Regresó montado en su caballo, al trote, no venía tan avispado como cuando se fue, hay que recordar que los años no pasan en vano, pero venía dispuesto a recuperar el tiempo, a darle a su país un poco de lo que había aprendido mientras estuvo afuera, no importaba que hubiera sido producto del exilio, él había dado la vuelta al mundo, navegado los siete mares, conquistado mujeres de todas las razas, pero le faltaba algo, estaba incompleto, no era suficiente con el aporte que sus libros habían hecho a las letras nacionales, no, él tenía que descubrir al próximo premio Nobel, era imposible morir sin cumplir ese objetivo, era imposible vivir sin encontrarlo. Bajó de su caballo y de inmediato se puso a buscar a los posibles candidatos, de haber sido en éstos tiempos quizá hubiera organizado un reality show, pero como era otra época organizó certámenes de cuento, de novela, no de poesía, ese ya se sabe es un arte menor, incluso consiguió patrocinadores, muchos le brindaron su apoyo, creyeron en él, tenían que hacerlo, él sabía lo que hacía, tenía que saberlo, se trataba de un escritor-viejo-exiliado-retornado, la fórmula era infalible. No hace falta decir que ante la noticia de su llegada muchos fueron a buscarlo, llegaron a su casa, bebieron su vino, robaron sus libros, le llevaron manuscritos, le leyeron en voz alta, porque él a media página siempre se quedaba dormido. Decidido como estaba dio premios de cuento, primero a un publicista, luego a un doctor, más tarde a un maestro, su búsqueda era incesante, el próximo Asturias podía estar en cualquier lado, se lamentaba de que no hubieran más concursos, de que hubieran tantos poetas, en donde están los narradores vociferó más de una vez. El siguiente paso fue premiar novelas, imposible imaginar una literatura nacional sin novelistas, para entonces a su casa se ingresaba por turnos, a cada uno de los aspirantes le era asignado un horario, cada uno trataba de asegurarse el fallo favorable del jurado. Aquello ocasionó batallas campales, los que sobrevivieron lograron la bendición del patriarca y el premio en efectivo. Recibieron el galardón: un columnista de prensa, un psiquiatra retornado, jóvenes prometedores. ¿Quién sabe que hubiera sido de las letras nacionales si aquel sabio no hubiera regresado?. A pesar de todo, al momento de morir su búsqueda no había terminado o quizá no había empezado, hay quienes dicen que su intención no era encontrar al próximo Miguel Ángel, él ya lo había visto en el espejo; que sus objetivos no eran tan nobles, él necesitaba asegurarse de que ningún otro pudiera superarlo, por eso repartió los premios a su antojo.
Marito Il Duque
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