lunes, 23 de marzo de 2009

Vida de perros

Me regalaron un perro y he tratado de encontrar el significado del obsequio. Resulta que tengo un amigo a quien le sucedió lo mismo, le regalaron uno de esos labradores, cachorrito, color beige, de mirada nostálgica, como diciendo jueguen conmigo; el animal es hiperactivo.

El apartamento de mi amigo es pequeño y el perro se dedicó a destruirlo. Empezó por la sala. Mientras aprendía a treparse a los sillones los fue desgarrando, al principio era imperceptible, pero luego se salió el relleno, cuando se percató que algo quedaba de fuera, lo jaló y jaló, hasta que la abertura fue mayor; al poco tiempo había aprendido a subirse, entonces se ponía a brincar encima, luego mordía el respaldo y los cojines.

El amueblado de sala fue solo el aperitivo, su curiosidad no tenía límites, pues se dedicó a explorar todos los rincones del apartamento. Era frecuente encontrar zapatos en la sala, pantuflas en el jardín, almohadas en el baño, restos de comida en los rincones; en cuestión de unas semanas todo tenía su sello; mordidas, desgarros, agujeros, rellenos de fuera, zapatos rotos.

Los hábitos digestivos del can complementaron la destrucción, mi amigo trató de acostumbrarlo a que lo hiciera afuera, pero fue en vano; era tomando agua y orinando, comiendo y cagando; para eso era una máquina. La mierda y los meados se multiplicaron, en la sala, en los muebles, en la cocina, en el dormitorio, en el baño, en el clóset y, lo peor de todo, en los zapatos de Lucía, la esposa de mi amigo; el perro le tomó cariño a sus sandalias preferidas; por más que las cambiaban de lugar, siempre aparecían con caca encima.

Luego vino el olor, todo se inundó del aroma del perro, no importaba que se hiciera limpieza, su fragancia lo impregnaba todo, era nauseabundo, hasta los vecinos se quejaban, salía por debajo de la puerta, se sentía en el pasillo; adentro era insoportable, se pegó en cada cosa del apartamento, incluso en la ropa, aunque se lavara no había forma de desprenderlo.

Claro que el trabajo de limpieza siempre recaía en Lucía, por eso ella optó por llevar el perro a la terraza del edificio, para que adentro estuviera limpio, al menos un rato; se iba el cachorro, pero no el olor. Mi amigo se molestaba cuando ella hacía eso, entonces discutían; él alegaba que su mascota era tierna, que no le hacía daño a nadie; ella se enojaba, poco a poco alzaba la voz, pero no lograba convencerlo, hasta que terminaba tirándole cosas; él daba la vuelta y subía a buscar al cachorro, lo regresaba al apartamento y de nuevo se entraba al ciclo de suciedad-limpieza-pelea con Lucía.

Un buen día Lucía se cansó y lo puso a escoger entre ella y el perro. Él la vio con ternura y, sin dudarlo, escogió al perro, su orgullo no dejaba que le impusieran decisiones.

En mi caso, soy soltero, tengo una casa grande, el perro es pequeño, duerme casi todo el día, casi no come, y casi no caga; a mi novia le encanta, pero yo no soporto los animales. Me voy a casar y no quiero al cachorro, pero ella lo adora; yo lo recibí por cortesía, pensaba dejarlo en la calle; sin embargo, Karla se encariñó con él; por otro lado, detesto la suciedad, los malos olores; ahora que lo pienso, quizá el regalo se convierta en el compañero de vida para mi novia, como el caso de mi amigo, quien es feliz con su mascota; aunque su apartamento sea un lugar nauseabundo.

Chicho Palanuca

12 comentarios:

Anónimo dijo...

El perro le jodió la vida al hombre, ¡por Dios!
Por eso los gatitos son mejores. Son tan limpitos y educados.
Besos

Nancy dijo...

Los perritos son lindos, pero hay que tener presupuesto y lugar adecuados para vivir con ellos. Es dura la vida de perros, jajaja, por eso mejor que le quede el cachorrito a Karla y el protagonista que se busque otra.
Apapachos

Unknown dijo...

A Comienzos de este año adopte en mi casa a una perrita callejera a la cual puse el nombre de la protagonista de una novela del escritor colombiano Jorge Franco llamada "Melodrama".
Perla era una cachorrita muy juguetona, pero mamá jamás soportó levantarse cada mañana y ver miérda y orines regados por todo el patio.
Sólo duró 15 Días Perla en casa.
De ella sólo me quedaron fotos, y se que se la llevaron a vivir al campo...

X dijo...

Mejor sería que Karla se casase con tu amigo, y tú con Lucía. Así varías, diría.

Aaron Lechuga dijo...

bueeeeeeeeeno vida de perros, yo tengo 4, y si tuviera mas espacio habrian mas, ademas ya serian mas bocas que alimentar, desde que soy pequeño hemos tenido perro, desde grandes hasta pequeños, ahora todos son pequeños, dos ancianos que ya van a estirar la pata, me da tristeza, porque los vi nacer y claro me tocara verlos morir, uno un poco mas grande que lo adoptamos porque llego a la casa y nunca mas se fue, y su hija que nos dio una perra super inquieta, pero los adoro aunque me despierten temprano el dia de descanso, y si un dia puedo escojer cual quiero, no podria porque quisiera todos, jeje

Aaron Lechuga dijo...

por cierto los gatos apestan

Johan Bush Walls dijo...

Parsimonia: En este cuento si sucedió eso. Pero entre perros y gatos, prefiero un perro, pero de peluche.

Nancy: Cuando se dice vida de perros, no es jugando. Es duro para ellos, pero es más duro cuidarlos, digo yo, pues nunca he tenido uno.

Tim: Ilustrativa anécdota, es que es difícil cuidar a un perro, ya ve que cuando toca limpiar, nadie se hace responsable.

Seth: Veo que esto puede convertirse en pelea de perros y gatos. A ver quien da más. Que bien que le gusten los perros, y veo que lo disfruta, hace bien.

Debo decir que los gatos no me gustan. A ver quién gana.

Salú pue.

Esteban Dublín dijo...

¡Humanos! A veces les da por compararse con los perros. ¡Qué tal la infamia!

Fernando Ramos dijo...

Los perros, nunca he entendio por qué dicen que son el mejor amigo del hombre, a mi me han mordido tres veces; por eso ya no me les acerco.

Saludos

Anónimo dijo...

Yo tenía diez perritos, uno se murió en la nieve y nada más me quedan nueve, nueve, nueve, nueve...

Johan Bush Walls dijo...

Esteban: Los humanos somos muy pretenciosos.

Fernando: Se me hace que usté era de los que les tiraban piedras a los perros por el puro gusto, por eso lo mordían.

Anónimo XVI: Siga cantando la canción pue.

Salú, a todos, pue.

mmmesquinca dijo...

en este caso en particular pienso que el perro es tan apestoso, peludo y sucio ¡como el dueño! jajajajaja... por eso karla lo quiere también...