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La intervención milagrosa de la hermanita de Lucía María Gabriela salvó a Luis Pedro Javier de pronunciar alguna palabra que lo comprometiera, eso le dio la oportunidad de escapar; su mente alcanzó a inventar una mentira que le permitió salir corriendo, dejando atrás la marca de su olor. Cuando salía detuvo la mirada en los ojos de una chica sencilla, ella vestía ropa de sirvienta y tenía una escoba en la mano, no había de otra, era la sirvienta.
– CAPÍTULO 5 –
Al llegar a su casa, Luis Pedro Javier corrió al baño, las ganas le estaban ganando; hizo lo que tenía que hacer, luego buscó alcohol en el botiquín, mojó un pedazo de papel higiénico y de esa forma limpió sus heridas. Al abandonar la casa de Lucía María Gabriela tropezó en una grada, se levantó de inmediato, adelante volvió a tropezar, lo hizo al menos cuatro veces más. Al estar frente al espejo vio que tenía raspones en la cara y en los brazos, también sentía dolor en las rodillas; pensó que Dios lo había castigado por haber dicho una mentira, el dolor en los pies hizo que viera hacia abajo, fue ahí cuando notó que tenía las agujetas desamarradas.
El sábado estaba por llegar, muchas cosas sucederían ese día (Todos los sucesos están ajustados a la hora local).
00:01 En casa de Lucía María Gabriela, en la habitación de servicio:
—Que hombre más shuco, se me quita el sueño cuando recuerdo como me vio, casi me desnuda con la vista.
00:01 En casa de Luis Pedro Javier, en su habitación:
—Ojalá que hagan efecto las pastillas, no aguanto el dolor, además no puedo quitarme de la mente los ojos de esa chava, pobrecita, yo creo que tiene conjuntivitis, fea la cerota.
00:15 En una cantina del centro histórico:
—Todostabien, pero no, no, no, no, ¿cóm utass vastar bien, miejor, hic, migo seacasarconesaproechada, no, no, no, no.
00:30 En las afueras de un motel de la Roosevelt:
—Va pues, ya no se resista, desde las siete de la noche que la estoy rogando, entremos, ¿qué le puedo hacer que no le hayan hecho antes?
00:45 En la casa de los vecinos de Luis Pedro Javier, en la habitación principal:
—Ay, ay, así, así, rico papi, dame más, más, ummm.
01:00 En una lujosa mansión, alejada de los paparazzis:
—Brad, quiero muchos hijos, pero ya no quiero adoptar más, deseo estar eternamente embarazada.
01:15 En casa de Luis Pedro Javier, en la habitación de Doña Consuelo Esperanza Trinidad:
—Príncipe, penétrame con toda tu realeza, soy tu duquesa, pero quiero ser tu princesa.
01:15 En casa de Luis Pedro Javier, en su habitación:
—Alaputa, esa mi mamá ya se está pajeando otra vez, con lo caliente que es, yo no sé por qué no se consigue un su traido.
01:30 En casa de Lucía María Gabriela, en la habitación de Doña Úrsula Clotilde Mesalina:
—Qué se habrá hecho ese hombre, ya agarró carretilla de no venir a dormir los viernes.
01:30 En las afueras de un motel de la Roosevelt
—Entremos pues, ya me convenció, además tengo ganas.
01:30 En la casa de los vecinos de Luis Pedro Javier, en la habitación principal:
—Ya apagá esa tele vos, siquiera que aprendieras algo, no que sólo te montás y ahí va el chorrito.
La noche transcurría a ritmo lento, cada quien en lo suyo.
¿Qué nos deparará el resto del día? ¿Alguno habrá logrado conciliar el sueño? ¿Alguien habrá tenido un orgasmo? ¿Cuál será el paradero del papá de Lucía María Gabriela? ¿Será el padre Alberto quien está en las afueras del motel de la Roosevelt? Descúbralo en los siguientes capítulos de su novela del martes.
Corina Tallada
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12 comentarios:
Francamente... qué ¿toda la mara hace lo mismo a esas horas? Ay don Johan, jajaja, me hacés reír con tu novela. Me gustó lo de la conjuntivitis.
magistral manejo de tiempos. recordóme una película francesa pop donde muestran el multiorgasmo coincidente en tiempo. bárbaro. Yo me retiro a escribir poemas que me hacen llorar.
Yo estaba pensando en la misma lica que Prado pero al contrario de Nancy me da cosa lo de la conjuntivitis.
Salud master!
jjajajajjajajaaj buena Johan
jjajajajjajajaaj buena Johan
Buena, Johan, muy entretenido y excelente ese marcador horario.
Don Johan, esto es lo que se llama un episodio pajero.
Por supuesto que el papá de Lucía María Gabriela, al mismo tiempo marido de Doña Úrsula Clotilde Mesalina, ha logrado convencer a una joven, probablemente emparentada de alguna manera con Luis Pedro Javier, para practicar la gomorría, que es algo así como la sodomía pero en peor.
Nancy: Que bueno que te hago reir. Es posible que mucha gente haga lo mismo a la misma hora; además hay más tranquilidad.
Prado: Agradézcole sus palabras, escriba usté poesía, es bueno para liberar la tristeza y otras cosillas por ahí.
Kontra: Si, fea cosa eso de la conjuntivitis, es como de mal gusto que la gente tenga cheles en los ojos.
Anónimo: Veo que se ha reido usté por partida doble, bien por eso.
Alejandro: Hay veces en las que es necesario tener la exactitud de unr reloj.
Ángela: Completamente de acuerdo.
X: Mire que pienso lo mismo, en cuanto a la gomorría, porque lo de sodomía había quedado ya como obsoleto, y los tiempos actuales exigen otro adjetivo para calificar el mayor nivel de deprabación que puede existir. En futuro se podría aplicar una mezcla de ambos, algo así: Godoma y Somorra, o sea godomía y somorría.
Salú pue.
Qué noche!
me ha dado por pensar que todos piensan y no lo dcien que será la última noche de su vida, el fin de los tiempos, pues no puede ser otra cosa, que absolutamente a todos les haya dado por follar incluso la que se hizo de rogar durante tanto.
Es muy bueno.
me hizo recordar las revistas viejas todas esas buehogar i vanidades según yo k corin tellado era hombre... que en paz descance corin... jamás lei alguna de sus novelas pero se fueron muchas
Alfaro: Lo cierto es que después de un orgasmo es frecuente pensar que uno puede morir tranquilo.
Monimoni: Viera que de esas revistas todavía hay nuevas, y tiene usté razón, en algo se parece el nombre de Corina Tallada al de esa señora Corin Tellado.
Salú pue.
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