domingo, 18 de mayo de 2008

Finalistas de los I juegos florales pajeros —Guatemala 2008—

Éstos son los 12 finalistas de los I Juegos florales pajeros —Guatemala 2008—.

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El período de votación se abre a partir de esta publicación y cierra el 06-06-08.

1. Revelaciones. Autor: Nonualco. País: Guatemala.

2. El inquietante resultado de una alucinación que de tan extraña puede ser real. Autor: Louis de Poudereux. País: España.

3. La camioneta de la bella durmiente. Autor: JKing. País: Guatemala.

4. Sándalo y camarones. Autor: Isabel Ali. País: Argentina

5. Un lío de proporciones. Autor: Sergio Donoso. País: Chile.

6. La mirada Maya. Autor: Goathemala. País: España.

7. Pajas poéticas para el sabadito alegre. Autor: Arturo Nuez Pérez Reviente. País: México

8. Grande, rojo, duro y vigoroso. Autor: Ale.Spain. País: Argentina.

9. El perro y el gato. Autor: Relojero ciego. País: México.

10. Nacido para el arte. Autor: Photoman. País: Guatemala.

11. Adolfito limpia todo. Autor: Adevecu. País: Colombia.

12. Agonía. Autor: Erebus. País: Chile.

Revelaciones

Le faltaba poco tiempo de suplicio. Después de esa penosa y última tortura estaría listo para lo que tanto había esperado. Amarrado con lazo burdo a un tronco suficientemente grande como para golpearse la cabeza, yacía Máximo, en posición vertical y sobre tizones ardientes. Sus pies no sufrían ningún deterioro visual, pero la sensación de los negrirrojos tizones bajo sus blancos pies era insoportable. Sabía que faltaba poco. Pronto sería liberado. Después, La gloria.

Provenientes de un distante lugar de donde Máximo saldaba cuentas, comenzaron a escucharse unas jocosas risas. No podía creerlo. Era insólito. Las risas eran muy parecidas a las que le habían producido la ocasión en que asesinó a su esposa con una granada, intentando eliminar la monstruosa libélula-alacrán que yacía sobre la cama. Si no fuese por la cantidad de heroína que había consumido aquella noche, ahora no estaría allí. Pero, seguramente, algún otro problema se habría conseguido y la pena sería mayor y para siempre.

Aquello distrajo a Máximo de su doloroso sufrimiento. El hombre amarrado sabía la dirección desde donde provenía aquel escalofriante bullicio. Las risas venían del fondo del precipicio que estaba justo a sus espaldas. Lo único que recordaba haber visto en el fondo de aquel tenebroso y ancho agujero, antes de que sus verdugos procedieran a someterlo, eran las continuas columnas de humo grisáceo que se elevaban desde el interior y que se disipaban en la superficie. Algunas líneas de humo llegaban hasta donde Máximo estaba. Eran frías y le producían la sensación de laceraciones abiertas sobre su piel cuando éstas se deslizaban sobre la misma hasta desaparecer. Por ello le parecía extraño que alguien en tal situación tuviera la posibilidad de reírse.

Máximo recordó que el descenso al precipicio no parecía cosa imposible. Sin embargo, pensaba que debido al trato en aquel lugar, habría sido arrojado hasta el fondo quien en ese lugar purgara, pues aquello no era un lugar vacacional sino de purificación. Con su imaginación trazó la trayectoria de las risas en ascenso, pues cada vez eran más perceptibles. Antes de que estas avanzaran un poco más, algo pasó de prisa tras sus espaldas. Iba rápido y parecía que volaba. El ímpetu de aquello hizo que la columna grisácea se extendiera considerablemente hasta donde Máximo estaba, lo cual le causó tal dolor que le arrancó un grito desesperado y unas lágrimas sin llanto. Cuando alzó un poco la vista, recuperado del dolor, para intentar reconocer lo que había pasado velozmente, pudo visualizar en el aire a un hombre alado cuyo vestido parecía estar rasgado en diferentes lugares. Todavía seguía con la vista al hombre alado que se alejaba, cuando el sonido de las risas las pudo sentir casi junto a él.

De pronto, vio frente a él a un joven desnudo. Tenía la piel oscura, el cabello largo y un rostro extrañamente humano. Seguía riéndose. Parecía no poder parar de reír. Cuando vio a Máximo las risas se convirtieron en carcajadas que casi hacen que el joven cayera al suelo desmayado. Máximo estaba confundido. – Seguramente debe ser una pena horrorosa, pensó. Pero recordó no haber visto, ni haber escuchado, que alguien fuera condenado a tal suplicio.

El joven llevaba en una de sus manos un papel blanco y arrugado, que parecía haber querido ser incinerado, pues tenía las líneas cafeoscuro del papel quemado. El joven aseguró el papel entre la gruesa cuerda que pasaba justo sobre la garganta de Máximo. Mientras lo aseguraba seguía riendo estrepitosamente. Máximo sintió las frescas gotas de saliva que saltaron de las carcajadas del joven. No le tomó mucho tiempo asegurar el papel en el cuerpo de Máximo. Después de eso se retiró de prisa. Parecía que sabía a dónde dirigirse. Se perdió en el marrón horizonte.

En el papel se veía escrito algo. Eran letras doradas. Con su boca logró liberar el papel. En ese mismo momento se acercaban sus verdugos. Máximo decidió preservar el papel en su boca. Los verdugos alados liberaron a Máximo de su última pena. A continuación, le explicaron los trámites a seguir, pero Máximo estaba distraído por la curiosidad del contenido del papel que tenía en su boca. Cuando sus verdugos alados habían terminado de dar instrucciones se alejaron.

Inmediatamente sacó el papel de la boca. Cuando lo leyó, vino un momento de silencio. Luego, comenzó a reír a carcajadas. Había leído:

"Lucy, te veo donde siempre. No olvidés tu traje rojo.
Teo"

Nonualco

El inquietante resultado de una alucinación ficticia que de tan extraña puede ser real

“En principio todo esta OK pero salgo a la calle y me doy cuenta de repente que no me encuentro ni mal ni bien. Simplemente todo lo contrario. Sufro regresiones y me veo en otra ciudad como quien despierta la noche posterior a unas vacaciones en su cama y de golpe. Pero no, tampoco viajo demasiado. Sigo en mi ciudad de siempre: las mismas gentes, las mismas obras, las mismas nubes…todo va bien. De momento. Empiezo a caminar. Por un momento pienso que debería dejar de fumar puros. Pero tampoco entiendo el porqué. Quizás me marean pero dicen que son más naturales que los cigarrillos. Claro que ahora que pienso…me tome una cerveza esta mañana y luego un Gelocatil. Esa puede ser la razón. Autoconvencido me inflo de orgullo, de oxigeno y de helio y comienzo a flotar sobre mi propio regocijo. He solucionado yo solo mi problema, no es que sea medico pero oye…déjate que a lo mejor. Triste iluso. En su nube particular se desplaza a gran velocidad por la ciudad. De repente, otro miedo interrumpe sus lagunas. No sabe por qué ha bajado a la calle. Da igual, siempre hay algo que hacer o existe algún sitio donde ir. Tras un camino intrincado y sinuoso llega a un bulevar que se abre ante el en forma de grandes y anchas avenidas con rascacielos de testigos. Se va cómodo, sopla una leve brisa y el sol no calienta. Por momentos parece un paisaje marítimo. Pero desde los bancos de Madrid no se puede ver el mar. Quizás se equivoque, una hondonada y allí se observa la bahía. Perplejo deja en segundo plano visual la inmensidad y se fija en la única cara que se cruza ante el en varios minutos. No sabe como ha llegado a identificarla pero esa cara le era conocida. No podía ser, su hermana Sandra murió hace 23 años de una extraña enfermedad vírica sin explicación. Sigue pensando y recuerda que el mar sigue allí. ¿Allí? Sandra y el mar fueron testigos comunes de su infancia en la añorada Málaga, esa a la que no ha vuelto desde hace más de tres décadas. Sin llegar a tener ningún sentido todo parecía tener relación. Quisiera recordar las calles de Málaga pero era imposible, no lo consiguió y si lo lograse no serviría de nada, aquello habría cambiado tanto que no se parecería en nada. ¿A todos nos pasa no? Pensamos tanto en alguien que al final y como un espejismo se nos aparece delante. El verdadero problema surgió cuando intento buscar la boca de Metro de Santo Domingo. No se hallaba, no era este lugar. Ni siquiera era el barrio del lado. Era 1000 Km. mas allá. Aun recuerda la cara de su madre cuando le comento que se iría a vivir donde ahora mismo se encontraba para conocer a una mujer. Ese fue el principio del fin. Y allí estaba, la mujer por la que tanto se preguntaba. Si era un sueño estaba claro que era muy sofisticado. Aun sin verla en 15 años su mente se encargo de envejecerla conservando y respetando su belleza natural. Era ella, seguro. Algo estaba pasando. Pero la sensación cambia de repente y el frío se hace polar. Esto le hizo recordar a su viejo amigo Juan, aquel que se enfado por una tontería y por lo que nunca mas volvió a coger el teléfono. Y así fue. “Bienvenidos a Oslo”. Es verdad, Juan se vino a vivir aquí. Decidió entrar a un café para desahogarse y aplacar la tensión pero error: Juan estaba allí. Lo peor del caso era que ellos estaban allí pero el no les podía hablar, no le reconocían…una frustración. Sandra, Maria, Juan…se le venia a la memoria mucha gente que podría pasar frente a el y a los que gustaría ver pero analizó la situación y quizás no le agradaría volver a encontrarlos. ¿Era esta la realidad de su vida o ha vivido al margen del conocimiento toda su existencia? La frustración no era no poder hablarles, la frustración era su vida anterior y el castigo que venia a continuación. Tiempos, lugares, situaciones…todo vuelve ¿Pero de esta forma?


Louis de Poudereux

La camioneta de la bella durmiente

El martes de la semana pasada, fui a la agencia de SAT central y para el viaje decidí usar nuestra popular y democrática camioneta. Luego de hacer las diligencias que necesitaba hacer, tomé una camioneta número 82 que venía medio vacía para regresar a la oficina. Al nomás subir, vi una bella colegiala que estaba dormida en uno de los asientos, con la cabeza recostada en una de las ventanillas y el asiento que tenía a la par, vacío. Tez morena clara, pelo negro lacio y largo, puro de Head & Shoulders, una boquita apenas entreabierta, un maquillaje discreto y una naricita coqueta. Lo mismo podía pasar como guatemalteca o filipina. Vestía un uniforme azul de colegio, con la falda un poco más corta de lo normal. Parecía ser de los últimos años de secretariado o magisterio. Llevaba en sus piernas su mochila grande, repleta, que por lo menos tenía que pesar 25 libras.

Me recordé inmediatamente del cuento de García Márquez en el que viaja en avión de París a Nueva York a la par de una mujer preciosa que duerme todo el camino. Yo sé que una camioneta de tercer mundo y las calles del centro cívico de la capital de Guatemala no tienen precisamente el glamour del aeropuerto de París, ni el de la primera clase de un avión, pero la bella durmiente que me tocó a mí, sí que era igualmente de fábula. Me senté, así como don Gabriel, a la par de la bella.

La chica tenía un aroma riquísimo. Yo no sé de perfumes, pero el que cargaba ella, unido a su olor natural de mujer, era encantador. No vayan a creer que me puse a olerle impunemente el cuello como un chucho o algo parecido. No había que moverse o hacer ningún esfuerzo para disfrutar ese olor exquisito. Luego de una cuadra disfrutando la compañía de la bella colegiala durmiente, yo ya estaba totalmente enamorado, imagínense ustedes: yo, un vulgar escribidor de posts de blog, con un encanto de mujer a la par, en un país de tercer mundo, en una camioneta destartalada en el centro de la ciudad. Pero ni cuando estuve en Barcelona y Madrid (que sí tienen su cacho de glamour) me senté a la par de tal portento de espécimen femenino.

Luego de avanzar tres cuadras, la chica dio un brinquito porque un gritón entró a la camioneta a vender dulces, medio se despertó, medio me vio y con suma naturalidad, como si fuese alguien de su confianza, se recostó en mi hombro y me abrazó, y luego siguió durmiendo en el más profundo de los sueños. Yo la abracé también y fuimos una feliz pareja durante unas diez cuadras, cuando de pronto despertó, me miró asustada, dijo ¡puta, ya me pasé de mi parada!, tocó el timbre, y bajó corriendo en la novena calle y novena avenida de la zona uno, desapareciendo a toda prisa con su mochila de 25 libras, su minifalda de colegio y una pequeña arruguita en el cachete izquierdo, la única huella que le quedó de nuestro viaje idílico.

JKing

Sándalo y camarones

Encendí el sahumerio y un vaho de sándalo danzó por el ambiente en aras de la hebra de humo azul . La luz de las velas se derramaba sobre los rincones, mezclándose con las sombras, acoplándose en penumbras sembradas de sortilegios. Todo estaba listo: las sábanas de satén serían el único refugio, la única trinchera en la que me rendiría presintiéndolo vencedor de mi estrategia. Mi corazón lo esperaba, desesperado, atento a los signos de su pronta presencia, rogando su aliento, dispuesto el espíritu a la capitulación absoluta. Toda para su amor como el primer día. Mi cuerpo lo aguardaba ansioso del roce, pidiendo la caricia sabia de su mano, requiriendo el abrazo. La boca se me entreabría, involuntariamente, recordando sus besos y mis fauces se regodeaban sospechando su piel. Mi corpiño tenía aros de alambre, la vendedora me juró que mi busto se vería cinco centímetros más alto y no había jurado en vano. La bombacha me resultaba un poco incómoda, penetrando distritos íntimos, pero no me importaba. ¿Cuánto podía durarme puesta? Poco y nada... Dejé caer la gasa de la bata sobre mi espalda, tan transparente como mis intenciones. El champán estaba frío, las cerezas destellaban pasión sobre la frutera. Me pregunté si no habría comprado demasiados camarones y me respondí que la velada sería larga, tan larga que podríamos comerlos después. Se acercaba la hora en que él entraría al cuarto y me vería sensual y provocativa. Yo entornaría los párpados para mostrarme vulnerable, él intuiría y me arrastraría a la cumbre del placer, nos complaceríamos mutuamente. Sería el mejor regalo de aniversario que podíamos darnos mi esposo y yo.

Entonces ocurrió algo que aún hoy no puedo creer que haya ocurrido y que cambió por completo el curso de aquella noche: golpearon la puerta. La expectativa me llevó a pensar que Marcelo había olvidado las llaves. Apresuré la marcha hacia la puerta y abrí, no sin antes subir el volumen de la música y acomodarme las puntillas.

Se me paralizaron las piernas y las ansias al ver que delante de mí se erguía un hombre de unos treinta años, de melena castaña y ojos verdes chispeantes. Mientras pensaba en mi casi desnudez, vi que traía puestos unos pulcros calzoncillos de seda, con margaritas amarillas esparcidas sobre fondo negro. Rápidamente me explicó que era el amante de la vecina del cuarto piso, que se había quedado a dormir la siesta y que, al despertarse, encontrándose solo y sin ropas, descubrió que el traje se le había caído por la ventana al patio interno del edificio (o sea, mi patio). No podía dejarlo ahí y medio desnudo, en cualquier momento llegaría mi marido. Lo hice pasar y le dije que buscara sus ropas él mismo, mientras yo trataba de encontrar con qué cubrirme. En ese preciso momento entró Marcelo. ¿Qué podía decirle? Había un hombre en paños menores en el centro de la sala, la música erotizaba las paredes y el sándalo caía sobre los rincones incitando los sentidos. Cualquier explicación, verdad o excusa, sería inverosímil. El amante de mi vecina me miró con expresión desesperada. Me dispuse a oír la sentencia en la voz de mi marido y bajé la cabeza esperando una reacción violenta. Marcelo arrojó el maletín a un costado.

-¿Ésta era la sorpresa de aniversario?- casi gritó- Si supieras cuánto hace que fantaseo con un triángulo y jamás me atreví a confesártelo... pero, tú adivinas todos mis deseos, mi vida... – dijo visiblemente entusiasmado.

- Prometo que no te arrepentirás. Será la noche más excitante de nuestras vidas.- concluyó.

El vecino respiró casi aliviado. Le sonreí con resignación. Después de todo, los camarones eran demasiados para dos personas y la velada sería realmente larga. En tanto Marcelo, sacándose la corbata, nos empujaba suavemente hacia el dormitorio como un niño feliz a punto de jugar con un juguete nuevo.

Isabel Ali

Un lío de proporciones

Estoy metido en un lío y no imagino como voy a salir de él. Estoy condenado a muerte. Así de simple.


Pero, antes de entrar en el detalle mi desgracia, debo comenzar por explicarles como empezó todo. Fue pura casualidad. En el noticiero se comentó un hallazgo sensacional. Una especie de vida semejante a lagartos, con base a sílice, en vez de carbono, terriblemente agresiva y hostil. Era algo que casi todos los terrícolas esperaban que tarde o temprano ocurriría. Bueno, el caso es que ocurrió. Hasta ahí todo normal. O casi.

Daré algunos detalles: la nave se llamaba Nostromo, era un carguero de minerales que, por accidente, había detectado una señal proveniente de un planeta desconocido. Toda la tripulación estaba en hibernación en ese momento. Los sistemas de la nave despertaron a todo el pasaje.


Por Contrato, en caso de detectarse una señal de aparente origen extraterrestre, la tripulación estaba obligada a investigarlo, so pena de no recibir bono alguno al término de la misión.


Para no alargar el asunto, resumiré el cuento. Bajaron algunos astronautas al planeta, encontraron una nave abandonada, que por su aspecto parecía ser antiquísima. Quizás de decenas de miles de años.


En lo que semejaba una enorme bodega se ubicaba una verdadera plantación de huevos. Algo salió disparado de uno de esos huevos y se lanzó contra el explorador mas cercano. Se le pegó en el casco y le introdujo en su estómago lo que se supone era una larva.


Pocos días después, ya en la nave principal, una entidad negra, semejante a un lagarto emergió del tórax del pobre sujeto, destrozándolo por completo. El bicharraco arrancó, creció a una velocidad fenomenal y mató a toda la tripulación, salvo a una mujer, que probablemente, mas astuta y mas desconfiada, logró escapar en el vehículo de emergencia haciendo explotar el carguero.


La afortunada fue encontrada pocas semanas después gracias a la señal de auxilio que emitía. La mujer se llamaba Ripley. Al comienzo nadie creyó su historia y fue sometida a juicio. Meses después se investigó el planeta y se comprobó que lo narrado por Ripley era efectivo.


Para evitar riesgos se aisló el sector y se incluyó el dichoso astro en la ya larga lista de planetas peligrosos. Mas adelante se estudiaría en detalle. De todo esto nadie mas salió afectado. Salvo yo.

Me explico, soy Profesor de Historia Terrestre y Arqueólogo. Eso me hace mas erudito que la mayoría de mis congéneres y sé cosas que ellos ignoran. Eso fue fatal.


En mis largas investigaciones de literatura y cine del siglo XX, me había asombrado por la buena factura de una película denominada Alien, el 8º pasajero. Un triller de Ciencia Ficción. Lo recordaba perfectamente. La nave se llamaba Nostromo y la heroína Ripley. El resto de la historia es idéntica.


Desconfiando de mi memoria volví a las bases de datos del siglo XX y vi nuevamente la película. No estaba equivocado. Era tal cual y esto, para cualquiera en su sano juicio, era imposible, una casualidad absolutamente increíble.


Ahí comenzó todo. Escribí una artículo y emití algunos comentarios relativos a tan extraña coincidencia. Al comienzo fui objeto de todo tipo de bromas. Incluso se llegó a decirme que la película la había fabricado yo, empleando alguno de los maravillosos programas computacionales que existen para esos efectos. Finalmente se impuso la verdad. La película era real... entonces ¿Cómo podía explicarse todo esto?


Mi segunda metida de pata fue aventurar una hipótesis. Ahí se me tildó de chiflado, y mentiroso compulsivo. El problema es que estoy convencido que mi teoría es real. Esto requiere entrar en algunos detalles, si no, tampoco me van a creer.


Ocurre que los tripulantes del Nostromo, bajaron al planeta por culpa de una señal que emitía un radio faro. Los científicos de la nave y de la Tierra, después de decodificarla, afirmaron que la señal en realidad contenía una advertencia. Es decir no era un SOS, sino todo lo contrario, era un ¡Aléjense! Volví a entrar en discusiones (para mi desgracia) con los medios de comunicación de nuestro mundo. Les afirmé que esa suposición era absurda. La mejor forma de atraer curiosos era precisamente emitir una señal, cualquiera que fuera. En estos casos lo mejor es permanecer silencioso.


Les afirmé que, la antigua nave, de haberse mantenido en silencio, no habría sido descubierta jamás. Se trata de un planeta en estado primordial, inhabitable para los humanos y a nadie se le habría ocurrido descender y, lo mas importante.. ¿Saben ustedes la superficie que habría que cubrir para explorarlo por completo?... no lo saben, pero yo si: ¡mas de 600 millones de kilómetros cuadrados! Y... saben ustedes la cantidad de planetas explorables que hay en la galaxia. Me refiero a lo conocido: ¡Mas de mil millones!


Seamos francos, les dije a mis contrincantes, esto no era una advertencia, era una trampa.


Se indignaron conmigo. Era inconcebible que una raza súper desarrollada hiciera algo tan maligno como lo que estaba planteando. Era imposible.


Para terminar de hundirme, les dije cual era mi teoría acerca del hecho que 400 años antes se hubiera producido una película idéntica a lo ocurrido.


Para mí la explicación era bien simple. Ésta era la verdadera señal de advertencia hacia nuestra raza. Una señal del futuro enviada hacia el siglo XX.


Desconocemos la tecnología para viajar en el tiempo, al menos de desplazar objetos materiales, pero sabemos como mandar señales. Se envían partículas que viajan mas rápido que la luz al sitio que estaría ocupando la Tierra en una determinada época. Esta señal no puede ser captada por la tecnología de esa época, pero sí por lo cerebros de lo humanos. Estos la perciben en forma de sueños o inspiraciones literarias.


Mi postulado fue simple. Mucha de la literatura de ciencia ficción de esa época corresponde a mensajes del futuro. No toda, desde luego. Sólo algunos cerebros mas sensible la captan y tiene la capacidad para traducirlas en una historia o cuento de ciencia ficción.


Me dijeron que estaba alucinando: Si fuera tan así, en estos momentos, es decir en 2.498 DC estaríamos inundados de mensajes del futuro y nada de eso está ocurriendo.


Aquí fue cuando terminé de embarrarla. Les dije que precisamente ese era el problema. Que no había futuro, que el mensaje referente a la historia del Nostromo era terrible y que por no haberle hecho caso ocurriría algo devastador para la humanidad.


¿Cuándo? me preguntaron riéndose. No lo sé, supongo que cuando el envío de señales al pasado esté suficientemente perfeccionado y aún no lo está. Trabaja en forma bastante errática y ningún centro de investigación se interesa demasiado por el tema. Volví a repetir, el argumento es el mismo: no hay señales del futuro, porque no hay futuro.


Esto fue hace tres años. No me creyeron y ahora estoy esperando que el Comando en Jefe de los lagartos decida si me comen durante la cena o me guardan para plantar uno de sus huevos en mi estómago y no sé como voy a salir de éste lío.


Sergio Donoso

La mirada maya

A todos sorprendió el viejo Ramiro Tecú cuando abandonó el aguardiente y las eternas promesas de su Iglesia y se dispuso a esculpir. Contaba su exigua propiedad con un roquedal apropiado para darle forma. Sería la mejor manera, pensaba, de resarcirme por todo lo que estas piedras me estorban en el cultivo de milpa.

Con infinita paciencia limó y moldeó durante muchos soles el pedregal con la idea fija de representar a su desaparecida familia.

"Madre que con su único ojo bueno encontraba todas las cosas; mi esposa, mi refugio hasta que el mal parto se la llevó; mi hijo que perdió la vida al meterse en política, mis hijas que marcharon para Estados Unidos y de las que nunca más supe..."

Una piña de semblantes poblaron las rocas y no se formó en el cielo ocaso que no le encontrara sumido en evocaciones junto a su familia de caliza.

Entre nostalgias se le fue la vida y cuando el recuerdo de Ramiro desapareció en sus vecinos, su obra escultórica recibió el segundo moldeo, el de la vigorosidad tropical. La lluvia pulió las arrugas de la madre hasta hacerla parecer púber, se hostigaron las expresiones al mancharse de una negra patina de hongos, los líquenes barbaron los rostros, enturbiaron las miradas y, al final, enredaderas y arbustos le hicieron compañía tan frondosa que podía pasearse a su lado sin advertir que allí hubo piedras.

La pequeña propiedad y varias más que la rodeaban pasaron a mano de una familia de empresarios de reconocido apellido. Cerca de donde Ramiro descansaba junto a su familia de piedra se extiende ahora un jardín inglés donde la señora Zury acostumbra a tomar el té de las cinco.

Con el ademán apropiado a su alto rango eleva la tacita de porcelana de Limoges atenta a la conversación de su compañera de golf y controlando que el meñique no se estire. El mismo escalofrío de siempre, no hay forma, piensa. Llama a su marido que asustado por las voces asoma la cabeza por el ventanal.

- Vos, no me haces caso, pero te juro que aquí se agria el té y lo peor es que tengo la certeza de

que siempre me miran.

GOATHEMALA

Pajas poéticas para el sabadito alegre

AÚN LOS CHUCHITOS SON DIFÍCILES DE HINCARLES EL DIENTE

Querido Hermano:
Hoy comprobé
que los chuchitos de doña Meches
no están hechos
ni con carne de puerco
ni con huesitos de pollo
ni aceite de papas fritas:
Son de un no sé qué
de un no sé cuándo.
De un quién sabe al que la fanta
se alborata
como en días de triple saldo.

No hay futuro en los cybers, chavo
mejor montá tu negocito en la sexta
y decí que sos un astrólogo
qué importa si sos charlatán
igual te escuchan
la virginidad no aprueba nada
que tu culo esté cerradito
no dice mucho, chavo
Aunque hay quien
ni echándose repello se aprieta esa mierda
Aunque hay quien
ni comprándose maletas nuevas
tiene con qué vestirse
Aunque hay quien
no sepa siquiera que las pajas
son tan verdaderas como los tamales.

Es mal síntoma ser albañil
y tener tu propio programa
hablando como si fueras colombiano
de las milagrosas astillas
de la cruz donde Jesús
se casaqueó a Maximón.
Así de chicos empiezan los negocios.
¿Cuánto mi reyna? Así de chicos
Aries: si vas al intecap y aprendes cocina
podrás preparar lindas cenas
Así es el negocio Hermano
No olvides pasar por el sanatorio
el de la bandera morada
Recordá:
me debés los 50 pesos de la consulta.

POEMA PISADO

tomo mi bus
espacio metálico del sillón
se me mete en el orto bizarro
le hago huevos
llego a la sexta
hay un pirata azul pisado
parécese a Jack Sparrow
se pone a bailar
la cumbia del garote
en medio la tira
le levanta el puesto
¿cuánto quiere mi jefe?
cien pesos, en la comisaría
te va a salir más caro
solo tengo 75
no está buena la venta
está bueno pues
necesito decirle
que lo que pasa es que
aún no me llega
la nueva de Horton y el mundo de los quién
y las viejas ya no se venden jefe
no sea malito
ahí mañana le paso un su vaso de atol
de los que prepara doña Meches
ya es de noche
y no quiero que me violen
mejor me vuelvo jefe
la Dulce se busca la mano
cae el primero
¿cuánto es mamacita?
son 75, pagás el cuarto
no te quedes ya no esperes
ahora su mano agarra el chuchito
está rico
la mano que escribe tiene artritis
tráiganme el Cofal.

Arturo Nuez Pérez Reviente (10 de mayo de 1973)

Excelso escritor representativo de las letras de su amada tierra del Quetzal en México. Poeta, critico literario y vendedor de Tortas en un puesto en Reforma. En crítica ha publicado los siguiente estudios: Literatura y chuchitos: qué poemas leer cuando rugen las tripas, Aldeas que sólo yo conozco: poemas se los cuates después de después de después (etc.)… de la guerra, y Los signos de puntuación: Manual de cómo usarlos. En poesía ha escrito: AccompanedHermanito (Caza con Paredes, 2000), Poema Pisado (Mundo Pisado, 2001), El cuarto del Ponny en Navidad (Editorial Ek&Is, 2002), Los Chontes Salvajes (Anaconda en tu cuarto, 2006) y El Machete de Don Chente (Editorial El Patito, 2025).

Grande, duro, rojo y vigoroso

La solitaria adolescente abrazó la almohada y suspiró. Recostada sobre la cama, sin darse cuenta se quedó dormida y soñó con lo de siempre: un duende o un gnomo o un mago o un ángel o un buen dios... en fin, un personaje ñoño.


Él llegaba a ella a través de los sueños, adoptando la apariencia de alguno de estos seres a fin de cautivarla, ganarse su confianza y apoderarse de su voluntad. Pero ella le prestaba poca atención, ya estaba grande para soñar con eso; más bien (aún dormida) se distraía pensando en su deseado amigo.


Él quería llevársela y sabía que, para ello, debía darle algo a cambio. Entonces, desconociendo lo que quería pero buscando conquistarla de alguna forma, se transformó en el “Genio de los Desdichados” y le propuso concederle un deseo a cambio de...
Ella por primera vez se interesó en una propuesta de él y no supo que decir. Calló, lo hizo esperar, hasta que se le escapó:


–“Grande, duro, rojo y vigoroso”.


Faltaba más. El trato fue que ella viviera en sus dominios donde todo era rojo: rojo era el mar, el cielo, el suelo, las rocas... ¡hasta las criaturas eran rojas!


La idea de él era hacerla sufrir –como a todos– pero, para su desilusión, ella gozó intensamente con todo aquello que tanto compaginaba con los insaciables deseos adolescentes que en su lecho tenía. Aquel era el escenario perfecto para plasmar su fantasía, pues allí estaba su anhelo: “era un dragón”, pero no un dragón verdoso cualquiera, sino un dragón grande, duro, rojo y vigoroso.
Ella fue inmensamente feliz convirtiéndose en una heroína del infierno, dominada por el mismísimo Satán (quien la había llevado ahí) y rodeada de las más crueles atrocidades que os podáis imaginar, y de su inseparable dragón grande, duro, rojo, y vigoroso, al que jamás dejó de amar. Por esta razón ella nunca despertó de su sueño.


Ale.Spain

El perro y el gato

La casa es como cualquier otra de las demás casas de este mundo, como de las muchas que había alrededor; ninguna más excepcional que la otra. En ella vive un hombre mayor con sus dos mascotas: un gato y un perro. Cuando trata con los dos al mismo tiempo lo hace con una mano para cada uno; La derecha sostiene al gato, la izquierda es para la correa que contiene al perro.

El gato es blanco, como la misma nieve, y robusto, más bien gordo, muy bien alimentado; pero sobretodo, muy educado, de maneras tranquilas, pasivo y atento al orden de todo lo que le rodea. El perro es negro y delgado, parece estar casi en los huesos, a pesar de que nunca falta comida que se le sirva mas de las veces este las niega, prefiere casar pájaros o aceptarlas a regañadientes, como si quisiese ser una extraña combinación entre deplorable y orgulloso; Además, es realmente difícil que siga una orden de su amo, pero aunque esto resulta cosa rara siempre esta consciente de todo lo que le pasa al dueño y otras tantas más bien en lo que sólo podría llegar pasarle.

El gato siempre esta adentro de la casa, apegado a sus comodidades, y saca las garras para defender lo que cree su posición y derechos. Esta completamente seguro de que ayuda a su amo al mantener la “paz” en la casa, actuando al instante y sin que nadie se lo pida, dando muerte inmediata a roedores y otras plagas, esencialmente peligrosas ya que se pueden reproducir, podría haber muchos como ellos y su sola existencia sería amenaza para el orden establecido. Así el gato cumple la función que el mismo se ha dado, guarda la paz, la más injusta y ofensiva que haya existido.

El perro siempre esta afuera de la casa, recatado a su condición precaria, pero ladrará y llegara a morder si es necesario para defender la independencia que cree tener. El perro esta seguro de que ayuda a su amo, luchando a como puede por lo cree justo, sus ideales, su libertad y el derecho a defenderlas; actuando como si fuera servil más bien cubre algunos de sus instintos de agresividad. Y es así se lanza agrediendo a un enemigo no determinado, es decir el primer desconocido que se acerque a lo que considera su territorio, sus posesiones y la comida que este extraño perro casi no toca, o simplemente cualquiera que no le parezca bien; Enfrascado en una lucha justa, las mas belicosa, desastrosa, denigrante y descarriada de las luchas justas.

Cada uno cree ser justo y correcto, y que el otro esta irremediablemente mal; El gato cree que lo hace por su amo, pero el perro es peor; el gato sabe que la lucha del perro es inútil y lo considera una molestia, el perro sabe que el gato es un mantenido y lo considera un inútil; Lo cierto es que lo que saben el uno del otro y el como se consideran es lo único dentro de sus cabezas que se apega a la realidad de las cosas en la casa y en este mundo.

La paz que el gato resguarda es para imponer su propio punto de vista, la causa de la lucha del perro no es mejor; El gato sólo lo hace por mantener su posición y privilegios imaginarios, el perro sólo lucha por notoriedad, fama y anarquía, sueños que no alcanzan a pisar el territorio de lo real.

En cierto modo, el amo esta consciente de la forma de ser de las dos mascotas y de que ninguno sabe lo que en realidad el quiere, en inclusive, aunque así fuera, ninguno de los dos jamás podría dárselo. También sabe que puede inclinar la balanza de la situación a favor de uno o de otro; Así, si la paz injusta del gato se corrompe perderá sus “privilegios” y se convertirá en un perro que inicie una lucha justa por recuperarlos; si la lucha justa del perro tiene éxito, este llegara a convertirse en un gato e implantara una paz para que nada cambie, para mantener todo tal y como esta.

Al fin y al cabo, no son más que mas de lo mismo, y el amo sabe perfectamente como lidiar con estos animales: no dándoles mas de lo merecen los animales, no mas respeto y atenciones del que estos animales pueden ser dignos y agradecidos; de todos modos, por frío que suene, resultan innegables un par de cosas: que relativamente pronto morirán y que quiera o no, dentro de si el amo sentirá un pequeño alivio por estar liberado de tales obligaciones, de tener que lidiar con la responsabilidad de tales animales; que no fueran mas que otras de las tantas mascotas que pasaron por la vida del amo.

Relojero ciego

Nacido para el arte

Nacido para el arte, este poeta de extraño lenguaje parece proveniente de una corriente o contracorriente orquestada en una colonia a la orilla de un barranco, porque se despeña en el olvido de su realidad y navega por el lenguaje coloquial, sólo para divertirse con las palabras.


Su afán no lucrativo lo hizo recorrer dos o tres carreras en la universidad hasta parar estudiando fotografía, para plasmar en imágenes lo que todavía no puede arrancarle a las palabras. Esa impotencia le frustra las ganas, por eso su obra no obstante que consiste en seis libros de poesía a razón de ochenta poemas por libro, no le ha dejado buen sabor de boca.


Una cybershot que toma la foto cuando capta una sonrisa, piensa que es un poema en sí mismo.


Si él pudiera captar la poesía como una sonrisa y saber exactamente cuando escribir, sería elemental como herramienta para dejar de anotar cualquier cosa en cualquier parte, en cualquier márgen de libro.


Ayer el poeta fue a casa de su novia. Hicieron el amor con prisa, pero con ganas. Él buscando la poesía en los gestos, en los reproches, en ese odio/amor que acompaña a esa relación enfermiza. Salió decepcionado y se perdió en las calles de la ciudad como a las diez de la noche. Tuvo miedo hasta que se encontró dentro de un autobús rumbo a su casa, entonces se refugió en la lectura de un poeta. Pero finalmente reconoció que lo que quería era robar poesía en lo que leía. Reaccionó y pensó que se estaba convirtiendo en ladrón nocturno de poesía. Estaba perdiendo a su novia por las tardes, robando poesía por las noches y desandando las calles para volver a su cuarto de alquiler con la esperanza de que su vida fuera menos aburrida, más plena, mejor escrita por él mismo, bañada en poemas.


Es parte de su vida, el odio por la rutina, por el tiempo muerto del trabajo diario en la oficina.


El periódico del día descansa sobre la escritorio, justo en la página que anuncia la novedosa cámara.


Photoman

Adolfito limpia todo

Por la mañana, Adolfo Espitia, chiquillo mocoso y raspado, se levantó, como era la costumbre, a vaciar la vejiga en el baño del pasillo. La modorra del despertar huyó con la sorpresa. Y qué sorpresa la que le saltó a la vista. Su padre, sí, su padre, Don Adolfo Espitia (padre), estaba agarrado a la baranda de la toalla con la izquierda; sus piernas, separadas, temblorosas y rígidas como tablones; su cuerpo encorvado y su cara venosa, querían reventarse. Estaba rojo, casi púrpura, y su pelo despeinado se batía violento.


Y así fue, Don Adolfo había sido descubierto agitando la diestra.


Presuroso el pequeño Adolfo corrió en busca de su madre y le contó, entre berridos, el horrendo acontecimiento. La única respuesta que obtuvo fue un regaño y un buen rato de correa y chancleta.


Adolfito debía vengarse.


En la tarde, cuando quiso entrar al baño, se repitió la espantosa escena. Corrió a la cocina, afiló tijeras, limpió cuchillas, cobró valor, caminó al baño, miro a su padre y cortó sin miedo.

No más regueros en el baño del pasillo.


Andvecu

Agonía

Que quede registrado este sueño como mi epitafio. Me resta poco tiempo de vida y no lo malgastaré en plegarias inútiles o en un abrazo ferviente de la religión como una última oportunidad de perdón divino. Que el de arriba me haya dado este postrero instante de lucidez no cambia nada. ¿No esperé durante toda mi existencia conocer las llamas eternas? ¿Qué otro destino me esperaba? Ahora, en esta agonía, me sumerjo en paraísos oníricos infernales: escucho los gritos de los condenados y veo los cuerpos desmembrarse una y otra vez. Además, y como un atractivo video turístico, aparecen ante mi los suplicios de Dite, los tormentos en Malebolge o el congelado refugio del Lago Cocito. Y, entonces, cuando abro los ojos, esperando terminar la tortura y exhalar el último suspiro, entra la enfermera de turno, cambia el suero y extiende unas horas más mi permanencia en la tierra. Entre el dormir -todo el día- y el despertar -sólo por breves instantes-, no he tenido mucho tiempo para despedirme de mi esposa e hijos. Tampoco me interesa tenerlos acá dando vueltas nerviosamente por la habitación y preguntando estupideces como ¿Te duele mucho? ¿Estaba buena la comida? o que, en arranques de sensiblería barata, se aferren a mi mano, la aprieten con fuerza y con lágrimas en los ojos me reiteren una y otra vez que no quieren que me muera, que me extrañarán, que no podrían vivir sin mí. En esos momentos, sin saber si es un sueño o es la realidad, leo en la pantalla en negro del televisor “Abandonen toda esperanza, aquellos que entran” y sonrío. Luego se van y me dejan en esta pieza que es un mausoleo en vida. Duermo a ratos y siempre entre sueños aparece esa pregunta que aún no he podido responder. Su respuesta haría este sufrimiento un poco más placentero: ¿Cuándo tendré la certeza de que estoy despierto?

Erebus

viernes, 16 de mayo de 2008

Dos cositas

Una
1. 1 Los I Juegos florales pajeros –Guatemala 2008–, cierran su período de recepción de trabajos el día de hoy a las 17:00 horas (hora de Guatemala).

1.2 Los textos finalistas aparecerán publicados en este blog a partir de lunes 19-05-08.

1.3 El período de votación será del 19-05-08, al 06-06-08.

1.4 Por decisión de la junta pre-calificadora, durante el período de votación, no será eliminado del blog el texto que reciba menos votos. Los doce textos finalistas permanecerán disponibles para leer hasta el final del período de votación.

1.5 Al estimado público lector, lo instamos a que dejen su comentario y su voto.

DOS
2.1 Por vida suya, les ruego que pinchen el enlace de abajo, para que vayan a leer un nuevo post en mi moribundo blog personal.

Vaciando la casa

Salud pue

lunes, 12 de mayo de 2008

Musa y su prima

De la serie los hombres objeto o con apodo (también las mujeres para no ser excluyente)

Musa era su oficio y tenía siete hermanas, aunque algunos pensaban que era la misma y que ella se presentaba en formas distintas, según su conveniencia, eso nunca estuvo claro. De cualquier forma, ella o ellas eran las más solicitadas.

Mi hermano me decía: “Si Musa prestara sus servicios en una casa de tolerancia, de seguro ella sería la más ocupada”. Pero ellas no eran asiduas a las peticiones, se presentaban cuando se les daba la gana, y cualquiera podía ser su mejor amante, un hombre o una mujer, eso no era importante. El más tierno poeta, el más expresivo de los pintores, incluso el más erudito de los músicos. Aquello evidenciaba que no eran perfectas.

La que siempre estaba disponible era su prima lejana, la pobre, la que nunca podía faltar. De igual manera, ella lograba que hombres y mujeres hicieran maravillas, con lo que tuvieran a su alcance, igual forzaba su imaginación.

Mi hermano me decía: “Si la pobre prima prestara sus servicios, no en una casa de tolerancia, en una de putas (según él esa era su categoría exacta), difícilmente la visitarían; lo harían solo en el caso de que no hubiera otra opción”.

La verdad era otra: Musa era elegante, evocaba lo más colorido de la imaginación. Claro, ella tuvo una vida cómoda, llena de lujos, siempre vivió en lugares privilegiados. Su prima era el otro extremo, nunca aprendió buenos modales y creció en barrios pobres, sin acceso a privilegio alguno, una vida de carencias; pero cuando alguien la solicitaba, ella era efectiva, igual o más que Musa y sus hermanas.

Nunca nadie se lo reconoció. Al final, la pobre fue la más solicitada, pero siempre la menos deseada.

Poncho Pilatus

jueves, 8 de mayo de 2008

Mayo del 68

Me había acomodado en el sillón para ver una película, aquella donde un joven norteamericano cae en medio del clima del París de mayo del 68 y se involucra en un ménage a tròis con una pareja de hermanos un poco raros. Me encanta la escena cuando la chica entra en la habitación, desnuda, con unos guantes negros larguísimos y la piel tan blanca que parece una Venus de milo atravesando la puerta, los guantes negros confundiendose con la cortina negra, parece que no tuviera brazos.

Andrés comenzó a jugar con mi pelo, intentando convencerme de apagar el DVD y ponerle, "por favorcito", el aburrido juego del Real Madrid que estaba a punto de comenzar. No es que él sea poco solidario, pero es que, Andrés y yo, somos intelectualmente diferentes, aunque a veces se dispara unos análisis de miedo, casi siempre se emboba con la pelota que corre, pero yo intentaba explicarle hasta dónde llegó la rebeldía del 68, trataba que él entendiera como estas cosas llegaron a configurar una generación y todavía influyen en el imaginario mundial. A mitad de mi discurso sobre Simone y Jean Paul, me aturdió con una avalancha de caricias y besos y me perdí la película en medio de uno de esos rapidines memorables, que me recuerdan porqué sigo con este chavo.

Mientras Andrés veía su partido en la tele de plasma, yo me dedicaba al embellecimiento. Cubierta por una batita de baño y en sandalias, intentaba pintarme de rojo carmesí las uñas de los pies. Yo no soy de entrarle a eso de la belleza, pero Andrés tiene ese fetichismo que me hace cuidármelos, fuera de eso ni maquillaje me pongo.

Tocaron la puerta y Andrés, refunfuñando, salió a atender. Vivimos en el nivel doce así que difícilmente se trataba de vendedores.

Escuché risas y reconocí la voz de Gerardo, el papá de Andrés, quien extrañamente aparecía de visita. Me apresuré a vestirme y salí del dormitorio con el pelo amarrado con una toalla.

Gerardo es un tipo jovial, a pesar de tener más de sesenta años. Como es de esperar no se lleva muy bien con Andrés, que es el más joven de sus cinco hijos y el único de su segundo matrimonio.

Nos sentamos en la salita y Gerardo sacó un paquete: salmón, quesos, fruta y dos botellas de vino. Fui por platos y vasos, porque no tenemos copas. Andrés no apagó la tele, levantaba la mirada para concentrarse en no sé quién que llevaba la pelota. Gerardo estaba nostálgico, sirvió el vino y preparó un plato con todo lo que traía, aquello evidenciaba sus gustos de gourmet. No habían transcurrido cinco minutos cuando Andrés se pasó al dormitorio a ver el partido, dejándome con Gerardo en la salita.

Mi suegro, acostumbrado como está al rechazo de sus hijos, comenzó a darme una clase de enología y a describir el maridaje del vino con la comida. Me sentí incómoda, Gerardo me cae bien pero eso de echarme los vinos con el suegro, que además estaba nostálgico, no me hacía gracia. Para no hablar decidí volver a encender el DVD, pero la película catalizó emociones que yo desconocía en Gerardo. "Quitala patoja", me dijo, "es precisamente de París, de donde vengo huyendo hoy".

Apagué el DVD y durante los siguientes cuarenta minutos me enteré de la vida secreta de Gerardo en París, sus amantes, su intento de estudiar ciencias sociales en una época en que aquello era mal visto en Guatemala. "Mija, cómo me gustaría que Andrés entendiera". Cada palabra y frase de Gerardo me intrigaban más. ¿Por qué Andrés siempre había dicho que su padre era un vulgar neoliberal y explotador? Recordaba alguna de sus intervenciones en la universidad, cuando él mismo criticaba la indolencia de los viejos y su comodidad en cuanto a mantener su zona de confort y no contaminarse con ninguna lucha. Gerardo describía la violencia de París en ese mayo, cuando él comenzaba a estudiar en La Sorbona, aprovechando la nacionalidad materna. Reseñaba la imagen de los jóvenes enardecidos, en las plazas, la paliza que le dieron a su amante en una incursión, las piedras que volaban. Me describió, paso a paso, como se arma un cóctel molotov, y el final donde, igual que el protagonista de la película, al calor de los acontecimientos, simplemente huyó, dejó a la novia herida, se vino de regreso a Guatemala, sin terminar sus estudios, a retomar su vida anterior, a terminar una carrera de medicina que le había dado fama, su postgrado en Houston, su matrimonio con la chica de "buena familia" y su vida profesional en Chicago.

"No podíamos regresar, no era el momento, nos dedicamos a apoyar a la guerrilla, a enviar dinero. Los amigos que se quedaron en París y el resto de Europa eran los más solidarios, los que vivíamos en Estados Unidos mandábamos menos dinero. En 1980 me regresé, mi matrimonio ya había terminado y conocí a la mamá de Andrés, que estudiaba allá, ella me convenció de retornar. Andrés nació en el 81. El clima en Guatemala era duro, tiempos de Ríos Montt, Liliana estaba involucrada con la guerrilla, pero yo traía dólares y prestigio. Pronto se habituó a la vida burguesa, la casa bien equipada, que heredé de mi padre, en principio era una fachada magnífica para poder llevar a los compas y ocultarlos, pronto nos desligamos. Nos fuimos a Costa Rica, huyendo para que los amigos no nos hicieran nada, y recién en el 96 regresamos. Patoja, la vida de Andrés no ha sido fácil, creeme, aún cuando ahora estudia en una universidad cara, su odio a las revoluciones tiene mucho sentido".

El partido terminó y Andrés salió del dormitorio con una gran sonrisa, al parecer había ganado el Real Madrid. Gerardo se había tomado, él solo, la primera botella y procedía a abrir la segunda, para convidarnos. Entonces percibí un vestigio de camaradería entre ellos. Se sentaron uno al lado del otro y procedieron a catar el vino y a hacer bromas familiares, de esas que nadie más entiende. En ese momento entendí hasta dónde penetró París y como se habían enconado en ellos las diferencias de ese mundo polarizado. Cuando Gerardo se fue me dije, las manzanas nunca caen demasiado lejos del árbol.

Solange Nin

lunes, 5 de mayo de 2008

Esto No es Paja: I Juegos florales pajeros –Guatemala 2008–

Sigan enviando sus trabajos.

Haga click aquí para ver las bases



Haga click en la imagen para agrandarla

Doy la bienvenida a un grupo nutrido de escritores de la farándula Guatequilera dizque pajera, que la noche antes del asueto del primero de mayo, en acto solemne de entrega de libro y toda la paja, presentaron sus propias pajas. Al buen estilo de Simón dice; papel que involuntariamente le tocó jugar a una entidad patrocinadora española, que al ignorar la pre-existencia y paternidad de los cuentos pajeros, convocó a escritores, quienes a la usanza chapina de: metámonos a cargar (publicar) aunque no sepamos que santo llevamos, se dieron a ejercitar la manuela, sin saber que estaban consumando el truculento plan sacado de la manga maquiavélica de un imitador. Devotamente subieron en andas a un admirador de nuestro blog, quien en plan doloso inventó el agua azucarada y tituló su imitación con un término similar (como las farmacias), lo mismo pero más barato (aunque escritos con una fórmula genérica propia de El gran hermano: jóvenes: me preparan "para ayer" un cuento sobre una anécdota guatemalteca, porque les voy a publicar).

Aclaro de nuevo, las ideas pajeras originales pertenecen al subgénero literario del cuento guatemalteco: Cuentos pajeros, que ellos espuriamente trataron de imitar. Muchos de estos escritores según información de mis discípulos, juran que fueron sorprendidos en su buena fe, y otros que, de plano, ya bien duchos en la técnica de unámonos a Tyson porque aquí se vale morder orejas, se dieron su palmada en la espalda y con ello, gracias o su buena o espuria fe, no podrán negar que a partir de ahora serán: discípulos de Johan Bush Walls nacidos fuera del canasto.

Sean ustedes bienvenidos y tomen su lugar fuera del canasto prometido, por los siglos de los siglos.

Para aquellos que no fueron convocados a esa movida y otros que como buenos ratones de biblioteca huelen el falso queso de Racumincho; les queremos informar que aún sigue abierto el concurso que desde hace algunas semanas se abrió en este blog:

http://cuentospajeros.blogspot.com/

en donde ya hemos estado recibiendo trabajos, de calidad pajera garantizada y a prueba de imitaciones, que nos envían los lectores blogueros que quieren entrarle a los cuentos pajeros de frente y en buena onda pajera. Aunque pensándolo bien, y como no somos excluyentes, pueden participar incluso los imitadores.

A todos los lectores del blog les agradezco su original preferencia y a los participantes del concurso va mi felicitación por sus trabajos pajeros tan bien logrados, que no tienen nada que envidiarle a los que escriben mis discípulos. Aunque sólo uno de ellos recibirá el primer premio.

Salud por eso.

Johan Bush Walls

La edad del hule

De la serie los hombres objeto o con apodo (también las mujeres para no ser excluyente)

Elástico era su apodo, se lo gano a pulso, en un principio le llamaron chicle, hule, incluso goma, pero le hacía falta algo más que ser "de al tiro" flexible.

Era un chicle, en sus primeras épocas se pegaba a cuanto ingenuo e ingenua se dejaba, permanecía largas horas debajo de una mesa, en el canto de la tabla, agazapado, esperando en algún momento poderse pegar a algo o alguien, luego cambió de estrategia y se movió al talishte hule grueso y duro como caite viejo de hippie mal oliente, era la época en que todo le rebotaba y quedaba indemne hasta que un día le prendieron fuego y se asustó.

"Goma" fue el más efímero de sus apodos, se lo adjudicaron cuando empezó a perder la memoria, no había manera que diera una, hasta que se acoplo a su nueva personalidad: el elástico era perfecto, todo le venía guango en algún momento, pero en otro era capaz de agarrar lo más sagrado de los pelos y acarrear un gran dolor. Era un apodo que hasta reflejaba el modo en que se movía: los brazos caídos, flácidos, hacia los lados, con movimientos ondulatorios cada vez que levantaba uno. Sus palabras eran ondas de baja frecuencia articulando un lenguaje de literato rebuscado, de los que nadie lee, y ese era precisamente su dilema.

En su época de chicle se le pegaron las letras, pera ahora de elástico le era mas difícil, tenía que estarse pulsando a distintas direcciones, sin moralidad alguna; claro, esa era la parte de ser elástico que más le gustaba, oía una voz ingenua, la acoplaba a su justa frecuencia, oía una voz madura inmediatamente la rechazaba, en su nueva forma de elástico se repetía, vibrando en un juicio inmutable: “la caducidad esta en el oficio”. Hasta que un buen día, ¡oh sorpresa!, sus brazos flácidos se acalambraron, su lengua lírica sólo escupía una sarta de repeticiones, sin poder incluir una vibrante idea nueva, y de eso se dieron cuenta sus más fervientes admiradores, (porque los fue recogiendo en el camino, en sus distintas épocas), que inmediatamente le llamaron “el tieso”.

Ahora repite para sí: “la genialidad esta en el oficio de la repetición”. A eso se dedica por estos días: a repetir todo lo que no puede crear.

Poncho Pilatus