miércoles, 5 de marzo de 2008

Bomberos (crónica alterna del concierto de Silvio)

Se dice que quien es incendiario a los veinte se vuelve bombero a los cuarenta. Han pasado muchas cosas desde que mi madre encontró el pasamontañas dentro de la gaveta de los calzoncillos y heme aquí, oyendo un disco de Silvio que me regalaron, lo pasé a mi Ipod touch, el sonido que proporciona la tecnología de última generación es tan puro, es innegable que me gusta y así más. El disco trae archivos LRC; o sea que está hecho para ser leído mientras la canción se reproduce, tiene todas las letras. Confieso que algunas no me hacen sentido y otras ni las recordaba. Es difícil memorizar tantas.

Es a propósito que cargo el aparatito; es fácil de guardar en la bolsa, pero estacionar mi Audi en las cercanías del estadio, siento que es mucho riesgo, dijeron que habrá parqueo, pero quién sabe, tal vez lo deje en la oficina y nos vamos en taxi, el estadio está cerca. Lo cargo para que pueda cantar al mismo tiempo, ya saben, que todo mundo piense que me sé las letras, aunque tenga que leerlas, pero por el formato en que están guardadas (editores cubanos, obvio) voy a tener que moverlas a la Blackberry, además tiene la pantalla más grande. Ojalá tenga espacio porque está bastante llena.

En el Ipod están casi todas las canciones, tengo la mayoría, las que faltan son las menos conocidas. A mi lado, Linda intenta sonreír mientras le digo que nos vamos en taxi, le sugiero que se cambie zapatos, se ve preciosa con esos tacones, pero no va a poder caminar en el estadio,
- ¿por qué tenemos que ir?
Su quejidito ha aumentado de volumen al final. Me siento como si fuera su papá, ¿será por mis cuarenta y cinco y sus veinticinco? Vamos porque vamos, Linda —le dije—, o si quieres me esperas en el apartamento y llego cuando termine el concierto. La conocí el año pasado, mientras le asesoraba la tesis, no se imaginan como me envidiaban sus compañeritos, pero, pues, ellos ¿qué le pueden ofrecer? ¿Una chica como ella con un casi adolescente?

Esteban me dijo que se vería mal porque ella es apenas unos años mayor que Aleida, mi hija, que ahora está en la universidad. ¡Qué más da! Para gato viejo, esta ratita tierna a la que mañana tendré que comprarle unos pantalones nuevos, porque dejará esos blancos asquerosos, en ese estadio.

Le sorprende que yo vaya de jeans y camiseta, con el entrenador personal pude mantener la cintura en su lugar, así que me veo fenomenal en jeans. Entramos y se queja por todo, frío, gente, lugar, la cola que hicimos junto a los de la general, el olor a miados de las entradas del estadio; pero la abrazo, la beso y se siente mejor. "¡¿Cómo vamos a ver a ese señor si no hay pantallas gigantes?!" Me dice como en un chillido "miralos a todos, amontonados, que gente sin cultura".

Veo hacia las gradas, con los binoculares, imposible, pero reconozco a Lucía, su belleza aún se percibe en ese huipil de Todos Santos y el pelo entrecano, amarrado con una cinta. A su lado un joven moreno grita las canciones, igual que ella, se nota que las saben; los movimientos de air guitar de él me revelan que además es músico, se toman de la mano... se besan. No me sorprende, igual que yo, ella anda con un muchachito que podría ser su hijo.

Quisiera escuchar Te amaré, mientras veo disimuladamente a Lucía, siento otra vez la fuerza que teníamos a los veinte años, hombres que luchan un día y son buenos (ahí está esa mujer loca que ha luchado toda la vida)…Silvio aprovechó bien los versos de Brecht; pero Silvio no canta Sueño con serpientes y yo necesito encender el Ipod, antes que la imagen de Lucía se desvanezca entre la turba.

Linda se ha aburrido por completo, me pide que nos vayamos, me ofrece quitarnos el frío cómodamente, si querés ponés ese disco tuyo. Escucho de lejos El Unicornio Azul, sé que voy a soñar con Lucía y su pelo que estalló en mi almohada.

En el apartamento, el sonido de los grititos de los orgasmos fingidos de Linda no hacen que desaparezca: Sueño con serpientes, que suena en el Ipod, pero mi mente ha comenzado a cantar otra canción: Bombero, bombero, no quería ser bombero.

Fidel Ernesto Ayau

5 comentarios:

Mario Cordero Ávila dijo...

Me imagino que ese fue el sentir de muchos que esperaron toda la vida a Silvio; mientras quede esa nostalgia, todo es posible.

Anónimo dijo...

Ser incendiario a los veinte y bombero a los cuarenta sucede bastante y en el ámbito que contás, bastante. Saludos.

Anónimo dijo...

Jajajajaja! muy buena narracion de eventos, aunque un poco naco-tecnomaniatico eso del karaoke es mas de diversion que de apreciacion. Que bueno que la pasaron bien con el grande de Silvio. Saludos Pajero Mayor.

Anónimo dijo...

Lo que quise decir fue: "Ser incendiario a los veinte y bombero a los cuarenta sucede bastante en el ámbito que contás."

Estuve leyendo tu blog y sus comentarios. Es chistoso que me anduvieran tirando chinitas por aquí y vos y yo nada que ver maestro. A la gente le encanta inventar cosas, la gente es divertida. Gracias por dejar los comentarios para poder reírme un buen rato. Saludos pues maestro, tu blog está bueno.

Johan Bush Walls dijo...

Mario: Lo verdaderamente grande de Silvio es que sus canciones nunca han sido simples panfletos, han trascendido y seguirán por siempre. Salud por Silvio.

Cristian: Nacos, mucos, snobs, pajeros, bomberos, intelectuales, intelectualoides, consecuentes; de todo hay en la viña del señor, en el concierto de Silvio, también hubo de todo.

José Joaquín: Es cierto, a la gente le gusta inventar, otros simplemente somos pajeros. Gracias con el comentario y la visita.