Otra vez la navidad se adelantó. Este año, como estoy solo, mi madre y mi hermana han insistido desde octubre que me vaya con ellas para navidad.
La verdad es que, en septiembre, al tiempo que miraba las primeras ofertas navideñas, admití mi crisis financiera; las ofertas van a tentarme, pero la situación me hará resistir.
La vi por esos días, firmando al fin el odiado documento. Lo absurdo es que ni siquiera estábamos casados, pero el apartamento lo compramos entre los dos; aunque ella puso menos de la mitad. Yo lo estoy pagando pero ella dio el enganche y aquello se convirtió en un lío enorme. Tres abogados y amigos la convencieron que lo mejor era dejarme venderlo, para luego repartir el dinero.
Ella pretendía quedárselo, pero sin pagarme, por supuesto, argumentaba que le produje daños psicológicos irreparables. Yo no quería darle gusto, además, el vecindario se me hacía pesado y el precio se encaramaba hacia las nubes, como dijo mi hermana: sacale ganancia a la cosa.
Para que nos aceptaran la deuda firmamos un compromiso matrimonial, y ahora lo más difícil era deshacerlo.
Mi madre todavía cree que la navidad pasada yo estaba triste porque había peleado con ella, y que por eso no estuve con la familia, lo cierto es que siempre me la paso más de a huevo en el puerto que en cualquier otra parte.
A mediados de octubre me topé con Mario, el amigo gay de Marcela, por cortesía le acepté el café y nos sentamos en una terraza, uno de esos cafés de la zona viva que se la llevan de cosmopolitas, el clima de octubre me encanta así que la plática salió sin esfuerzo. A pesar de mi homofobia, el cuate me cayó bien. Hablamos de fut, de la sele, de libros, de películas. Increíble, pero el cuate tenía cerebro y además era irónico y picante.
Me despedí con la firme intención de no volver a verlo, pues de seguro la próxima vez las palabras: Marcela te extraña, saldrían de su boca. Pero me equivoqué, al siguiente día me lo encontré, por casualidad, a la salida del trabajo. Estaba lloviendo y no me quedó otra que ofrecerle jalón, lo pasé dejando en su edificio, no sin que antes me deslizara una tarjeta en la mano, es por Halloween, estará bueno, no es una fiesta gay, habrá mucha gente, y siguió tratando de explicarme que habría la posibilidad de conocer nuevas chicas, y que las mujeres liberadas eran más fáciles de conectar y otras cosas por el estilo.
Creo que me estaba sintiendo como traidita, o sea acosado. Era obvio que el cuate quería algo conmigo.
Jorge Arenas
Continuará. La segunda parte será publicada el miércoles 26-11-08.
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4 comentarios:
Míralo por el lado positivo, Johan, tal vez sea su acción de gracias.
De nuevo por tu blog dandome un paseo entre las entradas,
no sabia que pasabas por una parte dificil de tu vida, pero derrepente ese chico solo quería que te relajaras, tomalo de esa manera y asi te olvidas del asunto,
un diario interesante, un beso
Bueno, esperaré la segunda parte antes de que otra cosa salga de mi teclado.
Esteban: Buena esa, vamos a ver en que termina la historia.
Mixha: Te digo algo, esto es ficción, se trata de un cuento pajero. Gracias por el apoyo, de cualquier manera.
Nancy: No te apresures, ya viene la segunda parte.
Salú pue.
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