miércoles, 17 de abril de 2013

El tambo — Capítulo 3



Se puede decir que estoy castigada. El editor de la sección lleva un año queriéndose propasar conmigo, como no le he dado nada, entonces se las ingenió para trasladarme a nacionales, ahí me pusieron a cubrir la nota roja.

Yo no sirvo para eso, lo mío es la página de sociales, qué rico es eso de asistir a reuniones. Por otro lado, los anfitriones tratan bien a los periodistas, con tal de salir en la página social hacen cualquier cosa, además piden que uno les mande fotos, apuntan sus nombres, aunque ahora ya no les gusta que se ponga el nombre completo, por el miedo a las extorsiones.  Pequeñas molestias, un par de veces a la semana.  El trabajo de redactar y pegar fotos no es nada del otro mundo. Una beca. Ahora, heme aquí cubriendo la nota roja.

No niego que me dio miedo, los bombazos fueron como veinte. Heridos por aquí, quemados por allá, un montón de gente tomando fotos y grabando videos. Ya estaba terminando la nota cuando me mandaron a cubrir una conferencia de prensa. Tenía que ver con la explosión, por lo que el editor andaba acelerado: “Van a revelar información importante, vayan y se vienen rápido, porque quiero la noticia antes del cierre”. 

El salón estaba lleno, todo mundo había puesto sus cámaras hasta adelante y andaban alborotados. Tocó que esperar, miraba el reloj a cada rato, porque tenía la hora de cierre ya próxima.  Yo iba acompañada de la Heidi, la fotógrafa, una chava lesbiana que me lleva ganas, pero es buena para tomar fotos. A veces la descubro viéndome las nalgas o los pechos, hasta se enoja cuando los otros colegas me sacan conversación y miran sobre mi escote.

El ministro de gobernación apareció después de un buen rato. Puso una foto en la pantalla, se miraba que había sido tomada de un carné universitario, tenía borrado el nombre de la universidad, pero se veía claramente, en el fondo, el escudo de la misma. Se trataba de un patojo normal.

Sin decir buenas noches, o algo que se pareciera a un saludo, el ministro dijo: “Como todos sabemos, hoy fuimos víctimas de una canallada, una tremenda amenaza a nuestra libertad, un ataque contra el país más bello del mundo, nuestro país. Aunque no hay un comunicado oficial y todavía nadie se ha adjudicado el atentado, tenemos información que nos lleva a sospechar que se trata de los, recientemente descubiertos, nexos que Al Qaeda tiene con la mara salvatrucha”.

Casi suelto la carcajada, el salón se llenó de murmullos y se veía a muchos tapándose la boca y mirando hacia abajo.  El ministro prosiguió, lo siguiente que hizo fue describir al de la foto: "Parece ser que su familia tiene una larga historia de violencia, uno de sus tíos fue miembro de una célula de la guerrilla”.

El ministro se quedó callado, mientras tanto pusieron un video, en donde se podía ver que el joven de la foto levantaba un tambo de gas propano y lo subía por la puerta de atrás de un bus del transporte público.  "Este es el momento en el que el terrorista, descaradamente, le pasa la bomba incendiaria a su cómplice suicida, quien aún no ha podido ser identificada".

Como si no bastara con las palabras del ministro, un colega que estaba sentado a la par mía, después de darme un pequeño golpe con el codo, susurró: "Vos, sabías que esa empresa de gases tenía una demanda, hace unos meses hubo una explosión en sus instalaciones, se murió un empleado, también han sido demandados porque los tanques que venden chingaron el equipo de varios clientes, parece que sus productos son desechados en otros países, ellos los compran como basura, pero aquí los venden como nuevos".  No me extrañaría, le dije, sin ponerle mucha atención, porque el ministro seguía hablando.

"En los próximos días estaremos informando de la detención de algunos cómplices que ya hemos identificado, no quiero adelantarles mucho, para no entorpecer la investigación, pero esta célula guerrillera, fundamentalista y mahometana, ha logrado implicar a algunas de las mejores familias del país".

Cuando terminó la conferencia Heidi se veía extraña, tenía cara de quien se está aguantando la risa, sólo atinó a decirme: "vos, ese maje está verdaderamente loco".  Al rato apareció Leonel, mi dolor de cabeza, mi ex novio, llegó solo para decir: "Vos, ese chavo vive en tu colonia, yo lo conozco, te encargo que tengás cuidado".

Finalmente salimos del salón, nos fuimos para el periódico, Heidi y yo, a terminar de hacer la nota. Más tarde, mientras nos echábamos un café, vimos la versión televisada de la conferencia. El noticiero hablaba del sanguinario y despreciable guerrillero fundamentalista mahometano y su cómplice suicida.

 Continuará
Rubén a secas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

salu2 Maese

Anónimo dijo...

Salú pue.