lunes, 25 de febrero de 2008

Entrevista pajera con Johan Bush Walls

Después de varios intentos logré encontrar y entrevistar a uno de los prosistas que, en la actualidad, está dando de qué hablar, especialmente en los círculos más cerrados de la literatura nacional. Al llegar a su oficina, lo veo sentado en una silla giratoria, concentrado, tirando cartas a un sombrero, uno de los muchos oficios que realiza este prolífico escritor. Me invita a pasar, de inmediato advierto la profunda admiración que siente por la literatura; detrás de él se pueden observar colecciones enteras de editoriales guatemaltecas y extranjeras. Todas son obras que sus talleristas le han obsequiado, me explica al notar mi asombro.

Se confiesa amante de la música, me pide que elija, entre los cientos de discos de un estante, la que me guste para tener de fondo mientras conversamos. Le respondo que conozco poco sobre música, me indica que sobre la música no hay mucho que conocer, simplemente hay que saberla disfrutar. Hace sonar un disco del Ensamble Tradicional Árabe Takhat. Se acomoda y elogia mi persistencia para lograr la entrevista. “No todos resisten tantas negativas, además, muchos periodistas no saben entrevistar a literatos, piensan que somos personajes de Hollywood y resultan con grandes tonteras, como preguntar en qué nos inspiramos para escribir” dice, con voz firme, para justificar su conocida evasiva hacia los medios de comunicación.

Nacido en Belice, Johan Bush Walls siente, desde muy pequeño, pasión especial por las letras

¿Cómo da inicio la vida literaria de Johan Bush Walls?
Bueno, nací en la frontera con Guatemala. Por esa razón tengo un nexo especial con este país. Mi padre, Johan Bush Smith, era músico, de él aprendí los ritmos que ahora me sirven en la literatura. Lo recuerdo bailando reggae en las fiestas del Barón Bliss, los nueve de marzo. Con el tiempo nos trasladamos a Belmopan, en donde cursé mis primeros años de estudio, por aquellos años descubro a José Martí quien, de alguna manera, marcó mi porvenir.

¿Y cómo llega a Guatemala?
Como dice Gabo, “la vida no es como sucedió, sino como uno la recuerda”, algo así. Hago esta aclaración porque no quiero que me tergiversen, ahora puedo decir una cosa y luego podría responder o contarlo de otra forma. Cuando daba clases de literatura en Belice, un grupo de escritores guatemaltecos llegó a visitar el país. Ellos coincidieron con la presentación de uno de mis libros de relatos. Les gustó tanto que me invitaron a viajar con ellos; aduciendo que en su país no había un escritor con la gallardía y la sinceridad agridulce que yo tenía para escribir. A la semana siguiente viajamos y de inmediato empezaron a promover el taller.

¿Un taller para aprender a escribir?
No, en el taller no aprenden nada. El que llega y no tiene talento, seguirá escribiendo mal; es el mismo caso de las facultades de letras y las maestrías en literatura, nadie puede enseñar a escribir a nadie; recuerde: “lo que natura no da, Salamanca no presta”. Desafortunadamente en este país todavía creen en los milagros, piensan que una persona le puede poner reversa a lo que no aprendieron de chiquitos. Vea a la selección de fútbol, literalmente, no da pie con bola.

¿Decir eso es un poco atrevido, viniendo de alguien que nació en un país que apenas juega fútbol?
Es cierto, pero al menos no nos engañamos pensando que vamos a llegar a un mundial.

Volviendo a los talleres ¿Qué tienen de especial?
Nada. A estas alturas no sé por qué les dicen talleres. Simplemente les platico sobre algunas reglas gramaticales, las que todo mundo ve como grandes novedades, pues las dice un extranjero.

¿Está diciendo que los talleres son una especie de estafa?
Claro que no, mientras la gente que participa se sienta satisfecha no puede llamársele estafa, además, hasta ahora, nunca se ha cobrado la inscripción . Sólo cuestiono que les llamen talleres.

¿Sus talleristas se sienten satisfechos?
Totalmente, no he recibido queja alguna. Desde que llegué han recibido algo que no tenían: reconocimiento. Extrañamente era lo único que buscaban, ahora tienen el que yo les doy.

¿Ya escriben mejor, entonces?
No hay que ser tan optimista. No escriben mejor, pero escriben diferente.

¿Qué opina de los comunicados que piden que se vaya del país?
(Suelta una carcajada) Sucede que la envidia corrompe a todo mundo. Estoy haciendo algo por sus letras. Algo que nadie había hecho, total, le hago un favor a la comunidad. Eso lo saben hasta los que me quieren fuera.

¿No tiene miedo?
¿De quiénes? ¿De los que me temen?

Pepe Luis Cardamomo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Púchicas! soy el visitante 5,000. Lo felicito don Johan, no sé si usted fue el que dió una lectura un día en la Usac, acerca de las huellas de Primate que el hombre dejó en la luna. Felicidades y ahí le va una mi frase: "Qui tacet consentire videteur" que se traduce: "el que calla parece que consiente" y yo digo: " el que habla parece más consciente que el calla y consiente." Saludos y felicidades por darnos su blogoterapia literaria. Ahí me escribe un mi cuento pues, ya lo hicieron con un visitante, creo que fue el mil o dos mil.

Anónimo dijo...

Pero quien es este pelmazo que emi vida e oido hablar de él y menos en mi país?

no debe ser mas que otro imbecil venido a mas... "que uno nace y no se hace"...
gente con mas renombre que este pelmazo (practicamentev cualquiera) ha dicho
que el talento es un 1% y el esfuerzo un 99%, de seguro este idiota se cree
tocado por una musa. el que se engaña es el que ya anda muy orondo por la vida
inchado por la vida por ser el numero 1 de su charca