miércoles, 7 de julio de 2010

Los niños de Caracas —6—

Los siguientes días fueron intrascendentes, los pasé entre caminatas y tomando café en los alrededores del parque. El tema de los cabellos y la mara Salva Ranas ocupaba todos mis pensamientos, y también la evocación de los momentos que pasé con Watson, la mujer que me habló con franqueza y me hizo pasar dos noches inolvidables.

Ya era jueves y la investigación no avanzaba, mientras caminaba de regreso al hotel, como a las siete de la noche, pensaba en regresar a Caracas, para indagar por aquel lado; en esas estaba cuando sentí que la lluvia me golpeó en la mejilla. Después de varios aguijonazos noté que la lluvia era gruesa y caliente. Extendí la mano, por unos segundos, y pude ver que, poco a poco, se ponía negra, al rato me di cuenta que no era agua lo que caía del cielo, era arena negra.

Apresuré el paso, tratando de conservar la calma, en la calle se había hecho el caos. Llegué al hotel, en el lobby un grupo de personas se arremolinaba frente a un televisor que informaba acerca de la erupción de un volcán, además de lava, estaba lanzando arena volcánica hasta una distancia de más de sesenta kilómetros. Recordé que la ciudad de Antigua está rodeada de volcanes y temí que todos hicieran erupción en cadena, puse atención al televisor, pronto comprendí que, si bien el volcán estaba cerca, no era ninguno de los que se veían por la ventana.

En pocos minutos, según informaban en el noticiero, la arena alcanzó la ciudad capital, situación que obligó al gobierno a cerrar el aeropuerto internacional; no hay escapatoria, lo que sea que vaya a pasar tendré que pasarlo aquí, me dije.

Algunos de los turistas lanzaron maldiciones, cuando escucharon el anuncio del cierre del aeropuerto dijeron al unísono: Fucking country, y de inmediato se organizaron para irse por tierra a El Salvador, de esa forma se pondrían a salvo, en El Salvador; curioso pensé.

No había terminado la lluvia de arena, cuando empezó a llover agua; arena y agua me sonó a playa, pero el paisaje que se estaba formando afuera no se parecía en nada a una playa.

Me fui a la habitación, después de varias horas logré conciliar el sueño. Cuando desperté el dinosaurio todavía estaba ahí, no, ese es otro rollo; el caso es que ya no caía arena, pero la lluvia de agua seguía incrementando su fuerza. En la televisión mostraban imágenes de la ciudad capital, que parecía zona de desastre, aunque ya se miraban algunas cuadrillas que trataban de limpiar. Quise ir a la capital, pero ningún taxista se arriesgó a llevarme, dijeron que no podían manejar en esas condiciones, que las carreteras estaban peligrosas; fue otro día perdido.

La mañana del sábado las cosas mejoraron, apareció Watson, mi Watson. Es algo que no suele sucederme, pero extrañaba a aquella chica. Llamó para decirme que estaba en el lobby del hotel, que había conseguido una cita con el médico que clonaba mascotas, dijo que teníamos que ir a la ciudad capital, que su clínica quedaba en la zona 2, que había que ir el domingo, ella pensaba que por ahí encontraríamos alguna pista para dar con quienes estaban detrás del robo de los cabellos de Bolívar.

Me pareció que viajar el domingo era buena idea, de esa forma podríamos pasar todo el sábado en la habitación del hotel. En unas horas nos dimos cuenta que permanecer encerrados era lo mejor; la lluvia arreció y no paró en todo el día, ya para la tarde las noticias anunciaban inundaciones y deslaves, todo el país estaba hecho un desastre, el gobierno había declarado estado de calamidad pública; empezaron a contar muertos, damnificados y desaparecidos.

En la habitación todo estaba a pedir de boca: comida, bebidas, el cuerpo desnudo de mi Watson. Afuera, primero fue la arena, luego la lluvia, entre ambas se confabularon para llevar al país a la crisis. Prestábamos atención a las noticias, era sexo, pausa y noticias.

En una de esas pausas, puse atención a lo que decía el presentador; salté de la cama cuando mencionó que había un derrumbe en la ciudad, que un agujero se tragó una casa, y todo sucedió en la zona 2. Algo me dijo que las pistas conseguidas por Watson eran correctas, que nos estábamos acercando al objetivo.

Continuará

Danilo Brownie

4 comentarios:

Miss Trudy dijo...

Bueno pues, y cuando sigue la saga????

Johan Bush Walls dijo...

Miss Trudy: Que bueno verla por acá.

Al rato voy a publicar el siguiente capítulo, me alegra que lo esté leyendo.

Salú pue.

Verónica Calvo dijo...

"unos de los turistas lanzaron maldiciones, cuando escucharon el anuncio del cierre del aeropuerto dijeron al unísono: Fucking country, y de inmediato se organizaron para irse por tierra a El Salvador, de esa forma se pondrían a salvo, en El Salvador; curioso pensé."

JAJAJAJAJA, está rebuena esta entrega!!!
Muy bueno lo de "mi Watson", eres grande.

Johan Bush Walls dijo...

Ananda: A veces el nombre de los países tiene que ver en el comportamiento de las personas, ya vio que yo vivo en Guate-mala.

Salú pue.