lunes, 13 de octubre de 2008

Crack

Muchos años después, frente al público que llenaba la sala, habría de recordar aquellas gloriosas tardes que vivió en los campos de tierra de su pueblo natal. El fútbol fue su primera pasión y en ese instante que precedió a la lectura de su discurso las imágenes de los triunfos alcanzados vinieron a su mente. Nunca supo si lo que sucedió esa noche fue real o producto de su imaginación, total él siempre creyó que cosas aun más extraordinarias eran posibles.

Se vio, de pronto, en medio del pequeño estadio, vestido de frac, escuchando a todos gritar su nombre. Los veintidós saltaron a la cancha y de inmediato se reconoció, cuarenta años menor; en ese momento cayó en la cuenta que nunca se había visto jugar; por eso buscó un lugar para sentarse y se dispuso a disfrutar el partido.

Cuando él estaba en el campo todo el pueblo se reunía a verlo, eran unas doscientas personas que se amontonaban en improvisados graderíos, nadie quería perderse las hazañas del crack.

Tomaba la pelota y la repartía con precisión, nunca fallaba un pase y siempre que el ataque iniciaba en sus botines el gol era seguro; ese era el principio del espectáculo, pues la magia, la de verdad, se desbordaba en las jugadas individuales; entonces si no había que perderse detalle; hacía desaparecer la pelota, con pequeños amagues dejaba tirados a los rivales, volteaba a ver, regresaba a levantarlos y seguía corriendo, luego venía el sombrerito, el autopase, correr como quien levita, adelantarse a la pelota y esperarla metros adelante, hacerse humo enfrente de todos, era mágico pero al mismo tiempo real; el respetable llegaba a lamentar que marcara gol, porque significaba el final de la jugada.

Al tiempo que escuchó la ovación, decidió que había visto suficiente, y se dispuso a iniciar el discurso, antes se dijo a sí mismo, hice bien en no dedicarme al fútbol, habría sido famoso a menor edad, pero ahora no tendría ni un céntimo; además me hubiera perdido el Nobel.

Chepito de la Discordia

9 comentarios:

miquelet dijo...

Intento recordar y ahora no recuerdo a ningún Nobel que fuera futbolista. Aunque tampoco sé si el Nobel del cuento es real o no.

Ya nos darás alguna pista.

Salud.

el Kontra dijo...

Magistral Maestro: MA-GIS-TRAL ¡¡!!

Salud.

Esteban Dublín dijo...

Johan, siento que a este cuento le sobran algunos párrafos. Creo que con un poco de tijera, puede quedar un gran cuento.

Ahora, recuerda que es mi opinión y mi gusto por los micros, y que es tu cuento y, por ende, haces con él lo que tú quieras.

Un abrazo.

Unknown dijo...

como dice mi amado luchito hernández (el poeta, no el futbolista)
Yo hubiera sido Premio Nóbel de Física, pero el sol, cerveza, la playa, la coca cola, los parques, y, un amor, me lo impidieron

Raquel Graciela Fernández dijo...

Muy buen relato. Fue muy agradable recorrer tu blog.
Un abrazo y gracias por visitarme.

Fernando Ramos dijo...

Me queda la duda, si jugaba como dice el relato, incluso un poco menos, es seguro que hubiera sido mejor futbolista que escritor.

Saludos

Johan Bush Walls dijo...

Miquelet: Amigo, el Nobel es real, pero el cuento es un cuento pajero, pensé que era fácil identificar de quien se habla.

El Kontra: G-R-A-C-I-A-S

Esteban: Todas las opiniones son bienvenidas, la intención es generar intercambio de ideas y por supuesto que voy a releer el texto.

Analix: Ah, los poetas, siempbre buscando pretextos, pero se les perdona, a los que escriben buena poesía.

Raquel: El gusto fue mío, espero que sigamos en la lectura mutua.

Fernando: Creo que varios pensamos así, acerca del Nobel del relato, pero me temo que todo es un cuento pajero, quizá hizo bien en dedicarse a las letras.

Salú, a todos, pue.

Anónimo dijo...

Cada quien con su cada cual, no sé si me explico...
Algunos nacen para pito y otros para corneta, ¿me expliqué mejor?

Johan Bush Walls dijo...

Clara y Pepe: Así es, como decía mi abuelita, el que nace para maceta no pasa del corredor.

Salú pue.