lunes, 5 de mayo de 2008

La edad del hule

De la serie los hombres objeto o con apodo (también las mujeres para no ser excluyente)

Elástico era su apodo, se lo gano a pulso, en un principio le llamaron chicle, hule, incluso goma, pero le hacía falta algo más que ser "de al tiro" flexible.

Era un chicle, en sus primeras épocas se pegaba a cuanto ingenuo e ingenua se dejaba, permanecía largas horas debajo de una mesa, en el canto de la tabla, agazapado, esperando en algún momento poderse pegar a algo o alguien, luego cambió de estrategia y se movió al talishte hule grueso y duro como caite viejo de hippie mal oliente, era la época en que todo le rebotaba y quedaba indemne hasta que un día le prendieron fuego y se asustó.

"Goma" fue el más efímero de sus apodos, se lo adjudicaron cuando empezó a perder la memoria, no había manera que diera una, hasta que se acoplo a su nueva personalidad: el elástico era perfecto, todo le venía guango en algún momento, pero en otro era capaz de agarrar lo más sagrado de los pelos y acarrear un gran dolor. Era un apodo que hasta reflejaba el modo en que se movía: los brazos caídos, flácidos, hacia los lados, con movimientos ondulatorios cada vez que levantaba uno. Sus palabras eran ondas de baja frecuencia articulando un lenguaje de literato rebuscado, de los que nadie lee, y ese era precisamente su dilema.

En su época de chicle se le pegaron las letras, pera ahora de elástico le era mas difícil, tenía que estarse pulsando a distintas direcciones, sin moralidad alguna; claro, esa era la parte de ser elástico que más le gustaba, oía una voz ingenua, la acoplaba a su justa frecuencia, oía una voz madura inmediatamente la rechazaba, en su nueva forma de elástico se repetía, vibrando en un juicio inmutable: “la caducidad esta en el oficio”. Hasta que un buen día, ¡oh sorpresa!, sus brazos flácidos se acalambraron, su lengua lírica sólo escupía una sarta de repeticiones, sin poder incluir una vibrante idea nueva, y de eso se dieron cuenta sus más fervientes admiradores, (porque los fue recogiendo en el camino, en sus distintas épocas), que inmediatamente le llamaron “el tieso”.

Ahora repite para sí: “la genialidad esta en el oficio de la repetición”. A eso se dedica por estos días: a repetir todo lo que no puede crear.

Poncho Pilatus

1 comentario:

Anónimo dijo...

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