domingo, 18 de mayo de 2008

Un lío de proporciones

Estoy metido en un lío y no imagino como voy a salir de él. Estoy condenado a muerte. Así de simple.


Pero, antes de entrar en el detalle mi desgracia, debo comenzar por explicarles como empezó todo. Fue pura casualidad. En el noticiero se comentó un hallazgo sensacional. Una especie de vida semejante a lagartos, con base a sílice, en vez de carbono, terriblemente agresiva y hostil. Era algo que casi todos los terrícolas esperaban que tarde o temprano ocurriría. Bueno, el caso es que ocurrió. Hasta ahí todo normal. O casi.

Daré algunos detalles: la nave se llamaba Nostromo, era un carguero de minerales que, por accidente, había detectado una señal proveniente de un planeta desconocido. Toda la tripulación estaba en hibernación en ese momento. Los sistemas de la nave despertaron a todo el pasaje.


Por Contrato, en caso de detectarse una señal de aparente origen extraterrestre, la tripulación estaba obligada a investigarlo, so pena de no recibir bono alguno al término de la misión.


Para no alargar el asunto, resumiré el cuento. Bajaron algunos astronautas al planeta, encontraron una nave abandonada, que por su aspecto parecía ser antiquísima. Quizás de decenas de miles de años.


En lo que semejaba una enorme bodega se ubicaba una verdadera plantación de huevos. Algo salió disparado de uno de esos huevos y se lanzó contra el explorador mas cercano. Se le pegó en el casco y le introdujo en su estómago lo que se supone era una larva.


Pocos días después, ya en la nave principal, una entidad negra, semejante a un lagarto emergió del tórax del pobre sujeto, destrozándolo por completo. El bicharraco arrancó, creció a una velocidad fenomenal y mató a toda la tripulación, salvo a una mujer, que probablemente, mas astuta y mas desconfiada, logró escapar en el vehículo de emergencia haciendo explotar el carguero.


La afortunada fue encontrada pocas semanas después gracias a la señal de auxilio que emitía. La mujer se llamaba Ripley. Al comienzo nadie creyó su historia y fue sometida a juicio. Meses después se investigó el planeta y se comprobó que lo narrado por Ripley era efectivo.


Para evitar riesgos se aisló el sector y se incluyó el dichoso astro en la ya larga lista de planetas peligrosos. Mas adelante se estudiaría en detalle. De todo esto nadie mas salió afectado. Salvo yo.

Me explico, soy Profesor de Historia Terrestre y Arqueólogo. Eso me hace mas erudito que la mayoría de mis congéneres y sé cosas que ellos ignoran. Eso fue fatal.


En mis largas investigaciones de literatura y cine del siglo XX, me había asombrado por la buena factura de una película denominada Alien, el 8º pasajero. Un triller de Ciencia Ficción. Lo recordaba perfectamente. La nave se llamaba Nostromo y la heroína Ripley. El resto de la historia es idéntica.


Desconfiando de mi memoria volví a las bases de datos del siglo XX y vi nuevamente la película. No estaba equivocado. Era tal cual y esto, para cualquiera en su sano juicio, era imposible, una casualidad absolutamente increíble.


Ahí comenzó todo. Escribí una artículo y emití algunos comentarios relativos a tan extraña coincidencia. Al comienzo fui objeto de todo tipo de bromas. Incluso se llegó a decirme que la película la había fabricado yo, empleando alguno de los maravillosos programas computacionales que existen para esos efectos. Finalmente se impuso la verdad. La película era real... entonces ¿Cómo podía explicarse todo esto?


Mi segunda metida de pata fue aventurar una hipótesis. Ahí se me tildó de chiflado, y mentiroso compulsivo. El problema es que estoy convencido que mi teoría es real. Esto requiere entrar en algunos detalles, si no, tampoco me van a creer.


Ocurre que los tripulantes del Nostromo, bajaron al planeta por culpa de una señal que emitía un radio faro. Los científicos de la nave y de la Tierra, después de decodificarla, afirmaron que la señal en realidad contenía una advertencia. Es decir no era un SOS, sino todo lo contrario, era un ¡Aléjense! Volví a entrar en discusiones (para mi desgracia) con los medios de comunicación de nuestro mundo. Les afirmé que esa suposición era absurda. La mejor forma de atraer curiosos era precisamente emitir una señal, cualquiera que fuera. En estos casos lo mejor es permanecer silencioso.


Les afirmé que, la antigua nave, de haberse mantenido en silencio, no habría sido descubierta jamás. Se trata de un planeta en estado primordial, inhabitable para los humanos y a nadie se le habría ocurrido descender y, lo mas importante.. ¿Saben ustedes la superficie que habría que cubrir para explorarlo por completo?... no lo saben, pero yo si: ¡mas de 600 millones de kilómetros cuadrados! Y... saben ustedes la cantidad de planetas explorables que hay en la galaxia. Me refiero a lo conocido: ¡Mas de mil millones!


Seamos francos, les dije a mis contrincantes, esto no era una advertencia, era una trampa.


Se indignaron conmigo. Era inconcebible que una raza súper desarrollada hiciera algo tan maligno como lo que estaba planteando. Era imposible.


Para terminar de hundirme, les dije cual era mi teoría acerca del hecho que 400 años antes se hubiera producido una película idéntica a lo ocurrido.


Para mí la explicación era bien simple. Ésta era la verdadera señal de advertencia hacia nuestra raza. Una señal del futuro enviada hacia el siglo XX.


Desconocemos la tecnología para viajar en el tiempo, al menos de desplazar objetos materiales, pero sabemos como mandar señales. Se envían partículas que viajan mas rápido que la luz al sitio que estaría ocupando la Tierra en una determinada época. Esta señal no puede ser captada por la tecnología de esa época, pero sí por lo cerebros de lo humanos. Estos la perciben en forma de sueños o inspiraciones literarias.


Mi postulado fue simple. Mucha de la literatura de ciencia ficción de esa época corresponde a mensajes del futuro. No toda, desde luego. Sólo algunos cerebros mas sensible la captan y tiene la capacidad para traducirlas en una historia o cuento de ciencia ficción.


Me dijeron que estaba alucinando: Si fuera tan así, en estos momentos, es decir en 2.498 DC estaríamos inundados de mensajes del futuro y nada de eso está ocurriendo.


Aquí fue cuando terminé de embarrarla. Les dije que precisamente ese era el problema. Que no había futuro, que el mensaje referente a la historia del Nostromo era terrible y que por no haberle hecho caso ocurriría algo devastador para la humanidad.


¿Cuándo? me preguntaron riéndose. No lo sé, supongo que cuando el envío de señales al pasado esté suficientemente perfeccionado y aún no lo está. Trabaja en forma bastante errática y ningún centro de investigación se interesa demasiado por el tema. Volví a repetir, el argumento es el mismo: no hay señales del futuro, porque no hay futuro.


Esto fue hace tres años. No me creyeron y ahora estoy esperando que el Comando en Jefe de los lagartos decida si me comen durante la cena o me guardan para plantar uno de sus huevos en mi estómago y no sé como voy a salir de éste lío.


Sergio Donoso

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este es el más pajero de todos los cuentos, por eso le doy mi voto