miércoles, 30 de abril de 2008

Sin proponérmelo


Primera derivación de los cuentos pajeros


El otro día tuve que publicar una aclaración con respecto a mi identidad, pues como soy escritor pajero hay gente que no cree lo que dice mi perfil. O sea que sin proponérmelo levanté la curiosidad en muchos y por eso se han dado a la tarea de averiguar quien soy, de donde vengo, en que trabajo, en donde me mantengo, en donde vivo; en fin, esas son cosas que solo pasan aquí. Por tal motivo también me he ganado enemigos... o admiradores, ¿quién sabe?, lo digo porque antes de cumplir dos meses de estar publicando alguien clonó mi blog, luego de eso han suplantado mi identidad y me han seguido plagiando, aunque pensándolo bien retiro lo del plagio, se oye muy feo y acusatorio, ese no es mi estilo, mejor apelo a mi reciente adquirida arrogancia y asumo que, de plano, estoy creando escuela; por ejemplo, de los cuentos pajeros se ha desprendido un ramal que han dado en llamar cuentos casaqueros, de hecho hasta una recopilación hicieron. Otro ejemplo, uno de mis discípulos, Pepe Luis Cardamomo, hace entrevistas pajeras y por ahí han surgido las entrevistas tushteras, esa se la echaron buena. Aclaro algo, por aquello que no lo sepan, casaquero viene de casaca y tushtero viene de tushte, en lenguaje coloquial ambas palabras son sinónimo de paja; esto me trae a la memoria el comentario enviado por una lectora a mi correo, decía algo así: “acaso paja no se refiere, ejem, al onanismo? pues en América, España y sus colonias Paja es sinónimo de masturbación; luego recordé que en México le dicen “chaqueta” y en este país “casaca” y que una página electrónica dice que tanto “puñeta” como “chaqueta” se refieren no al saquito, abrigo o casaca, sino más bien a la conducta de abrigar al amigo o amiga con la mano, por eso también se le llama manuela.

Hay pajas de pajas y pajeros que se las creen ellos mismos, Pero bueno, el asunto es que me topo con discípulos que carecen de rigor investigativo y se creen sus propias pajas, yo les digo, no muchá, así no son las cosas, pero ellos me dicen que la casaca es casaca porque está llena de adornos, que es pura paja pues, entonces yo les digo, otra vez, la cosa no es así, pero allá ustedes. De cualquier manera, los cuentos pajeros como el onanismo son agradables y disfrutables y, por lo visto, imitables, parece que cuando uno se echa una a los demás se les antoja.

O sea que sin proponérmelo estoy creando un estilo de escribir digno de imitar, estoy obteniendo seguidores no confesos y hasta estoy dejando huella. Confieso que a veces llego a pensar que son ingratos, pues sin decírmelo utilizan mis ideas, pero luego me digo que probablemente han sido alumnos de mis talleres o asiduos lectores de mi blog y que solo tratan de homenajearme.

Salud por eso.

Johan Bush Walls

lunes, 28 de abril de 2008

Mala espina

El día había terminado como todos los días. Ver a Ruthilia, despedirme de ella justo a tiempo para recoger a mis hijos; no menciono en donde porque habría que decir que fue en la casa de mi ex-mujer y eso me provoca un sentimiento de desesperación, su sola presencia me produce una rara sensación de asfixia. Los tuve que esperar afuera durante diez minutos. Ya dentro del carro, Juliancito subió haciendo el usual berrinche pasajero, el que le provoca su hermano quien siempre anda molestándolo, se calma luego de amenazarlo con quitarle el juguete de turno, por estos días es un PSP que le regalé en su cumpleaños, acaba de cumplir seis. Yo iba un poco molesto porque no tenía ni un centavo en la bolsa, porque el cajero automático de la oficina no servía, tengo que mencionar que casi se tragó mi tarjeta, me debitó cien quetzales y no me los dio; entonces tenía que buscar un cajero en el camino a casa, porque no había cenado y, de plano, algo tenía que comprar para quitar el hambre. Justo en la salida a la Roosevelt, en donde se termina la Mateo Flores, hay una gasolinera y un cajero automático, pero para acceder tuve que hacer una maniobra, no tan peligrosa, pero significaba recorrer una pequeña distancia en contra de la vía, igual soy anárquico. Ya con el billetito de a cien entre la billetera me relajé bastante, la falta del bendito dinero siempre los estresa a uno. Mi hijo mayor iba entretenido con el videojuego y el pequeño alargaba la cabeza para tratar de ver un poco.

Uno nunca sabe cuando las cosas rutinarias van a causar un problema, entonces pasé a la panadería, compré dos panes integrales, un bocado de reina, luego retrocedí un poco hacia la tienda y pedí cuatro salchichas para ponerlas en los panes y completar la cena. Ya en la casa hice café, los patojos se acomodaron, comí tranquilo, pero con la hueva que siempre me da el sólo pensar que debo lavar mi ropa del día anterior, tenderla y entrar la que se quedó tendida; hasta aquí no imaginaba lo que estaba por pasar. La cena terminó, terminé los quehaceres, me dispuse a ponerme cómodo, a descansar pues, fue entonces cuando sentí la molestia en la garganta, me tragué un pelo pensé, esas son cosas que suceden más o menos seguido, todo mundo sabe cual es el procedimiento para expulsar un pelo de la garganta, se carraspea un poco, como quien quiere escupir una flema, y casi siempre el pelo o lo que sea que esté trabado sale. Pero ahí está que no salió, pues le doy más duro dije, y así lo hice, carraspié, carraspié y el objeto trabado en la garganta no pude expulsar, me provoqué vomito y nada, pasaron cinco minutos y nada, diez minutos y nada, quince y nada, cuarenta y cinco y nada. ¡Ah puta! dije, bueno, no lo dije pero lo pensé, esto no es nomás, así que decidí llamar a Ruthilia para que me llevara al hospital más cercano, ella es lo mejor que me ha pasado en la vida, tengo que decirlo, y como nos vamos a casar, entonces esta fue su primera prueba para demostrar aquello que dice: "en la salud y en la enfermedad", así que nos dirigimos a uno que está en Las Charcas; luego de una gran vuelta llegamos, ese hospital es infame, de verdad, no tiene cuartitos para atender a los pacientes en la emergencia, sólo tienen unas cortinas, que gacho pensé, no voy a venir aquí a decir que por lo menos soy afortunado de poder ir a uno privado, que tendría que pensar en los que van al General. Vino un doctor calvo, a quien se le veían unas ganas terribles de irse a su casa, con esa actitud me abrió la boca, me bajó la lengua con una paleta, casi vomité; por simple inspección dedujo que tenía inflamado, que por eso tenía la molestia en la garganta y había que nebulizarme. La enfermera me nebulizó, después me hizo esperar a que regresara el doctor, él me vio de nuevo, le dije que seguía con la molestia, le pregunté si podía llamar a un otorrinolaringólogo, lo hizo a regañadientes, habló con él, después me dijo: "el doctor no puede venir ahora, lo voy a dejar internado y mañana viene él y lo examina"; mi huevo dije yo, bueno, no lo dije, pero no me quise quedar. Pagué la cuenta y de inmediato le mencioné a Ruthilia que me sentía estafado, porque tuve que pagar y no me habían curado, tengo la costumbre de alegar y exigir mis derechos, juro que es cierto; pero como eran ya casi las doce de la noche mejor decidí irme tranquilo, rumiando mi inconformidad; de alguna manera esperaba que dormiría tranquilo y al despertar la molestia en la garganta habría desaparecido.

Amaneció y ¡oh, sorpresa!, la molestia seguía ahí. ¡Qué pisados! dije, bueno, no lo dije, lo pensé, iré donde un otorrinolaringólogo a medio día. Hice la cita, espere la hora de almuerzo y fui. Ya en la clínica me examinaron, me bajaron la lengua, me metieron un bajalenguas más grande, pero nada se veía, "venga", me dijo el doctor, le haré una laringoscopía, ¡puta! dije yo, ya saben, no lo dije, lo pensé, así que me meten una cámara por la nariz y empiezan a hurgar en mi garganta, unos segundos de búsqueda, que en esos casos uno siempre siente que son horas y ¡zas! una espina cerota estaba clavada detrás de la gargola, golgota, golgotina, úgula, si, eso es úgula o campanita pues, bueno, así sonaba pero en realidad se llama úvula. El procedimiento para extraerla era sencillo, mantener la cámara dentro de mi garganta, meter una pinza y ya. Pero puta, eso si lo estoy diciendo, no fue tan sencillo, resulta que la espina cerota estaba muy adentro y la pinza no alcanzaba y el bajalenguas me provocaba nausea y lo escupía y cerraba la boca y el doctor decía aguante no trague relájese métase el bajalenguas en el culo viejo cerote pensaba yo me dejaba tranquilo un rato y después otro intento con un bajalenguas más grande pero nada la espina no cedía vamos a otro lado vamos a intentar de otra forma acuéstese ahí extienda el cuello un bajalenguas más grande abra la boca ya la vi ya la vi la tengo la tengo puta que mierda (eso lo pensó el doctor) la pinza es muy pequeña relájese voy a conseguir una pinza más grande pero ya la vi ahora si la saco acuéstese media hora después ni mierda. A todo esto yo había dado varias vueltas por la clínica, pataleado en la camilla, aguantado como los machos, el dolor era intenso, llegó otro médico, me habían metido y sacado unas cuatro veces la cámara de la nariz, el otro doctor dijo, "a ver, voy a probar yo, sólo por probar", que deahuevo pensé yo, pero que otra, tuve que dejar que interviniera y nada. "Voy a hacer un último intento con la cámara", dijo el primer doctor, si no pues lo hospitalizamos, lo dormimos y sacamos la espina. De nuevo la cámara por la nariz, buscando y buscando, pero la espina ya no estaba, ¿qué putas se hizo?, dije yo, bueno no lo dije, lo pensé. Ya no está dijo el doctor, con aire de satisfacción. Yo no estaba convencido, hubiera querido verla atrapada en la pinza, la deducción fue que de tanto verguiarme la garganta, con una pinza, con otra, con el bajalenguas, y todo eso, la espina se desprendió y me la tragué. Ahí quedó todo, bueno eso no fue todo, porque después vino la gran clavada con la cuenta y el pago del parqueo, otra espina, esta vez clavada en mi billetera. A estas alturas tengo las molestias de la gran arrastrada que me dio el doctor, me quedó la insatisfacción de no ver el artilugio que provocó todo, pero ya terminó. Al menos eso espero, porque sigo con la cosa de que no vi salir la espina.

Julian Espinoza

jueves, 24 de abril de 2008

Entrevista pajera con Johan Bush Walls —II Parte—

“...todo mundo me quería de padrino...”

II Parte Entrevista exclusiva a Johan Bush Walls.

Centrado y a la vez perspicaz, Johan Bush Walls se toma un respiro en la conversación, se sirve una copa con vino, me ofrece otra. No puedo aceptarla. Él observa, toma un sorbo, lo mantiene en la boca unos instantes, como un gran catador.

De alguna manera, me hace intuir que no gusta hablar de ciertos temas.

¿Le gusta hablar sobre temas polémicos?
A mis talleristas les encanta, a mi eso me parece ocioso, pues no vaya uno a mencionar a alguien, menos si ese alguien se considera escritor, porque muchos tienen el ego cristalizado, entonces prefiero no tocarlos.

¿Algún tipo de complacencia?
Para nada, no estoy comprometido con nadie. Simplemente no le encuentro sentido a hacer polémica sólo para que alguien me ponga atención.

¿Cómo inicia sus talleres en este país?
Cuando vine al país encontré un nido de nuevos escritores. Que sabían todo sobre todo y al mismo tiempo nada. Una agencia de publicidad me hace la campaña para anunciar los talleres.

¿Pero su publicidad no salió en todos los medios de comunicación?
Esa fue una estrategia de mercado. Los asesores de marca me aconsejaron publicar en revistas especializadas, el grupo objetivo era el de los intelectuales, era más fácil captarlos de esta forma. Recuerde que muchos leen revistas intelectuales para sentirse intelectuales.

¿Y funcionó?
Pues ya son varias ediciones de libros las que he apadrinado.

¿Se cree padrino de la literatura local?
Nunca fue mi intención, pero todo mundo me quería de padrino, aquí piensan que si tal o cual persona, más si es un autor reconocido, hace la presentación o el prólogo de su libro se tiene la fama garantizada, eso los embriaga, aunque se trate de fama efímera.

Habla sobre padrinos, pupilos, talleres ¿Podemos creer que está descubriendo una nueva generación o grupo literario?
Eso lo dicen otros, como Sabihondo Piláz, no lo digo yo. Creo que estoy haciendo algo que nadie había hecho. Me paro a pregonar cosas que todos ven y nadie dice. Aunque para la mayoría simplemente digo pajas.

¿Es así como surgen los cuentos pajeros?
En mi país los cuentos pajeros son cuentos de relleno. Al igual que la paja sirve para rellenar colchones, estos cuentos sirven para rellenar libros. Sucede que aquí han tenido gran aceptación.

¿Y el blog?
Si en la actualidad todos tienen un blog, ¿por qué yo no puedo tenerlo? Además es una forma de democratizar los talleres. Ahora todos pueden tener acceso a los cuentos y de esa manera instruirse un poco, mire pues ya se me está agrandando el ego, pero recuerde que soy escritor pajero. También es una estrategia para publicar nuevos escritores y que los lectores, ese gran público desconocido, puedan reírse o llorar un poco entre tanta paja; ahora además de pajero estoy siendo pretencioso. Al final el blog ha sido un medio para irrumpir, sin hacer cola, en la literatura nacional, un motivo para volverme arrogante, ya vio pues.

En la última entrega Johan Bush Walls hablará sobre escritores, literatura y el futuro.

Pepe Luis Cardamomo

lunes, 21 de abril de 2008

Pequeña realeza

Había pasado la semana en la casa, una residencia de varios dormitorios, a la orilla del lago de Atitlán. A estas alturas ya no tenía dudas del enorme error que cometió al casarse, pero estaba hecho, no había necesidad de revertirlo, ella le daba imagen de heterosexual y con eso era suficiente en esta época de intolerancia.

Las visitas al chalet llegaban diariamente, amigos criollos, insolentes, algunos rivales de su anterior marido, todos imploraban conocer al francés. No se fueron a El Salvador porque ella prefería la sociedad guatemalteca. A él lo tenían recluido, enfermo, según ella, por eso no lo dejaba volar, así que se pasaba el día sentado cerca del lago, viendo flotar las piedras volcánicas que él mismo lanzaba, de una en una, sólo para mirarlas ascender borbotando. Ya no se sentía herido, por el contrario, la vida y la necesidad de explorar se desbordaban en su cuerpo, mientras ella se las daba de condesa, paseando por la casa vistiendo batas de seda y obligándolo a vestirse decente, para apantallar a sus amigas.

El muchachito moreno que se le quedó viendo, mientras él intentaba copiar el cerro de La campana, se rió de sus habilidades para dibujar, y luego le habló en un idioma gutural, ininteligible; su risa era contagiosa y su postura despedía un aire de superioridad indescriptible. Le revisaba los dibujos, al tiempo que le daba sugerencias con palabras que no podía entender, le hacía dibujos y notas que tampoco le era posible leer, y lo que era peor, no podía evitarlo, el niño era latoso como pocos, pero tierno a la vez.

A pesar de las diferencias en el lenguaje, luego de un par de días de verse, se las arreglaron para comunicarse. Entonces el chico, con su escaso español, le decía Don Antonio y él no sabía como llamarle. El segundo día el muchachito andaba con un corderito lanudo, así se enteró que en esas comunidades algunas personas se dedicaban al pastoreo; el chico lo invitó a subir la empinada cuesta y descubrir que en ese espacio, que parecía ínfimo, en donde pastoreaba ovejas, no muy lejos, caía hielo en la madrugada, lo que convertía el lugar en un paisaje casi alpino y decididamente familiar. Le daba la impresión que ese niño era extra-terrestre, caminaba mucho más que los pastores alpinos que recordaba; además pensaba que este pequeño país parecía siempre estar atorado de cosas, hielo y calor, montañas y volcanes, todo en un espacio tan reducido.

A la semana siguiente saldrían de ahí, pero el jovencito llegó únicamente un día más, luego desapareció. Entonces se dio cuenta de que no sabía su nombre, a pesar de eso unas pocas preguntas a la gente del servicio bastaron para averiguar en dónde vivía.

La casita quedaba bastante lejos, su deterioro era indescriptible, pensó que Consuelo lo regañaría al saber que había ido con la sirvienta a visitar a un niño menesteroso; el interior era de un solo ambiente, tenía pocos muebles y un fuego encendido en el centro. Cuando llegó, un curandero acababa de untar al niño con hierbas aromáticas, cuyo olor aún se sentía en la estancia. Los adultos lo dejaron ingresar y pudo verlo acostado en una precaria cama, su sonrisa lo dejó mudo, de inmediato percibió la gravedad de la situación y lo confirmó al verle la pierna hinchada y morada, apretada con una cinta. La sirvienta le tradujo las palabras de felicidad que el niño expresó al verlo, le contó que lo había mordido una serpiente, pero la familia se negaba a llevarlo al hospital; ni sus ruegos, ni sus ofrecimientos hicieron que cambiaran de opinión, la sonrisa del niño dio paso rápidamente a una mueca extraña y luego a una convulsión, un par de horas después expiraba plácidamente, siempre con una sonrisa en el rostro.

Cuando ofreció dinero para ayudar, un escupitajo en el rostro lo regresó a la realidad. Resignado volvió al chalet, en donde Consuelo lo esperaba para una de esas absurdas fiestas de cóctel, que eran pretexto para lucir los diez vestidos que había traído de Francia; apenas saludó y se dirigió a su habitación, salió al balcón, vio hacia el cielo y distinguió claramente las estrellas, hasta le pareció que una brillaba un poco más, quizá señalando el lugar hacia donde el pequeño príncipe había volado.

Jorge Arenas

viernes, 18 de abril de 2008

jueves, 17 de abril de 2008

Ponencia

Cuando recibí la convocatoria me dije: estos libreros piensan que tengo tiempo para desmenuzar un tema y luego desarrollarlo, como que uno fuera a darle clases a un montón de traumados que no se atrevieron a estudiar ingeniería. Pero después de leer el listado: Literatura y globalización, La violencia, El deseo, El desencanto, La memoria histórica, La oralidad, La crítica a la modernidad, Multiculturalidad, Culturas locales/regionales/transnacionales, Literatura indígena, Literatura afro-centroamericana, Migración y transnacionalismo, Estudios de género, Estudios culturales, Teoría cultural y literaria en Centroamérica; me di cuenta entonces que mi obra de los últimos meses coincide con casi la totalidad, por no decir con todos los temas. En otras palabras, inconscientemente he estado cavilando lo mismo que ahora los organizadores tratan de condensar en un cursillo intensivo para actualización de escritores.

Realmente me encuentro en una encrucijada, ya me tomé tres cafés y no sé todavía en cuál tema me gustaría ahondar para poder aportar algo, como intelectual que soy, en este acontecimiento de la literatura nacional, aunque por otro lado, hasta ya he visualizado el color del traje que voy vestir para la ocasión.

El mes pasado, en un encuentro que hubo en la Antigua, me dijeron que cada vez me estoy pareciendo más a mi mentor en las letras, cosa que veo muy normal y hasta natural, porque el que anda entre la miel algo se le pega, y mejor si es entre la miel de las mieles; es decir, está bien si me parezco a mi mentor que tanto admiro, porque hasta Premio Nacional de Literatura es. Él me ha conseguido plata e invitaciones para encuentros literarios. Bueno, creo que sí me parezco a él, hasta en la forma en la que cavila, cuando sentado entre panelistas, por ejemplo, espera la oportunidad de tomar el micrófono, en tanto el autor presenta su obra literaria.

El viejo no sabe que trato de imitarlo, ni que ya compré, antes que él, los libros que, según dijo el otro día, quería leer. Me le estoy adelantando porque ando en la exploración de la transición cosmogónica del fenómeno literario global, para transpirar un poco más de posmodernidad y, de esa forma, acabar de una vez por todas con mi viejo estilo, que si bien les parece excelente a mis contemporáneos y a mi maestro, yo creo que puedo aportar mucho más y de una vez dar un gran salto cualitativo en mi desarrollo literario.

Voy a estar muy ocupado en estos días, pensando en el tema que finalmente desarrollaré, el puesto entre los ponentes lo tengo asegurado, sólo le doy una llamada a mi contacto del Pen para que me incluyan dentro de los panelistas y listo, ¿por qué no?. El otro día me invitaron para hablar a un grupo de estudiantes de una universidad privada, acerca del aporte del escritor a nuestra sociedad contemporánea; sólo bajé de internet un par de documentos, me los fumé en dos pencazos y me eché un buen párrafo. Así que no creo que me sea difícil hablar de la crítica contra la posmodernidad o cualquiera de esos temas.

Debo dejar de escribir porque ahora mismo comienzo a leer mi cuarto libro del día. Los tengo colocados en la mesita que está pegada a la ventana, una botella de agua pura los acompaña, en tanto yo me derrito aquí en el estudio, mientras escribo estas líneas, las únicas que escribo para que nadie lea. El conjunto de mi obra se la están peleando dos editoriales fuertes del país; ellos dicen tener un buen proyecto para promoverla. Así que todavía no me decido quien publicará mi próxima entrega, pero debo hacerlo ya, porque para mis lectores se ha vuelto costumbre que sea anual. Por de pronto nos veremos en la feria del libro.

Edgardo Chaqueta.

lunes, 14 de abril de 2008

Esto No es Paja: I Juegos florales pajeros –Guatemala 2008–


haga clic en la imagen para agrandarla.

Johan Bush Walls y Los talleres literarios pajeros convocan:

Primeros juegos florales pajeros –Guatemala 2008–


El objetivo de los juegos es la búsqueda del "primer escritor pajero laureado" a quien se reconocerá como "El Aprendiz" de Johan Bush Walls y le será entregado el galardón "Ídolo maya de piedra del tercer milenio".

Bases:

1. Podrán participar todos los escritores pajeros de habla hispana, residentes en cualquiera de los seis continentes, incluyendo La Atlántida de donde sabemos vienen las naves alienígenas.

2. Cada escritor puede proponer un cuento pajero, cuya extensión no debe ser mayor a dos cuartillas. (dos páginas escritas en word, arial 12, espaciado sencillo)

3. La junta pre-calificadora estará integrada por Beto Cabal, Adán Neil, Jonás Ungido, Poncho Pilatus y Lara Croft. Ellos escogerán los doce cuentos pajeros finalistas, entre los que se designará al primer escritor pajero laureado.

4. Los cuentos pajeros finalistas serán publicados en un blog, asignado para el efecto, en donde los lectores podrán votar por su favorito, dejando un comentario. Los comentarios anónimos no serán válidos y no se aceptará más de un voto por día del mismo votante. Cada día será eliminado el cuento que haya recibido menos votos. La votación se computará todos los días hasta las cuatro de la tarde, hora de Guatemala. Para efectos del computo de votos y de la eliminación del cuento pajero menos votado, el recuento se hará de lunes a viernes, acumulándose al día lunes los votos que se reciban el sábado y domingo.

5. Los escritores pajeros finalistas pueden responder a los comentarios, para agregar más paja a su favor, en aras de obtener más votos, pero sus comentarios no serán computados para efectos de la votación.

6. El escritor pajero que resulte ganador deberá hacer la salutación solemne a la musa de los juegos florales pajeros, para este año se ha designado a Paquita la del barrio.

7. Se establece un premio único, consistente en un lote de cinco libros de escritores guatemaltecos y el galardón “Ídolo maya de piedra del tercer milenio”.

8. Los trabajos deberán ser enviados al correo jobuwa@gmail.com, el cuento en archivo anexo adecuadamente identificado

9. Se abre la convocatoria a partir de la publicación de las presentes bases y se cierra el 16 de mayo de 2008. Los doce cuentos pajeros finalistas serán publicados en un blog a partir del 17-05-08.

10. Los casos no contemplados en estas bases serán resueltos por la junta pre-calificadora.

jueves, 10 de abril de 2008

Análisis de la generación pajera

Son coetáneos, los une la misma nacionalidad y generación. Es cierto que la diferencia de edades entre los miembros extremos: Beto Cabal y Paco Pericles, es de 30 años, pero, ¿quién se fija? Es cierto que su líder es beliceño, que una de sus miembras con mejor sentido del ritmo musical es de ascendencia uruguaya y descendencia mexicana; y que hay alguna influencia miskita, maya, nicaragüense y salvadoreña pero, ¿a quién le importa? Entre todos conocen Centroamérica, México, Uruguay, Brasil y Argentina, uno que otro ya llegó de mojado a Estados Unidos y Europa; uno que se fue atrás de la cortina de tortillas regresó en avión pagado por el hermano gobierno norteamericano, a otro no lo han encontrado todavía ni se sabe con certeza donde está, pero envía giros a su familia y aportes literarios por King Express. El que se fue a Europa se comunica por café Internet y me han pedido que, por seguridad, no mencione que está en un país detrás del muro de pan blanco, no vaya a ser que lo regresen nadando.

Tienen una formación intelectual semejante: unos son contadoras y contadores (de historias y de sílabas), otros son abogadas y abogados (abogan por los textos propios), médicas y médicos (curan las obras ajenas), psicólogas y psicólogos (hacen el análisis último de las motivaciones primeras), carpinteros (reparan cuentos y poemas), todos son planificadores urbanos (se la pasan aplanando calles y doblando esquinas), todos son economistas (de palabras pero más de quetzales), todos son promotores culturales (enseñan a escribir y desenseñan a leer), ninguno es crítico con licencia (no tienen maestrías ni doctorados en Literatura, Poesía ni en Ciencias Ocultas, ni pertenecen a la Real Academia de Deslenguados), pero todos son críticos literarios (se la pasan pelando el trabajo ajeno), y un largo largo etcétera.

Todos han recibido las mismas influencias (leen Nuestro Diario y Al día) y tienen las mismas preocupaciones: agarrar cualquier chance para comer medio bien. Sostienen un liberalismo comunitario, defienden la libertad de escribir lo que a cada quien se le dé la gana y todos están bajo la influencia de la posmodernidad —aunque reniegan de ella— que se ha desarrollado ampliamente en Guatemala, sobre todo en las zonas 1, 5, 6, 8, 17 y 18.

Cuando el pisto se los ha permitido, han publicado bifoliares, trifoliares y volantes de esquina, y uno que otro libro que se venden muy bien en Alemania y Japón, sobre todo por Internet.
El suceso generacional que los aglutina son dos: el terremoto del 76, la guerra civilizada de los 36 años, el hecho de que algunos no habían nacido cuando esos acontecimientos sucedían, no importa. En torno a ellos se reúnen estos autores a tomarse unas chelas, hablan de las columnas guerrilleras que vieron por fotografías en la revista mexicana ¿Por qué?, y de la miseria que han visto de cerca en la revista del mismo país ¡Por esto!, y de cómo se libraron de los tetuntazos que les iban a caer en el terremoto. Todo desde un punto de vista analítico, temático e ideológico.
Esta generación posee presupuestos estéticos, lenguaje y estilo refinados (en las refinerías del presidente Hugo Chávez), que se oponen a los de la generación anterior: la posmodernista. Tienen una regla, la misma es inviolable y respetada por todos los miembros de la generación pajera:

"Veo primero la paja en mi texto y no la paja en el texto ajeno".

Por consiguiente, están en total desacuerdo con todos los conceptos creados en el siglo XX y que terminan en ismo, especialmente con el posmodernismo. Están a favor de desinflar la prosa y acallar el silencio, responden a la prosa inflada y posmodernista con obras serenas y brillantes, donde la lengua se atropella pues las palabras contienen más ideas de las que se pueden plasmar.

Los más destacados miembros de la generación pajera, en orden alfabético, son: Adán Neil, Beto Cabal, Charly Idol, Félix De Orellana, Jonás Ungido, Jorge Arenas, Mill Soles, Paco Pericles, Pepe Luis Cardamomo, Poncho Pilatus, Rolando Florido y otros muchos que sería largo enumerar, el precursor de este movimiento es Johan Bush Walls, a quien se le conoce como El Pajero Mayor.

Dr. Sabihondo Piláz

lunes, 7 de abril de 2008

Coyotes de la misma loma

El hombre acudió a la cita, lo habían llamado por los vínculos oficiales; sin embargo, cuando llegó le pidieron que no entrara por la puerta principal, era peligroso que lo vieran.

El anciano lo saludó, haciendo un gesto que denotaba condescendencia, lo tomó de la mano, y disimuladamente lo obligó a que se sentara a su lado, de inmediato lo asaltó un sentimiento de incomodidad, no por el lujo de la sala, era por la mirada incisiva de los otros hombres invitados a la reunión, unos vestidos con trajes de colores y los otros cubiertos por ropajes negros, que contrastaban con el blanco que usaba el anciano.

El hombre, originario de un país tropical, intentaba sin éxito hacer bromas y provocar la risa en el grupo, ellos lo veían de manera extraña.

—Me preocupa, dijo el anciano, que tanta gente te siga, la mayoría sin tener claro qué persigues con esa filosofía.

El hombre comenzó a enfadarse, sin lugar a dudas no quería ninguna interferencia.

—Le diré, si me lo permite, nuestros métodos no difieren significativamente de los suyos, en todo caso, me preocupa que esta reunión sea un intento por sacarme del negocio.

Los hombres de negro se tensaron y los de trajes de colores cambiaron de posición al instante. El anciano sonrió benevolente.

— Te juzgamos mal, parece que tienes claro lo que deseas

—En realidad, te citamos únicamente para dejar claro el alcance y delimitación de los espacios de acción, de esa forma evitamos cruzarnos en el camino del otro, esto permitirá, ¿cómo decir?... organizar las cosas.

El hombre pensó que esa negociación parecía una escena de "El padrino" y de inmediato escuchó en su cabeza "una oferta que no puedes rechazar".

La siguiente hora la pasaron demarcando sectores de influencia, definiendo las estrategias para no estorbarse, lo más importante era que ambos pudieran seguir con sus actividades sin problemas.

Al final de la reunión el hombre se sentía seguro.

–Obrigado, dijo en su idioma natal, agradezco su deferencia, agregó, si alguna vez van por Brasil cuenten con mi apoyo.

Los hombres de negro sonrieron levemente.

—Por cierto, dijo el anciano, ¿me darías el nombre de tu decorador? Por las fotos que han circulado en internet y tus apariciones en televisión, creo que podríamos usar algunas de sus ideas en la costrucción de una nueva sala de trabajo en Castel Gandolfo.

Yan Pol Lepup

jueves, 3 de abril de 2008

Crónica de las noches de gloria

En el principio el espíritu se movía sobre el estadio, era muy temprano y la gente hacía cola, a las nueve de la mañana se hizo evidente que para cuando diera inicio el evento el coloso de la zona 5 estaría colmado por los fieles; pequeñas escaramuzas sucedieron, el fervor de los hermanos se puso de manifiesto, se pelearon entre sí, todos querían entrar, claro que las riñas no fueron las que habitualmente se ven en aquel escenario deportivo, algunos se fueron a las manos, pero sin mencionar palabras soeces, ya se sabe que eso es pecado. No faltó quien se quejara de que hubo preferencias, pues los que hicieron hasta ocho horas de cola cuando finalmente ingresaron se dieron cuenta que adentro ya habían unas diez mil personas. Fue un lleno a reventar, desde aquel fatídico día cuando Guatemala tenía que enfrentar a Costa Rica no se había visto algo semejante; cuarenta mil entraron, quince mil quedaron fuera, pero todos alcanzaron la bendición, el despliegue de medios de comunicación fue impresionante, algo nunca antes visto. La espera se hizo larga, pero los cánticos y alabanzas sirvieron para mitigarla. Cuando Apareció Cash, con dos horas de anticipación, la multitud clamó más fuerte, él vestía un impecable traje celeste, camisa blanca, corbata de rayas azules y celestes, el pelo muy bien recortado, peinado hacia atrás, zapatos negros, era la viva imágen del sanador que da todo sin esperar nada a cambio. Unas palabras introductorias, cánticos al ritmo del grupo musical, y los milagros no se hicieron esperar, todo estaba preparado, fueron curadas diversas enfermedades, tales como: artritis, escoliosis, guillain barré, parkinson, sordera, entre otras; a cada milagro seguía la celebración del apostol, cada una adecuada al tipo de escenario; el primero fue celebrado con un avioncito, en el segundo besó el anillo de bodas y elevó la mirada al cielo, al tercero se fue corriendo hasta la esquina de la tarima y bailó unos pasos caribeños, despues del cuarto corrió unos metros y haciendo el gesto de quien arrulla a un niño lo dedicó a las tribunas, el quinto fue apoteósico, tomó impulso, salió corriendo y dio tres vueltas en el aire, cayendo parado con la mirada hacia la congregación y los brazos en alto; siguieron muchos más, a cada uno sucedía una celebración distinta, ya para el último todos corrieron hacia él y lo cargaron en hombros, y dieron la vuelta olímpica. La multitud enardecida celebró mejor que si Guatemala hubiera calificado al mundial. Todos lloraron y se despidieron, no sin antes dejar sus donativos y prometer que seguirían el camino trazado por su guía, el camino que los llevaría a ciudad de dios.

Jonás Ungido