Pilatus

viernes, 28 de diciembre de 2007

Pecados capitales - I

La preparación de la selección nacional, para enfrentar la eliminatoria mundialista, incluía una dieta estricta, baja en calorías, pero rica en elementos que potenciaran al máximo la fibra muscular de cada uno de los futbolistas. Se contrató a un entrenador de bajo perfil, pero con carácter fuerte, los jugadores lo aceptaron de buena manera; la prensa fue cauta en sus comentarios, aún así le dieron el beneficio de la duda. Los clubes ofrecieron apoyo total al nuevo proceso. Faltando seis meses para el primer partido el equipo nacional fue concentrado en un hotel, durante ese tiempo fueron sometidos a un riguroso acondicionamiento físico. Se vinieron los primeros encuentros de fogueo y los resultados fueron alentadores. La eliminatoria sería larga, habría que ir paso a paso. Un país del caribe fue el primero en sucumbir. Superado el primer escollo siguió una cuadrangular. El inicio fue mucho mejor de lo esperado, se ganaron los primeros juegos y después de algunos altibajos se logró la calificación a la última ronda; sólo después todos recordarían el 5 a 0 que se trajo de Costa Rica.

Los primeros síntomas de que algo andaba mal se pudieron observar en Panamá, en el primer choque de la hexagonal final. Más de alguno pensó que había peligro de llegar a perder la fe; sin embargo, el abultado marcador conseguido frente al segundo rival hizo a todos ver al cielo. Lo que vino después nadie se lo explica, se habló de que “el primitivo” se había vendido, que hubo problemas internos entre los jugadores, que algunos se iban de fiesta, que otros no entrenaban, cualquier cosa se dijo. Sólo el tiempo ha dejado ver lo que realmente pasó: La selección se comió los goles de Costa Rica, de México, de Estados Unidos y de Trinidad y Tobago; semejante gula le impidió asistir a su primer mundial de fútbol.

Diego Iespien

martes, 25 de diciembre de 2007

Chisme de navidad

Cuando la Juana se enteró de que el Alcalde y la doña Paty iban a estar toda la noche en el palacio de la loba, viera como se emocionó.
Comenzando con que ahora que dizque está sola se le mira sólo vestida de negro y con unas mechas desarregladas . Pero dijo que, ya que no hay quien por ella, pues que iba a echarse su tamal con el alcalde (como que la hubieran invitado personalmente).
Pues si, se acuerda que cuando regresó en enero, de porai , donde vive su hijo, venía toda descompuesta y no era para menos, viera usted, en la foto que yo le hallé en la basura estaba el hijo de la Juana, vestido de blanco, como niño de primera comunión, agarradito de la mano de un canche alto, vestido de negro y en la otra mano un ramo de flores blancas, ¡igualito que si fuera una novia de pueblo!. Yo casi que me desmayo cuando la vi, imagínese ella que la invitaron precisamente para que viera esa cosa, porque casamiento no se le puede decir y encima ese patojo ni siquiera ha dejado semilla.
Pues como le contaba, la Juana estaba tan triste que entre todas la enllantamos para que se arreglara bonita, se puso el vestido celeste que le compro su hijo, uno bien largo y que tiene un abrigo que le combina, como porai hace mucho frío, pues cabalito para pasar la media noche en la muni. Esta mera flaca la Juana, la Irma la maquilló y la peinó, hasta bonita se miraba.
La canche de la esquina ya agarró costumbre de ir todos los años, ella dice que se ahorra el tamal, que hay buena música y le dan regalos a los chirices, unos juguetes meros baratos, pero los ishtos igual los deshacen en dos monazos.
Pues la canche la vio y me lo contó. Dice que primero se echaron unos tragos, que hay unos señores bien divertidos que le pasan preguntando a uno si quiere un su piquetito en el vaso de ponche y la Juana se echo un par antes que comenzara la música.
Cuando el alcalde sacó a bailar a la doña Paty la Juana ya estaba bien entonada, dice la canche que la sacaron a bailar y que se deslizaba por la pista con uno y otro, bien elegante como es ella y suavecito baila la marimba; la canche vio que de repente ya no cambió de pareja y que al ratito comenzó a sentir pena, porque la Juana, a su edad y con sus canas, estaba detallándose en medio de la pista. Claro que la canche ni se metió, “vaya que los patojos ya se habían quedado dormidos, porque que feo se miraba eso”, me dijo.
Pues no se la hago larga. En la mañana eran unos gritos allá en la casa de la Juana y no me va a creer sale corriendo ¡una mujerona¡, le juro que era más joven que la Juana, bien bonita, con unos pechos grandotes y salió corriendo en brassier y pantalón, luego la Juana le aventó la camisa y la chaqueta que parecían de marero.
Y no ha querido salir de su casa, yo le mandé al Amilcar para que viera si no quería que le comprara algo, porque ya me afligí, quien sabe, tal vez en su bolencia no se dio cuenta, pero quien quita y esa babosada sea hereditaria.

Guadalupe Reyes

domingo, 23 de diciembre de 2007

El pecado original (volumen 2)

Siempre busqué el pecado original, más por curiosidad que por necesidad. Bueno, ¿Quién puede necesitar el pecado original y para qué? Aunque todos hablaban de él, como se habla de las leyendas, para asustar chiquillos inquietos. Desde siempre quise encontrarlo. Me contaron que desde pequeño me lo quitaron, sin siquiera preocuparse por saber si algún día me serviría. Entonces a estas alturas de plano que había de conformarme con uno de segunda mano.
Con el tiempo supe que no a todos se lo quitan. Me entusiasmo la idea de encontrar a alguien al que no le sirviera, para que me lo vendiera, me lo prestara o me lo alquilara y así saber que se siente tenerlo. Resulta que, según la creencia en la que se nace, el pecado original se asigna y se quita.
Supe que los niños cuando nacen lo traen impregnado. Pero ¿dónde? He tenido decenas de niños en los brazos, les he cambiado pañal, bañado y espulgado, sin encontrar algo que les sobre, para que se los quiten. Durante un bautizo, ritual en donde supuestamente quitan el pecado, vi cómo un sacerdote dejaba caer agua en la mollera del niño; después los padres hicieron una gran fiesta, para celebrar haberle quitado el pecado. Yo con un poco de pena, pues no pude ver completamente el acto, cuando todos se fueron, fui a aquella pilita donde tuvieron al niño, pero no vi absolutamente nada, Solo había unun agujero en el fondo. Seguramente por ahí se va el pecado. –Qué desperdicio – dije en voz alta.
Después de una breve investigación descubrí porque este dichoso pecado era tan importante y despreciado a la vez. Resulta que era el secreto para atrapar al sexo opuesto. Razón por la que, al habérmelo quitado, las pavas ni me voltean a ver. Un tal Adán (que no era el tal Iván) hace un buen tiempo nos lo dejó de herencia. Así como se deja un terreno o una casa en la playa. Él tenía una su traida llamada Eva, con la que nada de nada, porque siempre estaban vigilados por la cámara de seguridad del condominio donde vivían. Eran como ratones de laboratorio. El lugar quedaba por Zacapa, se llamaba Eden (según parece a estos tipos les gustan los nombres cortos); entonces Adán vivía en Edén (hasta suena) con Eva. De eso ya hace bastante tiempo. Vivían rodeados de animales y hablaban con ellos, eran sus amigos; por eso el lagarto no se pasaba al jardín del vecino sin permiso. Nadie se estacionaba frente a la salida del otro, el chucho no se propasaba con la hija del vecino, ni el coche se quedaba tirado, de borracho, en la acera de enfrente. No existía, todavía, el problema de que la culebra se quejara, con el encargado del condominio, si uno se comía una que otra manzana del árbol que estaba en el parquecito central, Sucede que el dueño del condominio dio permiso a Adán y Eva de pasearse por todos lados, siempre y cuando no hicieran sus cositas.
Pero llegado el tiempo en el que se pide la prueba de amor, Adán se la pidió a Eva y ella con todo el dolor que implica hacerlo accedió.
Una noche, cuando todos dormían en Edén, una sombra se escabullía por los callejones del condominio. Una puerta se cerraba a lo lejos y el sonido de las hojas del parquecito tomaba un extraño ritmo. Adán esperaba, impaciente, la prueba de Eva, quien agitada le decía que no podía hacerlo. Que, era cierto, todas sus amigas ya lo habían hecho, pero que ella no sabía cómo . -Es simple– dijo Adán, con la experiencia que sólo él podía tener. –Te subes, te agitas un poco y yo hago el resto-.
Ciertamente la operación debía ser así de cómoda y sencilla. Se fueron al parquecito a probar suerte. Lugar dónde todas las parejas del condominio habían estado, para consagrar su unión.
Al primer intento Eva no quiso llegar muy lejos, por temor a que fueran descubiertos. Adán le dijo que no pasaría nada, que era normal su nerviosismo, por ser la primera vez.
Adán recostado sobre el manzano la toma por las caderas y la impulsa hacia arriba, quedando el cuerpo de Eva en el aire, ella logra tomarse de una de las ramas, patalea en el aire por unos momentos y logra subirse, desde ahí ve que la serpiente está dormida cerca de una rama caída, se pone aún más nerviosa, teniendo en cuenta que la prueba de amor consistía en bajar el fruto prohibido. Adán está pendiente de ella por si se resbala.
Eva toma el fruto, en ese momento la rama se quiebra y cae sobre la serpiente, que del susto trata de morderle la pantorrilla, en la confusión ella coloca el pie sobre la cabeza de la serpiente.
Fue tal el escándalo que despertaron al vecindario. En unos pocos segundos todos los vecinos, incluyendo al administrador, estaban en bata y pantuflas viendo la escena. El administrador le pregunta a Adán que sucedió, qué provocó el escándalo. Adán culpa a Eva, ella a su vez, al sentirse centro del incidente, señala a la serpiente como la causante del problema. Ya que, si bien era cierto ella se había caído, no hubiese sido tanto el escándalo si la serpiente no hubiera dado de gritos.
Las reglas eran claras, si alguien tomaba el fruto prohibido era expulsado del Edén, sin derecho a recibir algún tipo de reembolso por la casa en la cual vivían. No había otra regla.
Fueron expulsados del lugar y se fueron a vivir a lugares recónditos . Vivieron un tiempo en el Paraíso, zona 18, finalmente terminaron viviendo en Palestina de los Altos, Quetzaltenango, para sentirse más cerca del cielo.
El pecado original se lo llevaron. Total ya lo habían bajado, ni modo que lo dejaran tirado.
Desde entonces todos sus hijos sufren el mismo destino. Cargar con el estigma de pertenecer al único linaje que ha sido capturado en la prueba de amor, que al final se convirtió en un pecado original.
Pero ¿Aún existe el pecado original, materialmente hablando? Debe existir, de lo contrario no se los quitarían a los niños.
En mi búsqueda, nunca encontré la manzana. Solo una excelente copia californiana, en la sexta avenida, que aunque no tuviera nada de original, se le parecía mucho.

Luz y Fer.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Del diccionario

La palabra se me hizo atractiva. La tomé entre mi lápiz y empecé a escribirla, lentamente, grandota, grandota; letra por letra, sonido por sonido.

Como niña parvularia, la recorrí despacio, como si fuera de arena. Me concentré en ella y en un momento, no sé cuánto tiempo después, la palabra fue entrando por mi piel, hasta poseerme.

Sentí escalofríos, pequeños temblores; los poros totalmente abiertos, los vellos erizados, después todo se convirtió en calor, pero no sudaba. Recordé mis antiguas sesiones espirituales mientras respiraba despacio, contando hasta cinco en cada aspiración y exhalación. Después ya no fue necesario contar, todo fue más lento y agradable.

Mi cuerpo se hizo ligero, necesitaba alguien con quien compartirlo y te llamé, tengo algo que decirte , ven pronto, dije. Al momento apareciste y nos tomamos de las manos, el primer impulso fue bailar, luego nos abrazamos y ya no pudimos separarnos, hasta despertar juntos, desnudos y felices, al día siguiente.

Hace unos días encontré un libro que contenía la palabra, unida a tu nombre, pensé que contaría nuestra historia, lo compré y leí rápidamente las primeras páginas de algunos capítulos ¡Qué decepción!, no decían nada de lo nuestro.

Así me enteré de la forma tan horrible de tu muerte. Lo más terrible fue enterarme de que la palabra pasión tiene muchos significados, no sólo aquel que aprendimos juntos.

Simplemente María

martes, 18 de diciembre de 2007

Comentario pajero sobre el texto Pecado original de Poncho Pilatus

Debido a la naturaleza abstracta del pecado, si nos atenemos a la más estricta exégesis bíblica y sin entrar en apologética, el protagonista del relato no puede tener el pecado original en su “refri”. Hay que tomar en cuenta que el creador castigó la desobediencia de Adán y Eva, no así el que hayan comido del fruto prohibido. Por otro lado, si consideramos, por un momento, que el pecado original es algo tangible, como pudo haberse conservado por tantos años, acaso fue encontrado en una excavación arqueológica, de haber sido así, recordemos que nuestros primeros padres mordieron una manzana, en esto la Biblia es categórica, por tal motivo es imposible que después de tanto tiempo la encontraran intacta, aquí no hay espacio para milagros. Urge recordar al autor del texto que las sagradas escrituras no están sujetas a discusión científica y todo aquel que hiciere burla o mofa de lo escrito tiene reservado su destino en el lago de fuego, que arde con lava y azufre.

Cash Flow

lunes, 17 de diciembre de 2007

Los malos amores

“Tienes una lista de malos amores, una interminable lista de resentimientos, malas palabras y deseos”, me decía la vidente del parque, previamente había atinado que tenía el tres de bastos en la mano. Sentada en su banquito, rodeada de mirones y apoyada por su asistente, quien repartía las cartas entre los curiosos, siguió diciéndome, “ahora no puedo decirte nada, pero toma el sobrecito que te envío con mi asistente, en el encontrarás lo que no te puedo decir en público, tomé el sobre, en el papel que venía adentro, estaba escrito, en grandes letras rojas, te quieres vengar. Me movió el piso.
Había adquirido el habito de intentar leer el futuro, en sentido de los amores, pues el pasado siempre fue desastroso, me dejaron, me engañaron, me mintieron, me estafaron; bueno, todos lo temas que las canciones rancheras tocan; por cierto, tengo un canción para cada una de las decepciones, son como cuatrocientas.
A partir de tal experiencia quise que me leyeran las líneas de la mano. En cada una de las lecturas me decían que una mujer morena, de hermosos ojos negros, llegaría a sacudir mi corazón; por supuesto buscaba a esa mujer en cada esquina (ahora que lo pienso, en la zona donde suelo moverme la mayoría son así), me dejaba llevar por el instinto, no por la razón. Recibí bofetadas, insultos y algunas órdenes de arresto por acoso, la jueza incluso se convirtió en mi conocida; aún así una vez me receto un mes de prisión.
Tiempo después cambié de método, pensando que la compresión de la mano era poco efectiva y que el asunto de los signos compatibles sería una mejor forma. En el horóscopo occidental era acuario, pero lamentablemente nunca me toco alguna de igual signo, todas eran tauro, sagitario, capricornio, escorpión, cáncer. Lo mismo sucedía en el chino, todas eran rata, tigre o dragón; vaya colección de signos, cada una de ellas me aterrorizo durante algún tiempo. Me jacto de haber salido con muchas, pero algunas ni siquiera dejaron que me les acercara, enseñaban sus enormes garras. Fue imposible encontrar una piscis, una acuario, una géminis, de esas nunca conocí, lo juro, la mitad de la constelación para mi no existía.
Luego me decidí por las cartas del tarot, cosa más grande en la vida, me toco ser el personaje del bufón y así me fue.
Después de un día de no dormir, con la tarjetita en la cabecera de mi cama, las palabras de la vidente me daban vueltas en la cabeza, entonces decidí ir a visitarla.
Llegué a una pequeña casa, cerca de la terminal de buses, en la puerta tenía un enorme letrero que decía Madame Olga; entré, había una mesa con un montón de piedras, santos y candelas, en la penumbra se miraba la silueta de la madame.
“Asuntos de negocios, amor, enemigos”; me preguntó, entre amores y enemigas le respondí, “complicado…¿qué quiere, que lo quieran o quitárselas de encima?”. Pensé que había sido una estupidez mencionar a las enemigas, pues lo que necesitaba era que me quisieran. Se lo dije, “¿Cuantas desea que lo quieran”, todas pensé, sería mi venganza. Madame Olga me miro de reojo y accedió a darme una dosis de quiéreme mucho, para utilizarla con veinticinco mujeres, yo quería más, pero me dijo que probara con tal número; me proporcionó el instructivo, para que funcionara tendría que tomarles una foto, meterlas en un frasco con alcohol y ruda, encenderles una veladora durante un mes, sin dejar que se consumiera el fuego, llamarlas por teléfono y además darles de tomar polvito de quiéreme mucho.
Me tomó casi un año tomar las fotos, eso fue lo más fácil, lo hacía desde lejos, con un tele zoom. Para averiguar los teléfonos envié a un mensajero, primero obtenía el número de la oficina, luego contrate los servicios de un modelo tipo A (homosexual no evidente, para que no se quedara con el mandado), a quien le encargué que las invitara a tomar café y aprovechara para diluir el polvito, todo salio de maravilla.
Empecé a llamarlas, con un una semana de intervalo, milagrosamente todo funcionó. No tardaron en pedirme que saliera con ellas, sin darme cuenta cada una fue quedandose enganchada; cuando iba apenas por la cuarta no supe como distribuir el tiempo de la semana, porque cada una exigía que estuviera con ella, que saliéramos, que las llamara; ante tanta presión decidí esconderme y negarme. Entonces aparecieron los insultos, los celos, los llantos, los reclamos, las amenazas, todo se convirtió en un infierno.
Regresé con Madame Olga, me recibió con su clásica pregunta, “¿negocios, amores, enemigos?”; malos amores, dije, “está complicado”, me respondió.

Poncho Pilatus

jueves, 13 de diciembre de 2007

Pecado original

Yo tengo el pecado original en mi refri.
De verdad, tiene dos mordidas, una de Adán y otro de Eva. Necesito sacarlo porque me genera tentación, con la mano en la nuca se lo dije al sacerdote en una confesión, pero no me creyó. Tuve que cambiarme, a regañadientes, de religión y me pase a una iglesia evangélica, de esas donde pegan gritos, danzan y hablan en lenguas celestiales, yo intenté pero se me trabó la lengua, mejor me quede con el Español; que escribo a medias.
Para no cansarlos no les contaré como fue que acepte al señor, sólo les digo que después recibí unas doscientas setenta y cinco visitas de los hermanos, instruyéndome sobre La Biblia. En fin, le hablé al pastor, con las mismas palabras que se lo dije al sacerdote católico, sin mediar palabra, de inmediato, me impuso sus manos en la cabeza, mientras gritaba: “Satanás, Satanás, sal de ahí”. Créanme, me asusté porque en algún momento pensé que de verdad tenía algo, pero no fue así, el pastor se desgalilló, junto con otros cinco hermanos en la fe y les aseguro que no salió nada; solo yo, no porque haya querido, lo que pasó fue que hubo reunión de ancianos y determinaron que yo era un mal para la congregación, alguna razón tendrían, porque algunos hermanos, por cierto eran los que mejores lenguas celestiales hablaban, me pedían que hiciera mi sucursal evangélica, que se podría llamar la nueva iglesia evangélica del pecado original y poner en medio del pulpito el fruto que originó el pecado. Lo pensé un par de meses, imaginaba que podría copiar el modelito de un señor llamado Cash, de su ciudad de Dios, un colegio, un centro comercial, un auditorio para treinta y cinco mil personas, mega parqueo y venta de “suvenirs”, con fotografías del pecado original; seguro saldría de pobre, pero las sabias enseñanzas de la Biblia me lo impidieron, con ese versículo que dice, “es más fácil que un camello entre en el orificio de una aguja que un rico al reino de los cielos”(omito el versículo para que escudriñen las sagradas escrituras).
Después de seis meses de resaca espiritual , porque realmente me encariñe con los hermanitos , decidí meterme a un taller de Vipasana y Yoga para meditar y encontrar el valor de sacar el pecado original de mi casa.
Después de diez días de silencio, el pecado se mantenía inmutable en la refri.
Ahora estoy en un entredicho, pensando de verdad hacerle caso a la tentación, un día le meteré una mordida, a ver si se aparece Dios en mi cocina, ahí es donde me contradigo, porque si Dios me receta otra vez ganarme el pan con el sudor de mi frente, tendría que trabajar doble jornada, sin derecho a horas extras, con el mismo salario y doblemente sudado.
Un día de estos se lo cuento a un ateo, a ver si se atreve a comprobarlo científicamente.

Poncho Pilatus

miércoles, 12 de diciembre de 2007

La convención del posboom

La convención de escritores se celebraba en La Habana, como todos los años, aunque nunca como ahora habían acudido tantas estrellas del boom y del posboom latinoamericano: Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Johan Bush Walls, Gioconda Belli y Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Juan Gelman, hasta Guillermo Cabrera Infante y Octavio Paz estaban presentes. Se había logrado que, quienes tuvieran diferencias con Fidel, las hicieran a un lado y se concentraran en lo importante: la literatura.

Allí estaba Pepe Rabanales, representando a un país tercermundista, analfabeta y en guerra. No estaba programado en ninguna ponencia a pesar de haber enviado media docena de ellas alabando a los posibles padrinos de su obra.

Los hoteles se asignaron de acuerdo a la importancia de los escritores, Pepe no estuvo conforme: el hotel que ocupaba no estaba a la altura de su obra; había gran cantidad de escritores con menos talento que él y ubicados en dormitorios con mejor vista.

Hubo gran cantidad de lecturas, comidas y tragos, Pepe logró estar cerca de su ídolo, intercambió dos palabras con él y le entregó uno de sus originales ¿o fueron dos? La felicidad le duró poco, media hora después encontró su texto en el basurero del baño, le faltaba la primera página. Esto no lo pudo soportar, salió de allí y no volvió a la convención, dos días después regresaba a su país.

Al año siguiente se publicó la novela Vivir para contarla, Pepe, entre borrachera y borrachera, le cuenta a sus amigos que ese era el título de la novela que no había logrado publicar, pero no importa, el gran Gabo lo había inmortalizado. Bueno, la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda.

Lo que no logra hacer memoria es dónde dejó el otro texto, el que perdió completo, el que hablaba de todas sus putas...

Paco Pericles

lunes, 10 de diciembre de 2007

Mel

Tu avión aterrizó en Guatemala, te quedaste pensando en lo mucho que querías a tu amigo, sólo así podías haber llegado a un país como este, dejaste el aeropuerto sintiendo miedo, ya en el carro te sentiste más tranquilo, nadie asaltaría un vehículo con un sacerdote a bordo, la moderna estructura de la ciudad contrastó con la imagen mental que te habías hecho, tenías en la cabeza los fotogramas de tu Apocalypto, no te dabas cuenta de que eso fue hace más de quinientos años, el camino se te hizo largo, suspiraste profundo cuando tu amigo indicó que habían llegado, no quisiste aceptar la invitación a pasar la noche en su casa, demasiadas incomodidades para un día, le diste un fuerte abrazo, dijiste adiós, te quedaste solo con el piloto, para entretenerte te habló de las maravillas turísticas, te habló de Antigua, te dijo que solo estaba a cuarenta minutos, te convenció sin que te dieras cuenta, te llevó al mejor hotel de aquella ciudad, en ese momento supiste que la osadía podía valer la pena, el cansancio del viaje te hizo dormir tranquilo, despertaste cuando un ligero viento se coló por la ventana, tomaste el desayuno, saliste a caminar por la ciudad, llegaste al parque, tomaste fotos con tu celular, pasaste frente a mi, te ofrecí atol blanco con tostadas, escuchaste mi voz, volteaste a ver, la expresión de tus ojos, casi saliendo de sus órbitas, me hizo pensar que comprarías, ofreciste llevarte toda mi venta, hasta el canasto, me invitaste a caminar con vos, te miré con desconfianza, ofreciste más dinero, me jalaste del brazo; a la mierda gringo serote, ya se quien sos, no creás que me vas a llevar como a esas putas que recogés cuando andas bolo, te grite mientras te torteaba la cara.

Te alejaste asustado, quisiste salir corriendo, abordar tu avión, emborracharte de la decepción, no podías tolerar que te hubiera rechazado, tu ansiedad se incrementó cuando el avión despegó, miraste por la ventanilla, mientras jurabas que regresarías por mi.

María Del Parque

viernes, 7 de diciembre de 2007

Vía del infierno

Anoche lo intentamos de nuevo, creo que el cigarro quedó prendido por un segundo en su tetilla derecha antes de que aullara como un cerdo en el matadero, gritaba como loco, encendí otro cigarro para apaciguar el deseo que me mataba. Un momento después estábamos en el cuarto del conserje, Salvador se quedó sentado, enfrente, mirando, mientras el tipo sudaba y bufaba como toro de lidia, viéndolo de espaldas, no se pudo resistir a intentarlo, pero el hombre era más macho de lo que él pensaba, se volteó de golpe y se le fue encima; tuve que detenerlo, mientras Salvador se cubría la cara y el bigote con ese estilo suyo tan absurdo.
Por la mañana volvimos a abrazarnos, y de nuevo nos enfrascamos en ese amago de sexo que se dá entre una pareja de casados viejos. Se arrodilló ante mi y me pidió que volviera a casarme con él, accedí como siempre, embobada por su cara de niño viejo y su llanto amargo y pueril. Fascinada porque me necesita tanto como a una madre, que también es su amante, que también es su esposa.
Dos días es lo que toma a su pequeño cuerpo recuperarse, especialmente cuando pinta, lo hace por horas y otra vez poso desnuda en un incómodo silloncito, no puedo evitar sonreír. Su devoción, sus miradas, lo inútil de sus patéticas elevaciones, que duran segundos o tal vez minutos, sus absurdas corridas cuando uno de los jóvenes ayudantes intenta acomodar mi seno derecho con cinta, para que se vean simétricos, de pronto se inclina, el chico y yo nos damos cuenta de que se ha vaciado, por completo, sólo al vernos, vuelvo a reír, porque a él le encanta que lo haga , que me burle de sus pequeñeces y sus locuras.
Las veces que he estado con dos hombres, desde que vivo con él, solamente ha observado, suda como loco, pero no se acerca, entiendo que no puede y que todo lo demás que hacemos compensa incluso lo absurdo de dejarme ver con otros, de sentirme usada…
Dos o tres veces hemos logrado hacer realidad nuestros deseos, entonces me sodomiza, grita su nombre, me transformo en un joven poeta, por un par de segundos. Luego termina la magia, de nuevo somos nosotros, la misma pareja de viejos, que necesita un poco de sadismo para sentir, la pareja que se sigue casando porque dependemos el uno del otro, porque comprendemos las locuras del otro, porque me llama su Gala, y lo amo.

Gala

jueves, 6 de diciembre de 2007

Hip Hop -pajero- del bloguero plagiado

Ahora resulta
que a un bloguero
le pagan con el plagio
sus horas invertidas
en crear tantas charadas

Merece respeto
su trabajo es sincero
si tienen un problema
vayan con un loquero
que les recete mota
alguna formulita
para escribir sus propias cosas
y que les quite lo mulita

Blogueros originales
merecen libertades
no plagios ilegales
son actos criminales

Si eso no te cansa
prefiero la venganza
con mi mejor estilo
aprieto la moyera
dejo sonar un verso
que agite una alianza
de todas las razones
no simple alabanza
un puño sincero

Que abrace la escritura
como hacen los pajeros
en el momento que jura
ser rey de sus aleros

Por eso me declaro
un gran irreverente
teniendo presente
las ideas germinan
desde un estilo propio
frondoso
fresco
profundo
que un pinche plagiario no se lo imagina
el roba las palabras
no tiene algún oficio
solo es un desperdicio
de mates y prejuicios

Por eso declaro
no soy verbo
no soy predicado
menos sutantivo
eso lo dejo a Arjona
quien con gusto me encabrona

Soy bloguero mal pagado
pero eso no me importa
no tiene significado

Somos poetas
no somos profetas
montamos camionetas
pa vender paletas
compus sin regletas

Todos los cantantes
quieren sus diamantes
pero los poetas queremos ser amantes
ser los más galantes
entre los escritores

Por eso los poetas
no quieren plagiadores
ladrones del estilo
ladrones de la fama
les vamos a dar con la macana
verán lo que es bueno
pues todos los blogueros
que fuimos plagiados
vamos a castigarlos

Tendrán su merecido
por haber mentido

50 cent de quetzal

martes, 4 de diciembre de 2007

La Familia

Mi tía compraba todos los meses la revista “La Familia”, aseguraba que lo hacía para conseguir unos cuadros de manta, de aquellos que traen tenues dibujos para bordar, con los que, según ella, completaría un hermoso mantel. Como nunca la vi bordando, estaba seguro que aquello tenía otra explicación. Solterona, como era, iba todas las tardes a misa, se persignaba y oraba día y noche. Sus faldas largas, olorosas a naftalina, y sus cuellos almidonados se distinguían a kilómetros, en un pueblo donde la mayoría de las mujeres eran indígenas y usaban sus vestimentas tradicionales.

Tenía su propia habitación, una especie de altillo en medio del patio, a donde ninguno de nosotros subía, en parte por lo empinado de la escalera y en parte porque de habernos atrevido seguramente habríamos parado en el horno que mantenía encendido todo el día.

Cuando la famosa revista dejó de publicarse ella comenzó una etapa de decadencia, que completaba con absurdos alegatos hacia nosotros y quejas acerca de quienes habían profanado su santuario.

Mi padre llevaba gente cuando ella estaba en misa, a veces entregaba paquetes, se nos había pedido a todos no hablar con la tía ni con nadie al respecto. El día que llegaron por él la tía permaneció en el altillo, no bajó para nada; los soldados saquearon cada rincón de la casa, se llevaron joyas de la familia y libros, pero no subieron. Ella bajó horas más tarde, cuando mi madre sollozaba, medio dormida, auxiliada por las vecinas, quienes después se ausentaron y no volvieron jamás. La recuerdo con su pose insolente, la Biblia en las manos, haciendo una mueca de mofa y vanagloria. La casa le quedó a ella cuando mi madre, con la ayuda de un amigo, nos sacó del pueblo y de los recuerdos.

Regresé veinte años más tarde, con miedo y sin estar seguro de que hacía lo correcto. La gente aún recordaba quien había sido mi padre, por otro lado, mi acento gringo y las ropas que ahora usaba no le hacían gracia a nadie. Necesitaba un par de días solamente, la carta decía que la tía había tenido un infarto, como era el último heredero se suponía que vaciaría la casa y volvería a Los Ángeles. Logré vender la mayoría de las cosas, pero antes de conseguir comprador para la casa decidí vaciar yo mismo el altillo. Entrar a aquel santuario podía hacer temblar a cualquiera: las paredes estaban tapizadas por los grabados de Doré, que se publicaban en la revista “La Familia”, sin el orden bíblico, narraban una historia conocida y profana, el absurdo amor platónico de la tía por mi padre, sus nombres en la ilustración de Adán y Eva, mi madre como la gran ramera, el abuelo como Moisés, haciendo pedazos la historia de amor, el ángel anunciándole que sería madre sin pecado, mi padre como uno de los filisteos que invadían la tierra prometida, mi padre como Jesús y las hordas de soldados que se lo llevaron, por último mi padre en el infierno, siendo torturado hasta la muerte. Los garabatos que narraban la historia estaban bordados en los lienzos de manta que hubieran sido parte del ajuar de la novia. Sin creerlo, me senté en la vieja cama, desde allí divisé el arcón, el baúl de esperanzas donde supuse encontraría las otras partes del ajuar de la frustrada novia. Lo abrí, mi vómito cubrió las paredes, mientras veía lo que quedaba del cuerpo de mi padre, metido entre sábanas de lino bordado, un tenue hedor a naftalina aún persistía. A la siguiente noche, en secreto, con ayuda de un viejo amigo de la familia, le di sepultura al arcón.

Nadie creería que la bondadosa y devota solterona había delatado a su cuñado y como premio el teniente le entregó el cuerpo, con el que vivió hasta su muerte.

Luis Pérez

lunes, 3 de diciembre de 2007

Número 1000

Número 1000 es un tipo común y corriente, con sueños, aspiraciones, tristezas, decepciones, alegrías, su vida no se parece en nada a la de 900, el famoso pianista. No ha vivido en un barco, no ha subido a un tren, nunca ha viajado en avión. No sabe quien es Henry Chinaski, pero ha sido despedido de tantos trabajos como él; por eso a la fecha no ha logrado conseguir uno bueno. Ha desempeñado mil oficios, pero no ha aprendido ninguno. Por esta temporada se le ha visto empacando manzanas importadas, de las que se venden en lugares exclusivos, de las que se consumen en los hoteles y restaurantes finos, de las que luego adornan las mesas de unos pocos que, según él, de verdad tendrán una feliz navidad.

Hace poco los clientes empezaron a quejarse, pues estaban recibiendo algunas cajas incompletas o mal empacadas, las investigaciones del caso indicaron que Número 1000 era el responsable, por lo que fue despedido de inmediato. Salió de aquel lugar sin reclamar, caminó un rato, de pronto se encontró en la puerta de un ciber café, decidió entrar “de ahora en adelante vagaré en el ciberespacio”, dijo en voz alta. Luego de varias horas de navegar, de saltar de link en link, llegó a un blog en el cual aparecía, al pie de la página, el número 1000 “Vaya que heavy, soy el visitante número mil, igual que mi nombre, debe ser mi día de suerte, algún premio tiene que haber”. Esperó por unos minutos y como nada sucedió escribió un mensaje, para dejar constancia de lo sucedido. Unas horas después abandonó el lugar, convencido de que lo acontecido cambiaría su vida para siempre, era muy supersticioso.

De aquel evento han pasado varios días, su vida no ha cambiado, Número 1000 sigue siendo un anónimo que deambula por la red, no ha encontrado trabajo, pero ahora tiene la esperanza que algo sucedará.

Chepito De la Discordia