miércoles, 26 de marzo de 2008

Por poquito

—El director técnico lo hizo muy bien, ¿no le parece?

El hombre con gafas de montura de oro sonrió, al tiempo que bajó la mano derecha hacia el cenicero y tomó con la otra el grueso tarro de vidrio que contiene una bebida dorada.

—Ha sido un buen movimiento, pero nada comparado con aquella vez que conseguimos que Brasil perdiera la copa del 98.
—Claro, esas son ligas mayores, igual les dimos la sede del 2014, pero no todos los años hay Mundial, hay que entrarle a lo que venga.
—Como aquella vez que hicimos clasificar a Trinidad y Tobago, no podíamos quedar mal con Jack.
—Lo mejor de todo es que no siempre se trata de dinero, las comunicaciones y los derechos de televisión han cambiado mucho las cosas, ¿recuerda cuando andábamos de arriba para abajo con esos maletines llenos de dinero?
—Eran otros tiempos.

El hombre se sentó derecho, cuidando que su fino traje de diseñador se arrugara lo menos posible, en el exclusivo restaurante del hotel de cinco estrellas se sentía el rey del universo; quizá lo era, su trabajo le permitía darse esos lujos, tantos años en el negocio le habían valido para acceder a toda clase de privilegios; los otros, los directivos, pensaban que él era su empleado, pero al final resultaba lo contrario, dependían de él, dependían de sus negociaciones para que el gran teatro no se les cayera. Es cierto, entre todos decidían quienes jugarían la siguiente Copa del Mundo, cual sería la próxima sede, y aún más, que país sería el próximo campeón, pero quien tenía los contactos era él.

—La verdad es que esos jovencitos guatemaltecos juegan bien, pero igual no les costó dejarse golear y menos perder por penales.
—Y nosotros logramos deshacernos de los mexicanos, como no les bastó el campeonato sub-17, siguen necios con ser los próximos campeones, y más necios con seguir apoyando a ese bocón que tienen por técnico, no se dan cuenta que nos perjudican el negocio.
—Por eso hay que tomar medidas drásticas, vaya que los guatemaltecos siempre ayudan.

El mesero recogió los tarros y vació discretamente el cenicero, no es propio que un dirigente deportivo tenga ese feo hábito.

—Nos falta el tema del técnico, bueno, de los dos técnicos ¿a donde va el tico ahora?
—A donde sea, no podemos darnos el lujo de que haga clasificar a la selección mayor de Guatemala al mundial.
—¿Y quién se quedará con la bicolor?
—Esas son pequeñeces, las directrices ya están dadas, hay que hacerles creer que son ellos los que deciden.
—Es cierto, para un fútbol de la edad de piedra, un entrenador primitivo.


Edson Era Antes

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Rodrigo Kento dicen que lloró frente al vestidor de esa noche triste, pero me parece que sólo fue de felicidad porque realmente ganó más de lo que perdió. Cómo es posible que los jugadores pierdan por goleada ante Canadá sólo por fregar a los mexicanos, son imbéciles o lo parecen, cómo decía el ciclista Jorge Surqué: "Carrera es carrera, qué es eso de andar chupando llanta". Si los seleccionados sub 23 aprenden esas babosadas no merecen llamarse deportistas, ya que los deportistas deben buscar la competencia y la excelencia y no la conveniencia o jugar para complacer los intereses de otros. Hubiera sido útil dejar con cara de mexicanos a los idem, si hubiesemos clasificado a la olimpiada pero es una mulada que la meta de los futbolistas haya sido joder a los mexicanos y nada más, como dice Facundo Cabral, estamos igual que aquel que por joder a otro se jodió él mismo.

Anónimo dijo...

Yo tambien creo que algo sucio se movio por alli, no creo que la logica indique volver con el Primitivo un hecho ya probado.Con la plata baila el mono. Como las dudosas actuaciones de Batres (el arbitro sucio de la Concacaf) dfinitivamente al siguiente mundial se ve muy muy dificil. Que honor que el Pajero Mayor visitara mi blog Saludos.

Johan Bush Walls dijo...

Anónimo: Bueno, pongámoslo así, ahora sólo hace falta enseñarle a los patojos a patear penales y al portero a detener uno que otro, claro que es una ironía, consuelo de pobre.

Cristian: Como se dice, a veces la realidad puede llegar a superar a la ficción, pero aquí todos son cuentos pajeros. Por otro lado, al contrario, el honor es mio.