martes, 3 de febrero de 2009

Las cosas de la vida

Yo misma tardé en descifrarlo: las cosas cambiaban de lugar, las luces se apagaban solas, las niñas miraban sombras, los espejos reflejaban personas distintas, el equipo de sonido tocaba música a discreción; contaba la historia y recibía explicaciones descabelladas.

Todo sucedió después de la enfermedad, de las visitas al psiquiatra; cuando llegó la soledad. Siempre estuve consciente que nada de eso tenía que ver, aunque al principio estuve confundida; dentro del caos es difícil racionalizar los eventos extraños. Las niñas nunca antes se habían visto tan lindas y calmadas, pensé que no querían hacerme más daño, por eso se contenían, les dije que no sufría, que podían desahogarse, hacían gesto de ¿qué le pasa a mamá? y salían corriendo, no había preocupación en ellas.

La frustración pasó rápido, jamás tomé como palabra de dios cuando el cura dijo: hasta que la muerte los separe. Sabía que no había oportunidad de terminar la vida juntos, pero una se aferra, los padres obligan, las amistades presionan, hasta que se cae en la trampa.

La vida en pareja fue predecible, dos niñas, preciosas por supuesto, pero ¿qué hijo no lo es? Lo demás: días buenos, días malos, dormir juntos, ignorarse, cansarse del otro, todo dentro de lo normal. La casa se fue quedando estática.

Pocos meses pasaron, después que te fuiste (no recuerdo si fue tu decisión o la mía, o si fueron las niñas), cuando los zapatos empezaron a amanecer tirados, los chorros a brotar agua de la nada. Me asusté cuando la pequeña mujer salió del espejo, cuando las niñas miraban al duende afuera de su ventana. Lo inexplicable provoca angustia; pero cuando me di cuenta fui feliz, fuimos felices, recuperamos el aliento. Sin tu presencia hasta la casa cobró vida.

Citadina del arroyo
Para la maestra que escribe las Historias citadinas

8 comentarios:

Esteban Dublín dijo...

Fantasmagórico y tierno. Difícil combinación y un muy buen resultado.

Lo que no me gusta es el título, Johan. Creo que no tiene nada que ver y está puesto a las carreras.

Te envío un abrazo.

Nancy dijo...

jajajaja, me siento honrada y feliz. Que paaaaajaaaaaaa, jajajajaja.
La historia me parece conocida.
apapachos muchos

Paulafat dijo...

Te devuelvo una visita a mi blog, y me llevo una grata sorpresa.

Saludos, ¡y espero seguirte encontrando en mi casita bloggera!

Anónimo dijo...

Es lo que pasa cuando alguien se entrega por completo a una vida que no es la suya. Al dejarla y recobrar la propia aparece la imagen real de lo que éramos antes de cambiar y asusta, como el convaleciente que lleva semanas en un hospital hasta que puede verse en un espejo.
Supongo, que yo también voy haciéndome pajas mentales :D.

Fernando Ramos dijo...

Buena paja master, coincido con Dublín, el título no quedó muy bien, pero el cuento está muy bien logrado.

Saludos

el Kontra dijo...

Muy bueno master, pajas citadinas.

Me llegó mucho lo de Citadina del Arroyo.

Johan Bush Walls dijo...

Esteban: De acuerdo con lo del título, a veces uno se enreda y prefiere cosas simples, luego ya no lo cambié, porque cualquier otro me parecía rebuscado.

Nancy: El honor es mío. ¿Qué será que te parece conocida?

Pala Labra: Siempre leemos maestra.

Parsimonia: Me encantó la lectura que hiciste del texto. Todos nos hacemos pajas mentales maestra.

Fernando: Gracias por las palabras maestro cinecrítico-predicador.

Kontra: Ya vio pues maestro, algunas escritoras tienen bonito nombre.

Salú a todos pue.

Christroad dijo...

Dios te AMA

Dios te Bendiga

http://palabradediosparavidaeterna.blogspot.com/