viernes, 16 de julio de 2010

Los niños de Caracas —7—

La distancia entre Antigua y la ciudad capital no era larga, pero se hizo interminable, porque habían derrumbes y deslizamientos de tierra, provocados por la lluvia, en varios tramos de la carretera. Era domingo y todavía seguía lloviendo, ya no caía arena volcánica, pero las calles estaban cubiertas de un manto negro. En la ciudad capital el tráfico era poco y circulaba despacio, el aeropuerto permanecía cerrado, el cielo estaba lleno de nubes, no se veían posibilidades de que el sol fuera a alumbrar.

Cuando estábamos cerca de la clínica, ya circulando por la zona 2, el médico nos llamó, estaba un poco agitado y hablaba en voz baja, como tratando de no ser escuchado. Hubo un incidente, dijo, en tono enigmático. Nos indicó que no era posible llegar en carro hasta donde él estaba, tendríamos que dejarlo estacionado como a dos cuadras de distancia y luego caminar.

Finalmente llegamos, el lugar estaba lleno de gente, curiosos que se aglomeraban para ver lo que a simple vista parecía un vacío abierto en medio de la calle; nos acercamos y, efectivamente, lo que todos miraban era un enorme agujero, de circunferencia casi perfecta, su profundidad era tal que al abrirse se tragó toda una casa de tres niveles.

Increíble, primero hace erupción un volcán, luego una tormenta tropical y ahora este agujero, dijo Watson, mi Watson.

Guardé mis conjeturas, pensé que ninguno de aquellos eventos era aislado, empezaba a confirmar que mis sospechas tenían fundamento, lo de los cabellos de Bolívar se estaba convirtiendo en una conspiración, quizá de alcances globales.

Continuará

Danilo Brownie

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para cuándo el próximo capítulo?

Johan Bush Walls dijo...

Arribita hay un nuevo capítulo.

Salú pue.