Luego de veinte años de no tener contacto quisimos encontrarnos. Ella fue mi ilusión, pero era prohibida. Estuvo en mi cama solo unas horas, nunca lo conté a nadie. Ahora ambos estamos en proceso de divorcio, los dos con casos complicados; pero teníamos ganas de vernos sin que supusiera problemas, por eso escogimos el rincón más apartado del mundo para estar juntos de nuevo.
Manejé durante casi tres horas en el camino de terracería que conduce a Champey. Ella tenía que manejar un poco menos. Estaba ansioso y la imaginé ansiosa. Aquel lugar alejado del mundo parecía el más adecuado para poner fin a tan prolongada ausencia. Semuc Champey es uno de los paraísos naturales que tiene este país, su entorno agregaría romanticismo a nuestro encuentro.
Faltaba poco para llegar al hotel de nuestra cita, solo había que cruzar un puente, pero no pude. La entrada estaba bloqueada, cientos de vehículos la tenían convertida en parqueo. Conductores y pasajeros se bajaron y consiguieron crear un tumulto. Había cámaras que filmaban a un tipo alto, quien cruzaba de un lado a otro fingiendo naturalidad.
Esperé unos minutos y aquello no mejoraba. Mi celular no tenía señal. No podía pasar y la intuición me decía que ella estaba del otro lado.
Me desvié hacia el pueblo más cercano a buscar un teléfono. Fue imposible, todos los negocios estaban cerrados, aquello parecía un lugar fantasma, todos se habían movilizado hacia el puente. Nervioso y enojado, decidí volver al sitio del tumulto, de alguna manera tenía que cruzar.
La situación estaba peor, cada momento llegaba más gente. Entre el murmullo logré escuchar de qué iba el asunto. Ricardo Arjona estaba grabando un video.
Sabía que ella estaba del otro lado, pero no tenía cómo avisarle que yo estaba ahí; quería gritar que me esperara, que la filmación del bendito video no podría durar mucho tiempo.
Varias horas después, finalmente, pude cruzar y llegar al hotel. Arjona firmaba autógrafos y fingía la sonrisa. Yo tenía ganas de gritarle mil maldiciones.
Llegué al hotel y ella no estaba. Pedí que me prestaran el teléfono, la llamé de forma insistente y no respondió. Esperé y volví a llamar, y vuelta a esperar; no dio señales de vida.
Un helicóptero vino para llevarse al cantante. Poco a poco el sitio se fue quedando vacío y ella no apareció.
Resignado volví al carro, caminando sobre el puente. Me detuve a la mitad, saqué de la cartera la foto que me había enviado, la vi por última vez, la hice pedacitos y los lancé al río.
Puse el motor en marcha, el radio se encendió y sonó la canción que Arjona grabó con Gaby Moreno. El orgullo que sentía por el compatriota se convirtió en odio. Cómo se le pudo ocurrir filmar el puto video precisamente hoy.
Chepito De La Discordia
5 comentarios:
que mala suerte!!! y que desesperante, buena historia, suele pasar... de hecho no se como se hacía antes sin celulares (móviles) ahí una o estaba obligada a ir o a dejar plantado así no más.
saludos, llevaba mucho mucho tiempo sin postear, pero seguía leyendo.
P.
A todos nos llegan los contratiempos, Maestro. Por ejemplo yo, en un caso particular, todavia me pregunto por que habra esperado Dios a ir tan deprisa.
Un codazo ;)
Hija: Aunque los tiempos cambian, las situaciones siguen siendo las mismas, y los pretextos siempre existen. Buena onda verla por acá.
Prosódica: Recibido el codazo maestra, calidá verla comentando.
Salú pue.
Cagado de la risa regreso a leer maese. Esta novela esta mejor que esa de algunos cerotes que se creen superestrellas y dicen que alli andan las pizadas estoqueandolos. Uno de maje cuando disque lo andan estoqueando se coje a la pizada y ya. No se anda uno con huecadas de " dejeme en paz porfis". Buena mierda maese. Salu2
Gracias por pasar a leer a esta abandonada casa de paja, estoy pensando volver.
Salú pue.
Publicar un comentario