Llegué a Cartagena buscando a Gabo, me interesaba participar en un taller de poesía que él estaba organizando.
Increíblemente no me considero buen poeta, soy más bien un cantautor, un bohemio que intenta escribir poesía; aunque tampoco oculto que, si de literatura se trata, lo mío es la novela, tenía una que la escribí tres veces, pero el disco duro de la computadora se encargó de eliminarla, he llegado a pensar que esas máquinas saben lo que hacen.
El vuelo del norte al sur me volvió a recordar a mi querido Jocotenango, es imposible vivir en el norte, pero ¿qué le hago?, hay que trabajar para comer y en Guatemala un cantante come mierda o no come.
Cuando llegué a la ciudad, me desayuné una arepa de huevo que me supo a pupusa de la Chonita, enfrente de Ciencias de la Comunicación, en la USAC, deliciosas. En mi breve paso universitario aprendí a amar los shucos, las tortillas con frijol frío de lata, qué decir de las pupusas, con su poquito de curtido (lástima que esta, de huevo, no tenga chile ni curtido), claro está, todo bien acompañado de cerveza, no importa la marca, o ya de perdida una pacha de indita.
Volviendo a la historia, entrar a la ciudad es como llegar a la Antigua, caminé sigiloso, como un animal nocturno, esperando que no me reconocieran, ni que me persiguieran, el problema es que aquí no hay desfile de gigantes, por lo que no podía ponerme una máscara.
El taller estaba programado en un hotel de lujo. Luego de la inscripción todos me reconocieron. No quise ponerme un pseudónimo porque yo soy yo y no necesito comprobar que no soy de neptuno (aunque parezca extra terrestre). Debo decir que en esta ciudad la luna clara se desliza por cualquier cornisa, pero no se parece a la luna de mi Xelajú.
Gabo, brutalmente creativo, nos hizo cabalgar sobre los sueños, con ojos de perro azul, pero yo me sentía tan fuera de lugar como un esquimal en Varadero. La intención de participar en el taller incluía recuperar mi historia, ver hacia adentro y soñar con sumas no resueltas, uno más uno que no suman dos, tal vez tres; tenía que resolver algunos problemas existenciales, episodios de mi vida, como aquel en el que Jesús afinó mi guitarra, cosas que aún ahora sigo sin entender (cómo pudo mi madre bautizarme y no avisarme, la rima me sale natural). En mi esfuerzo creé imágenes buenísimas, y metáforas que incluyen noches de luna entre ruinas.
Por la noche el Gabo nos llevó a una parranda. Me pareció increíble la capacidad del viejo para entablar conversación con chicas de jet set o mujerzuelas de esquina y, más aún, que vestido con el liki liki se lanzara a bailar cumbia (con pañuelo y todo); me rehusé amablemente a hacer lo propio, porque mi flexibilidad es escasa, a pesar de los esfuerzos de mi entrenador de basket en los Leones de Marte. (por eso piensan que soy extraterrestre).
Los cantores de vallenato improvisaban décimas al ritmo de toda clase de instrumentos, me dieron ganas de agarrar una guitarra y cantarle unos versos al Gabo, pero una voz gangosa interrumpió mi intención, mientras cantaba:
Arjona es para la trova
Arjona es para la trova lo que Bush es para Irak
cantando se encaraman
a la mierda ya se irán
Al inicio de la tonada no había reconocido la voz, la verdad era que no lo creía, ya para el final no había duda de que se trataba de Sabina, al que le he fusilado algunas lineas; en realidad Sabina es casi mi padre. El rechazo de Joaquín me hirió muy dentro, llorando le confesé que sólo quería escribir la canción más hermosa del mundo; iba a decirme unas palabras, pero alguien le preguntó a qué hora se había terminado la velada de la semana anterior, a lo que él respondió: creo que nos dieron las dos y las tres y las cuatro y las cinco y las seis.
Quise volver a la conversación, pero la mano del Gabo apretó mi hombro, al tiempo que decía: tenemos que irnos, es peligroso andar muy noche en la calle, en esta ciudad espantan.
Johan Bush Walls
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5 comentarios:
Me divierte este espacio lleno de pajas, porque al final de cuentas quien no lo es (pajero, digo). Estamos a la espera de más crónicas alucinadas como la anterior, saludos!
Gracias por tu visita, espero que sea asidua. Es agradable leer los comentarios.
¡Gracias por confirmar lo que pienso, Johan! ¡Arjona es un pajero de mierda!
"pero yo me sentía tan fuera de lugar como un esquimal en Varadero"
Te quedó chévere, Johan, jajaja.
Si quiera pusiste el link en el perfil de Mags, yo casi nunca leo cuentos y este venía al caso.
Le quedó muy bueno Don Johan.
Una salvedad: la arepa que se comió el cantautor allá en Cartagena no es "con" huevo, es Arepa "de" Huevo.
Felicitaciones
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