domingo, 18 de mayo de 2008

El inquietante resultado de una alucinación ficticia que de tan extraña puede ser real

“En principio todo esta OK pero salgo a la calle y me doy cuenta de repente que no me encuentro ni mal ni bien. Simplemente todo lo contrario. Sufro regresiones y me veo en otra ciudad como quien despierta la noche posterior a unas vacaciones en su cama y de golpe. Pero no, tampoco viajo demasiado. Sigo en mi ciudad de siempre: las mismas gentes, las mismas obras, las mismas nubes…todo va bien. De momento. Empiezo a caminar. Por un momento pienso que debería dejar de fumar puros. Pero tampoco entiendo el porqué. Quizás me marean pero dicen que son más naturales que los cigarrillos. Claro que ahora que pienso…me tome una cerveza esta mañana y luego un Gelocatil. Esa puede ser la razón. Autoconvencido me inflo de orgullo, de oxigeno y de helio y comienzo a flotar sobre mi propio regocijo. He solucionado yo solo mi problema, no es que sea medico pero oye…déjate que a lo mejor. Triste iluso. En su nube particular se desplaza a gran velocidad por la ciudad. De repente, otro miedo interrumpe sus lagunas. No sabe por qué ha bajado a la calle. Da igual, siempre hay algo que hacer o existe algún sitio donde ir. Tras un camino intrincado y sinuoso llega a un bulevar que se abre ante el en forma de grandes y anchas avenidas con rascacielos de testigos. Se va cómodo, sopla una leve brisa y el sol no calienta. Por momentos parece un paisaje marítimo. Pero desde los bancos de Madrid no se puede ver el mar. Quizás se equivoque, una hondonada y allí se observa la bahía. Perplejo deja en segundo plano visual la inmensidad y se fija en la única cara que se cruza ante el en varios minutos. No sabe como ha llegado a identificarla pero esa cara le era conocida. No podía ser, su hermana Sandra murió hace 23 años de una extraña enfermedad vírica sin explicación. Sigue pensando y recuerda que el mar sigue allí. ¿Allí? Sandra y el mar fueron testigos comunes de su infancia en la añorada Málaga, esa a la que no ha vuelto desde hace más de tres décadas. Sin llegar a tener ningún sentido todo parecía tener relación. Quisiera recordar las calles de Málaga pero era imposible, no lo consiguió y si lo lograse no serviría de nada, aquello habría cambiado tanto que no se parecería en nada. ¿A todos nos pasa no? Pensamos tanto en alguien que al final y como un espejismo se nos aparece delante. El verdadero problema surgió cuando intento buscar la boca de Metro de Santo Domingo. No se hallaba, no era este lugar. Ni siquiera era el barrio del lado. Era 1000 Km. mas allá. Aun recuerda la cara de su madre cuando le comento que se iría a vivir donde ahora mismo se encontraba para conocer a una mujer. Ese fue el principio del fin. Y allí estaba, la mujer por la que tanto se preguntaba. Si era un sueño estaba claro que era muy sofisticado. Aun sin verla en 15 años su mente se encargo de envejecerla conservando y respetando su belleza natural. Era ella, seguro. Algo estaba pasando. Pero la sensación cambia de repente y el frío se hace polar. Esto le hizo recordar a su viejo amigo Juan, aquel que se enfado por una tontería y por lo que nunca mas volvió a coger el teléfono. Y así fue. “Bienvenidos a Oslo”. Es verdad, Juan se vino a vivir aquí. Decidió entrar a un café para desahogarse y aplacar la tensión pero error: Juan estaba allí. Lo peor del caso era que ellos estaban allí pero el no les podía hablar, no le reconocían…una frustración. Sandra, Maria, Juan…se le venia a la memoria mucha gente que podría pasar frente a el y a los que gustaría ver pero analizó la situación y quizás no le agradaría volver a encontrarlos. ¿Era esta la realidad de su vida o ha vivido al margen del conocimiento toda su existencia? La frustración no era no poder hablarles, la frustración era su vida anterior y el castigo que venia a continuación. Tiempos, lugares, situaciones…todo vuelve ¿Pero de esta forma?


Louis de Poudereux

3 comentarios:

Unknown dijo...

En una palabra: INCREIBLE

Anónimo dijo...

Es precioso lo que escribes, apasiona y llena. Lo he leido y solo deseaba seguir, te felicito. Espero sigas escribiendo cosas tan intensas y maravillosas como estas, que hacen que te involucres y eso te satisface. Un saludo.

Anónimo dijo...

Ni siquiera cuidas la ortografía, hermano.

Bueno al principio, luego en picada.