domingo, 18 de mayo de 2008

Sándalo y camarones

Encendí el sahumerio y un vaho de sándalo danzó por el ambiente en aras de la hebra de humo azul . La luz de las velas se derramaba sobre los rincones, mezclándose con las sombras, acoplándose en penumbras sembradas de sortilegios. Todo estaba listo: las sábanas de satén serían el único refugio, la única trinchera en la que me rendiría presintiéndolo vencedor de mi estrategia. Mi corazón lo esperaba, desesperado, atento a los signos de su pronta presencia, rogando su aliento, dispuesto el espíritu a la capitulación absoluta. Toda para su amor como el primer día. Mi cuerpo lo aguardaba ansioso del roce, pidiendo la caricia sabia de su mano, requiriendo el abrazo. La boca se me entreabría, involuntariamente, recordando sus besos y mis fauces se regodeaban sospechando su piel. Mi corpiño tenía aros de alambre, la vendedora me juró que mi busto se vería cinco centímetros más alto y no había jurado en vano. La bombacha me resultaba un poco incómoda, penetrando distritos íntimos, pero no me importaba. ¿Cuánto podía durarme puesta? Poco y nada... Dejé caer la gasa de la bata sobre mi espalda, tan transparente como mis intenciones. El champán estaba frío, las cerezas destellaban pasión sobre la frutera. Me pregunté si no habría comprado demasiados camarones y me respondí que la velada sería larga, tan larga que podríamos comerlos después. Se acercaba la hora en que él entraría al cuarto y me vería sensual y provocativa. Yo entornaría los párpados para mostrarme vulnerable, él intuiría y me arrastraría a la cumbre del placer, nos complaceríamos mutuamente. Sería el mejor regalo de aniversario que podíamos darnos mi esposo y yo.

Entonces ocurrió algo que aún hoy no puedo creer que haya ocurrido y que cambió por completo el curso de aquella noche: golpearon la puerta. La expectativa me llevó a pensar que Marcelo había olvidado las llaves. Apresuré la marcha hacia la puerta y abrí, no sin antes subir el volumen de la música y acomodarme las puntillas.

Se me paralizaron las piernas y las ansias al ver que delante de mí se erguía un hombre de unos treinta años, de melena castaña y ojos verdes chispeantes. Mientras pensaba en mi casi desnudez, vi que traía puestos unos pulcros calzoncillos de seda, con margaritas amarillas esparcidas sobre fondo negro. Rápidamente me explicó que era el amante de la vecina del cuarto piso, que se había quedado a dormir la siesta y que, al despertarse, encontrándose solo y sin ropas, descubrió que el traje se le había caído por la ventana al patio interno del edificio (o sea, mi patio). No podía dejarlo ahí y medio desnudo, en cualquier momento llegaría mi marido. Lo hice pasar y le dije que buscara sus ropas él mismo, mientras yo trataba de encontrar con qué cubrirme. En ese preciso momento entró Marcelo. ¿Qué podía decirle? Había un hombre en paños menores en el centro de la sala, la música erotizaba las paredes y el sándalo caía sobre los rincones incitando los sentidos. Cualquier explicación, verdad o excusa, sería inverosímil. El amante de mi vecina me miró con expresión desesperada. Me dispuse a oír la sentencia en la voz de mi marido y bajé la cabeza esperando una reacción violenta. Marcelo arrojó el maletín a un costado.

-¿Ésta era la sorpresa de aniversario?- casi gritó- Si supieras cuánto hace que fantaseo con un triángulo y jamás me atreví a confesártelo... pero, tú adivinas todos mis deseos, mi vida... – dijo visiblemente entusiasmado.

- Prometo que no te arrepentirás. Será la noche más excitante de nuestras vidas.- concluyó.

El vecino respiró casi aliviado. Le sonreí con resignación. Después de todo, los camarones eran demasiados para dos personas y la velada sería realmente larga. En tanto Marcelo, sacándose la corbata, nos empujaba suavemente hacia el dormitorio como un niño feliz a punto de jugar con un juguete nuevo.

Isabel Ali

8 comentarios:

Anónimo dijo...

excitante... la fantasía de muchos hombres? y tal vez, la de más de alguna mujer...
Sòrceres

Anónimo dijo...

si, más de alguna mujer...

Anónimo dijo...

no sé si es de lo que más me gusta, entre lo que he leído de tí, pero no puedo negar que está muy bien escrito como todo lo tuyo. Impecable como siempre, querida.
y cabe agregar que este sistema, no me permite votar fuera de ANONIMO si no tengo una ID de google, lo siento: no pienso serle infiel a Yahoo...
carola

Anónimo dijo...

bueno, Isabel... dile a Marcelo que cuando lo desee estoy a su disposición...
Javi

Anónimo dijo...

omar
isa sos lo mas. una muy vuena persona y con exelentes poemas y gran memoria y corazo
.todos tendriamos q ser como ella.

Anónimo dijo...

Y si puede que el final parezca un poco obvio. Pero esta bien contado. Fluye bien el relato, y esta bien estructurado, tiene muy buenas frases y contribuye con imagenes sugerentes. Podria sin lugar a dudas estar peleando por premios en un concurso donde no exista la tiranía del "club de fans del escritor mediocre". Saludos.

Anónimo dijo...

me gustaron las imágenes, me gustó la idea de encontrar un señorito en la puerta de casa. Pero tengo que decirte que tal vez esta cuestion de escribir para un concurso pajero te haya limitado en tu creatividad. Lo sé, millones de veces me dijiste que ni siquiera Borges escribía un excelente cuento por día y que todo escritor tiene en su producción material excelente, material relativamente bueno y alguna que otra porquerìa. Voto porque este es relativamente bueno y nada más, tu producción tiene cosas excelentes. Igual te sigo queriendo y te sigo leyendo. Besitos.
Silvi

Anónimo dijo...

Me sorprende la facilidad con que podría entrar a otros cuentos y escribir malos comentarios. Y reingresar 214 veces al mismo y ponerle 214 buenos comentarios. Al margen de que tu cuento me gustó, te aconsejo que no te involucres nuevamente con certamenes en los que no existe un jurado serio que se juegue al tomar una desición y asuma la misma. Si lo que querés es que tus amigos te leamos, hacete un cuento y mandalo a todos tus contactos, te leemos y te felicitamos en privado. Qué necesidad de exponerte a un certamen así... Te abrazo.
Luis