I
Una hormiguita visita mi azucarera, la veo de reojo, me provoca ternura el sacrificio que hace para cargar tres granitos sobre su espalda. Tarda una eternidad en salir, pero regresa, por más, esta vez viene acompañada por un enorme grupo de sus compañeritas, bien ordenadas ellas, una tras otra, con gran paciencia invaden el recipiente; ahora las veo de frente, con un poco de desesperación espero a que todas estén adentro, en ese momento derramo el azúcar en un balde que he llenado con agua hirviendo, jajaja,jajaja; cómo me divierto al verlas agitando sus patitas, tratando de escapar.
II
El perro de mi vecina, la que vive del lado izquierdo de mi casa, es un chihuahua, ella es muy guapa, y su mascota adora subirse a mis zapatos. Yo la saludo y le hago cariñito al animalito, de inmediato mueve la cola, agradeciendo el gesto, luego se cuelga de mi pantalón. Los acompaño unos metros, en su caminata diaria, después me despido y el perrito se queda viéndome con sus ojos llorosos. Mi vecino, el que vive del lado derecho de mi casa, tiene un rottweiller. Un día se lo pedí prestado, que quería salir a correr con su mascota, le dije; con mucho gusto dijo él. Lo saqué a pasear en el momento justo que mi vecina salía, su chihuahua se me vino encima, entonces solté el rottweiller, jajaja, jajaja; cómo disfrute viendo la colita moverse afuera de las mandíbulas del perrazo.
III
La lluvia es capaz de ponerme nostálgico, incluso triste, el espectáculo en la calle llega a deprimirme, más cuando es de mañana y todos corren a su trabajo. Los que esperan el bus del servicio público tampoco disfrutan los días lluviosos, ni los que tratan de cruzar de un lado a otro; pienso que debería tener un vehículo más grande, para llevar a los que se pueda y que no se mojen. Cuando voy manejando y hay tormenta, pongo la radio, para ayudarme a soportar el tedio del tráfico, pero cuando veo la gente aglomerada en la estación del bus, pienso en lo difícil que es la vida y me digo: pobrecitos ellos, entonces acelero y me acerco, lo más que puedo, a la acera, jajaja, jajaja; cómo me produce placer ver sus ropitas empapadas y llenas de lodo.
IV
Una compañerita de la oficina ha estado faltando mucho, resulta que no tiene quien le cuide a su hijo; el niño tiene dos años y no se puede quedar solo, eso sería inhumano. Ella se queja porque en estos tiempos es difícil conseguir ayuda para los oficios domésticos, dice que las maquilas tienen la culpa. El jefe la ha tolerado, hasta ahora, pero como los fines de mes todos se ponen histéricos, porque hay que enviar los informes a la casa matriz, entonces la cosa se complica; por eso, yo siempre ofrezco mi ayuda, porque la compañerita necesita el trabajo. Ahora lleva dos días de estar trabajando solo media jornada, el jefe dijo que lo siente mucho pero que las cosas no pueden seguir así, pienso que es injusto, y me armo de valor para hablarle al jefe, quien de inmediato entiende, jajaja, jajaja, la compañerita tendrá todo el tiempo para cuidar a su pequeñito y el jefe dice que yo soy la persona perfecta para sustituirla.
V
Le puse defensas a mi carro nuevo, adelante y atrás. En esta ciudad el tráfico es anárquico, los conductores son inconscientes y agresivos, si llegan a chocarlo a uno, salen huyendo o se bajan blandiendo una pistola, para convencernos que ellos no tuvieron la culpa. Por eso uno siempre anda con cuidado, tratando de no hacer daño a nadie, pero las circunstancias no ayudan. Los parqueos, por ejemplo, son la misma historia; un día estaba saliendo de uno y rocé con la defensa delantera al carrito de a la par, rápidamente me bajé a inspeccionar los daños, el artilugio funcionó, jajaja, jajaja, a mi vehículo no le pasó nada y al otro le quedó un buen hoyo, además salí rápidamente y nadie se dio cuenta.
Una hormiguita visita mi azucarera, la veo de reojo, me provoca ternura el sacrificio que hace para cargar tres granitos sobre su espalda. Tarda una eternidad en salir, pero regresa, por más, esta vez viene acompañada por un enorme grupo de sus compañeritas, bien ordenadas ellas, una tras otra, con gran paciencia invaden el recipiente; ahora las veo de frente, con un poco de desesperación espero a que todas estén adentro, en ese momento derramo el azúcar en un balde que he llenado con agua hirviendo, jajaja,jajaja; cómo me divierto al verlas agitando sus patitas, tratando de escapar.
II
El perro de mi vecina, la que vive del lado izquierdo de mi casa, es un chihuahua, ella es muy guapa, y su mascota adora subirse a mis zapatos. Yo la saludo y le hago cariñito al animalito, de inmediato mueve la cola, agradeciendo el gesto, luego se cuelga de mi pantalón. Los acompaño unos metros, en su caminata diaria, después me despido y el perrito se queda viéndome con sus ojos llorosos. Mi vecino, el que vive del lado derecho de mi casa, tiene un rottweiller. Un día se lo pedí prestado, que quería salir a correr con su mascota, le dije; con mucho gusto dijo él. Lo saqué a pasear en el momento justo que mi vecina salía, su chihuahua se me vino encima, entonces solté el rottweiller, jajaja, jajaja; cómo disfrute viendo la colita moverse afuera de las mandíbulas del perrazo.
III
La lluvia es capaz de ponerme nostálgico, incluso triste, el espectáculo en la calle llega a deprimirme, más cuando es de mañana y todos corren a su trabajo. Los que esperan el bus del servicio público tampoco disfrutan los días lluviosos, ni los que tratan de cruzar de un lado a otro; pienso que debería tener un vehículo más grande, para llevar a los que se pueda y que no se mojen. Cuando voy manejando y hay tormenta, pongo la radio, para ayudarme a soportar el tedio del tráfico, pero cuando veo la gente aglomerada en la estación del bus, pienso en lo difícil que es la vida y me digo: pobrecitos ellos, entonces acelero y me acerco, lo más que puedo, a la acera, jajaja, jajaja; cómo me produce placer ver sus ropitas empapadas y llenas de lodo.
IV
Una compañerita de la oficina ha estado faltando mucho, resulta que no tiene quien le cuide a su hijo; el niño tiene dos años y no se puede quedar solo, eso sería inhumano. Ella se queja porque en estos tiempos es difícil conseguir ayuda para los oficios domésticos, dice que las maquilas tienen la culpa. El jefe la ha tolerado, hasta ahora, pero como los fines de mes todos se ponen histéricos, porque hay que enviar los informes a la casa matriz, entonces la cosa se complica; por eso, yo siempre ofrezco mi ayuda, porque la compañerita necesita el trabajo. Ahora lleva dos días de estar trabajando solo media jornada, el jefe dijo que lo siente mucho pero que las cosas no pueden seguir así, pienso que es injusto, y me armo de valor para hablarle al jefe, quien de inmediato entiende, jajaja, jajaja, la compañerita tendrá todo el tiempo para cuidar a su pequeñito y el jefe dice que yo soy la persona perfecta para sustituirla.
V
Le puse defensas a mi carro nuevo, adelante y atrás. En esta ciudad el tráfico es anárquico, los conductores son inconscientes y agresivos, si llegan a chocarlo a uno, salen huyendo o se bajan blandiendo una pistola, para convencernos que ellos no tuvieron la culpa. Por eso uno siempre anda con cuidado, tratando de no hacer daño a nadie, pero las circunstancias no ayudan. Los parqueos, por ejemplo, son la misma historia; un día estaba saliendo de uno y rocé con la defensa delantera al carrito de a la par, rápidamente me bajé a inspeccionar los daños, el artilugio funcionó, jajaja, jajaja, a mi vehículo no le pasó nada y al otro le quedó un buen hoyo, además salí rápidamente y nadie se dio cuenta.
Marito Vellosa