miércoles, 18 de marzo de 2009

No me ruegues que te deje

Noemí era inteligente y atractiva, la conocí cuando me casé con uno de sus hijos. Viuda, de unos cuarenta y cinco años; independiente, trabajadora; entre ella y sus dos muchachos construyeron una casa enorme, dividida en tres apartamentos independientes. En el primero vivía ella; Orpha y David ocupaban el segundo; y en el tercero vivía yo, con Manuel, mi esposo.

David y Manuel viajaban mucho, tenían negocios en otros países, por lo que pasábamos solas la mayor parte del tiempo. Orpha tenía un amante y me sugería que hiciera lo mismo, yo dudaba.

Cierta noche me convenció de acompañarla a una discoteca, fue una especie de engaño, pues al llegar la esperaba su amante. Se dedicó a bailar y me dejó sola en la mesa, de inmediato me asediaron las invitaciones; finalmente acepté la de un tipo de buen ver. Después de varias canciones, y algunos tragos, me sentí liberada, él lo percibió y se aprovechó; apretaba mi cadera, me jalaba, me decía cosas al oído; en esas estaba, emocionada, cuando apareció Noemí, se acercó y dijo: Ruth, ¿no deberías estar en casa?, Manuel viene mañana, ¿recuerdas?

El tipo me soltó, yo salí corriendo, afortunadamente habíamos ido en mi carro, ni siquiera pensé en avisarle a Orpha, al fin que ella pasaría la noche con su amante.

Esperé ansiosa a que Noemí regresara, llegó después de la media noche, fui a su apartamento, llena de vergüenza, para pedirle que no me delatara. Estaba preparándose para dormir, me dejó entrar y siguió en lo suyo, se quitó la ropa, sin demostrar pena, se puso un camisón transparente, me escuchó, vio mis lágrimas, me abrazó y terminé sentada a la par suya, sus brazos me rodearon y, con ternura, dijo: debes tener cuidado, eres una mujer casada, pero no se lo contaré a Manuel, de la misma forma que no le cuento a David lo de Orpha. Quise besarla en la mejilla, pero ella volteó el rostro y la besé en los labios. No sé si fue el alcohol, lo cierto es que esa noche descubrí el sabor de una mujer y el dulce cansancio del sexo lésbico. Dormí un rato, luego me fui, sin decir nada, a bañarme, a esperar la llegada de mi esposo.

Manuel llamó para decir que no llegaría ese fin de semana. Le conté a Noemí, al rato, llevaba el desayuno. Mientras comíamos dijo: cuando los hombres viajan tanto es común que la mujer consiga un amante, mejor si es mujer, es más seguro, se evitan algunos problemas, como un embarazo no deseado, por ejemplo. Ese fue el inicio.

No había pasado un año cuando sucedió un extraño accidente, y como cosa del destino, David y Manuel murieron. Al poco tiempo Orpha se fue con el amante.

Yo no me decidía a abandonar a Noemí, incluso ella mismo dijo: puedes irte, aún eres joven, no dudo que puedas conocer a alguien más, ni siquiera tienes hijos. Le rogué que no me hiciera dejarla, le dije que no podía imaginar la vida sin ella. Su respuesta fue: debes pensarlo bien, este modo de vida no es aceptado, no puedo ofrecerte lo mismo que te daba mi hijo; sin embargo, al verme convencida y enamorada, me ofreció la solución.

Booz era perfecto, tal como Noemí lo había descrito. Tenía esos pequeños detalles que lo hacían diferente: amable al extremo; sonriente; barba y cabello bien cuidados; vestía ropa de moda, combinada hasta los calcetines; el cuerpo, ni se diga, grande y musculoso; su vida amorosa es de leyenda, pocas novias conocidas y muchos viajes al extranjero, siempre rodeado de jovencitos, a quienes apoya, en deporte y estudios; es sobrino de Noemí, soltero, de treinta y pico de años; se puede decir que su vida ha sido fuera de lo común; comparte apartamento con un joven veinteañero, a quien dice proteger y servir de mentor.

Booz aceptó de buena gana la proposición de Noemí, además enfrentaba la posibilidad de perder los bienes que su abuela le heredó, pues la condición para acceder a ellos era que estuviera casado.

La vida en la casa de los tres apartamentos parece normal. Noemí se quedó en el suyo; Booz vive conmigo, estamos casados, y el tercero es ocupado por su protegido. La cosa funciona, tenemos un hijo que todos cuidamos como propio. A nadie le extraña que, a veces, Noemí y yo salgamos de vacaciones, sin el niño, solas; tampoco es raro que Booz viaje con su protegido. En la privacidad de nuestra casa las camas se reparten a conveniencia.

Ruth

19 comentarios:

Aaron Lechuga dijo...

SI UNO ES FELIZ COMO SE SIENTE, QUIEN EN EL MUNDO TIENE EL DERECHO DE QUITAR ESA FELICIDAD

X dijo...

¿Quién preñó a la narradora?

Vaya, la pregunta parece el título de una novela detectivesca jajajaja.

Anónimo dijo...

Qué pena que tengan que vivir en una mentira para proteger su verdad.
Me gusta en especial la última frase. Es importante coser bien un relato y la última puntada es la que deja el sabor en la boca.
Besos

Esteban Dublín dijo...

Johan, ¿a qué se debe ese viraje hacia el trascendentalismo?

Johan Bush Walls dijo...

Seth: Tenés toda la razón maestro, nadie tiene derecho meterse en vidas ajenas.

X: Buena puntada maestro, habrá que escribir la novela.

Parsimonia: Los convencionalismos maestra, los años pasan y las sociedades no evolucionan.

Esteban: Hoy si me dejaste pensando maestro, si me puse trascendentalista fue sin intención, el texto es completamente pajero, lo aseguro, la referencia es evidente.

Salú pue.

Esteban Dublín dijo...

No sé, Johan, yo no lo veo pajero, sino más bien nostálgico y medio melancólico.

Anónimo dijo...

La mente me llevo a recordar la historia de una pelicula que no recuerdo el nombre pero sale Julianne More...

Nicté dijo...

oigan, que nadie ya lee la biblia?
vos johan te birlaste la historia de ruth, como pudo haber sido, a mi se me hace que mirás Big Love

Johan Bush Walls dijo...

Esteban: Pues, como vos decís, los cuentitos tienen su propia voz.

Anónimo: Es raro como un texto le evoca cosas a uno.

Nicté: No me la birlé maestra, está firmada por la mismísima Ruth, son las cosas como sucedieron en realidad. Yo el pajero.

Creo que ya se terminó Big love, no era tan buena.

Salú pue.

Nancy dijo...

Pues para mí que si es un cuento pajero, bueno, pero pajero. Saludines, maistro

Fernando Ramos dijo...

Nicté tiene razón, es la historia bíblica de Ruth y Noemí, pero actualizada, pajera, como dice Nancy.

Anónimo, creo que la película que mencionás es "Las Horas".

Saludos

Anónimo dijo...

Está bueno este. Todo justo a la medida le salió a la mujer.

X dijo...

De acuerdo con Fernando, Las Horas sí o sí.

Johan Bush Walls dijo...

Nancy: Como todo lo que se publica aquí maestra, literatura pajera en su máxima expresión.

Fernando: Ajá, no me diga que usté leyó la otra versión.

Gracias por la referencia cinematográfica, esa es una buena película.

José Joaquín: ¿Qué dice maestro anecdótico?, bueno verlo por acá. Y ya sabe como son las mujeres, siempre se salen con la de ellas.

X: Todos de acuerdo entonces.

Salú pue.

el Kontra dijo...

Ya me hacía falta un buen cuento pajero, salud maistro!

Allek dijo...

hola.. pasaba a saludarte....
un abrazo..!

Johan Bush Walls dijo...

Maestro Kontra, y ya hacía falta su visita, a ver si cuando pase de nuevo, le da tiempo de leer el cuento de Vice City, se lo recomiendo.

Allek: Que bien, pasé usté cuando quiera.

Salú pue.

Miss Penny Lane dijo...

lástima que no se quedaron juntas.... sin nadie más de por medio...

Anónimo dijo...

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