lunes, 11 de agosto de 2008

Charles

Recuerdo la única vez que T.S. perdió el control de sí mismo, fue cuando aquel hombre, Scofield creo que se llamaba, lo acusó de haberle bajado a la novia. La discusión llegó a tal grado que se fueron a las manos, ambos quedaron con los ojos morados, con las narices sangrantes y tirados en el suelo, producto de la gran taleguiada que se dieron. Vivien fue a limpiar las heridas de T.S. dando a entender de esa forma su decisión.

Yo le había advertido que esa mujer solo le iba a causar problemas, que mejor se casara con mi hermana, pues ella estaba profundamente enamorada de él; pero no me hizo caso; poco tiempo después se casó con Vivien y se fueron de luna de miel.

Durante esos meses dejé de verlo y aproveché para alejarme de la ciudad y viajé a Los Ángeles. Quise experimentar la vida común, conseguir un trabajo, ser un hombre normal, alejarme de las esferas intelectuales.

Lo primero que se me cruzó en el camino fue la oficina de correos, para mi buena suerte estaban buscando un cartero; solicité el puesto y en eso anduve durante un tiempo. Esa es una historia que solamente he contado una vez y fue a alguien que ni siquiera conocía. Resulta que una tarde, después de terminar la jornada, me dirigí a un bar, iba por la tercera cerveza cuando un tipo de unos veintitantos años se sentó en mi mesa, soy Charles, me dijo, mientras se sentaba y me contaba que quería ser escritor. Como no paraba de hablar, entonces, para hacer que se callara, decidí contarle las aventuras que estaba viviendo al ser repartidor de cartas. La conversación duró varias horas, resultó ser un borracho divertido, pero esa fue la primera y última vez que lo vi.

Mill Soles

10 comentarios:

Esteban Dublín dijo...

Johan, necesito que me expliques algo que me intriga, ¿los nombres con los que termina cada texto son los autores o eres tú mismo bajo diferentes nombres? Por supuesto, es una pregunta que puedes ovbiar.

Y por allá te espero cada martes y cada viernes aún si no eres partidario del Jitler para decirle por qué no te gusta como habla. O cambiar de opinión a medida que va dejando muertos a su paso.

Un abrazo desde Colombia, mi estimado Johan.

Johan Bush Walls dijo...

Esteban: Si te respondo, luego tendré que contratar al Jitler para silenciarte. jeje.

Seguimos en la lectura.

Esteban Dublín dijo...

Jajajajajajajaja, entonces me quedo con la intriga. La verdad, no me quisiera encontrar con el Jitler ni en sueños.

miquelet dijo...

Queda anotada en mi agenda la novela completa que has dejado colgada. Espro tener más tiempo próximamente. A pesar de ser agosto sigo trabajando y además son las fiestas de mi ciudad.

Saludos.

Johan Bush Walls dijo...

Esteban: Creo que a nadie le gustaría encotrarse a un tipo que se haga llamar Jitler. Saludos

Miquelet: ¿quiere decir que en tu ciudad después de julio no se trabaja? ¿Qué ciudad es esa?, debe ser el paraíso. Saludos

Anónimo dijo...

A veces veo cervezas que hablan con la inmutable voz de quién las bebe con la sed propia de las sombras.

Víctor González dijo...

Muy inteligente propuesta de trabajo y magnífica la novela.
Un abrazo.

Johan Bush Walls dijo...

Dada: ¿cervezas que hablan?, debe ser después de haberse tomado un buen número, de seguro. Bienvenido.

Víctor: Gracias por los buenos comentarios. Abrazo de vuelta.

Alfred Cohen dijo...

Me encontré tu blog entre los platos sucios de la cocina de un amigo. Felicitaciones por el trabajo, te invito al mío. Suerte.!

Johan Bush Walls dijo...

Afred: Gracias, que bien que hayas encontrado el blog. Por allá llego a leerte, veo que tienes una abundante oferta de lectura.