martes, 20 de noviembre de 2007

El sueño américano

No lo podía creer, mi amigo Juan se había subido a un Jet 747, en la cabina, junto a los pilotos, había obtenido un premio impresionante. Todo ocurrió cuando fue a sacar la visa americana, pago sus 120 dólares, producto de un año de ahorros, y se dispuso a probar suerte con los tramites para acceder a tan preciado documento. Se subió al autobús del servicio publico, ruta 82 y se bajó frente a la embajada de las barras y las estrellas con un aire de quijote frente a gigantes molinos. La vio con desprecio y con aire de vencedor, pues según él la cita que le habían dado lo llevaría directamente a la ventanilla, pero ese fue su primer desengaño, la cola era enorme y se antojaba interminable. En ella encontró altos ejecutivos con tarjetas visa oro, otros que llevaban sendos papeles acreditando múltiples propiedades, otros más con un montón de estados de cuentas bancarias, con cifras de varios ceros. Él únicamente llevaba su pasaporte y una humilde cedula ajada que, a pesar de haberla emplasticado con material grueso, no resistió las múltiples veces que le fue requerida para cobrar cheques en el banco, enseñarla a la entrada del cine en las funciones de películas para adultos y en otras ocasiones en las que le fue requerida por la policía, aduciendo conducta sospechosa. Tiempo atrás había decidió no reponerla, temía que parte de su historia se perdiera y además, para los gringos que son tan desconfiados, una cedula nueva es indicador de falsificación.

Juan observó, con displicencia, a todos esos contrincantes, cada uno con fajos de papeles en las manos y pensó que sus oportunidades de conseguir tan ansiado botín eran mínimas. Empezó a elucubrar estrategias sobre como eliminar a los contrincantes; cual don Quijote, ante un montón de bandidos bien trajeados, pensó en desaparecerlos con el pensamiento, pero no funciono, pensó en noquear a uno por uno, pero eran demasiados, como unos quinientos; pensó en prenderle fuego a la embajada, pero seguramente lo confundirían con terrorista talibán y nunca le darían visa, en esas estuvo todo el tiempo y sin darse cuenta le llegó su turno. “Sus papeles”, dijo el gringo encorbatado, Juan entregó orgullosamente su pasaporte y la humilde cedula, en la que se podía observar una foto de cuando tenia 20 años menos. El gringo lo observó y preguntó “solo esto”. “Pues si” contesto Juan. El gringo, estupefacto por la seguridad de mi amigo, se sintió confundido y le dijo “¿para que querés la visa?”; Juan vio la oportunidad de decir lo que había estado mascullando desde minutos antes de llegar a la ventanilla y empezó un animoso discurso. “Para ir a ganarme la vida honradamente”, levantó la mano antes de que el gringo pudiera decir algo y prosiguió, “ve todos estos que están aquí, son un montón de mentirosos, le traen todos esos documentos: las tarjetas Visa, para decir que tienen crédito; las escrituras, para decir que tienen propiedades; las cuentas bancarias, para decir que tienen pisto. Mentira, pura mentira, porque si yo tuviera crédito, propiedades y pisto, no vendría a mendigar por una visa”. El gringo, asombrado por la actitud de Juan, se emocionó tanto que se le salió una lágrima de admiración ante actitud tan valiente y decidió otórgale una visa múltiple, indefinida, con foto de marco especial, pagarle el pasaje y hospedarlo durante una año en su casa. Además, claro está, le concedió el privilegio de viajar en la cabina del Jet 747, situación reservada para héroes como mi amigo Juan.

Poncho Pilatus

5 comentarios:

Juan Pablo Dardón dijo...

Te volasta la barda con este cuento!!!!! Qué bueno!

mona dijo...

Eso le sucedió sin paja a un amigo colombiano en la embajada de Venezuela, por allá por los 70's. El, es negro como el carbón, con una boca inmensa, que da susto verla, pareciera que lo puede succionar a uno con una carcajada. Pero sin más ni más llego a decirle al gringo que él se iba porque ganaba más plata en USA que en Caracas. El tipo no se la creía y fue a hablar con el cónsul, este salio y lo miro a la cara y le dijo que estaba bien que le otrogaban la visa.

Les juro no es paja

Johan Bush Walls dijo...

Juan Pablo, gracias por seguir leyendo.

Mona, muy descriptivo tu comentario, gracias por tu visita.

Julio Serrano Echeverría dijo...

Jaja , ta bien broder, a seguir confundiendo al mundo pué!

saludos

Johan Bush Walls dijo...

Que el mundo se confunda en su propia confusión broder, seremos sus testigos. Gracias por tu visita y por leer los textos.