jueves, 9 de septiembre de 2010

Salmos pajeros VII

XX
No sean tomadas a mal mis palabras

es solo que algunas veces las cosas parecen tener doble sentido

Como cuando digo:

Inclínate ante mí

me pondré como roca

Saca lo que tengo escondido

es lo más parecido a mi espíritu

en tus manos lo encomiendo

Te gozaré y me alegraré

Porque has conocido mi aflicción

Entonces haré resplandecer tu rostro

enmudecerán tus labios

que sostienen cosas duras

Cuán grande eres

Podrás decir después


XXI
Unos vendrán y asaltarán la camioneta

otros tocarán la ventana del carro

sin bajarse de la moto

se llevarán tu cartera y tu celular (en el mejor de los casos)

Rendidos quedarán los extorsionadores

dormirán cansados

pero se levantarán con más fuerzas

Matará al malo la maldad

De seguro lo hará más fuerte

Muchas son las aflicciones del justo

pero de todas ellas las librará Jehová


El tono irónico es evidente, ¿o no?


XXII
Nada sano hay en mi carne

mis huesos se quiebran con facilidad

mi lomo está lleno de ardor (no de envidia)

estoy encorvado y molido

casi deforme

las mujeres no voltean a verme

A punto estoy de caer

que nadie se alegre de mí

Sé que vendrá el día en el que habré de levantarme

pero no será hoy

Así de mal me sientan las borracheras

Jonás Ungido

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Maese, esos sus salmos destilan erotismo y pecado, denotan que su alma ha sido atravesada por una enorme pena. Oh, maese, no resta sino resistir a los embates del mal porque ya ve que la luz que nos muestra el camino de la fe suele aparecer en los momentos de mayor penumbra, como manantial de agua viva en el desierto de Zacapa.
Ahora quiero invitarle a sujetar lo que tenga a su alcance con ambas manos y decir: "Oh, ten piedad de mí, no dejes que la tentación se acerque y se acurruque al lado de estas débiles carnes. He pecado y pecaré hasta el final de mis días, pero creo en tu misericordia. Creo que tu perdón es más largo que el látigo con el que merezco ser azotado hasta el fin de la eternidad. En tus manos encomiendo no solo mi alma sino mi cuerpo porque no solo de pan vivo sino de lo más mínimo que infinita omnipotencia puede darme.
Hoy quiero de nuevo renunciar a mi condición de apóstata para retomar el camino de la salvación.
Oh, oh, oh, ten piedaaaaad de este hijo ilégitimo tuyo.

Alabado sea el Gran Pajero en las alturas.

Johan Bush Walls dijo...

Maestro Maese: Le quedó un verdadero salmo pajero.

Salú pue.

Anónimo dijo...

Nel maese, esa fue más bien una epístola pajera.

Salucita y no tarde en volver.